13 enero 2012

03 enero 2012

Demasiado viejos, demasiado jóvenes

Lover's Lane by ~jesidangerously | Deviantart.com »

Lover's Lane by ~jesidangerously | Deviantart.com »

[...] Esa noche Miriam llegó a la casa de su amigo más temprano que lo acostumbrado. Entró sigilosamente, se sacó los tacos para no hacer ruido y se asomó a la habitación de huéspedes, donde sus cuatro hijos dormían plácidamente. Los observó durante unos segundos, y luego se asomó a la habitación de Jorge, que estaba acostado y mirando una película.
Se miraron y se saludaron con una sonrisa. Él vio la expresión apagada de Miriam, y la invitó a tomar asiento en la cama junto a él. Hablaron un poco de los chicos, y cuando Jorge le preguntó cómo fue la cita, ella se desahogó:
–… por teléfono parecía un tipo copado, pero al final era uno de esos pajeros que sale con varias minas a ver con cuál se queda. Cero compromiso, la vida es pura joda. ¡Por Dios! ¿Por qué es tan complicado encontrar un tipo decente después de los treinta y cinco? No te digo un Brad Pitt, pero que se yo, uno que mas o menos tenga todo en su lugar y además use la cabeza. Los que quedan están hechos mierda, o tienen mil quilombos en la cabeza, o todavía tienen problemas para dejar los pañales. Los pocos que mas o menos están para tirarles los galgos histeriquean hasta el cansancio y al final se van atrás de las trolas de veinte.
–Gracias por la parte que me toca, eh.
–No lo digo por vos, pavo. ¡Qué se yo! Está bien joder y divertirse mientras se pueda, pero la joda no puede durar toda la vida. Mírame nene, voy a cumplir cuarenta pirulos dentro de poco. ¡Ya no puedo hacerme la pendeja! Quiero volver a estar bien con alguien, tener una pareja y…
–respiró hondo y ahogó suavemente un sollozo.
–¿Extrañás a Toto, no? –susurró Jorge con tristeza.
Miriam se secó las lágrimas y respondió:
–Veintidós años juntos, no es tan fácil de olvidar. No sé cómo hace él pero a mí me está costando mucho.
Lo miró a los ojos, vio que las pastillas para dormir le estaban haciendo efecto. Le rodeó la cintura con el brazo y le dijo entre lágrimas:
–Hasta cuándo te van a tener dopado… Me parte el alma verte así.
–Ya se va a pasar. No hay mal que dure cien años.
–dijo él, con los ojos cerrados, arrastrando levemente las palabras.
Hicieron una larga pausa, mientras miraban la televisión. Miriam seguía sintiendo el pecho oprimido.
–¿Me das un poquito de eso para dormir? –le dijo de pronto.
Jorge señaló una caja en la mesa de luz. Ella la tomó, sacó una tableta, la dividió en cuatro y se tomó un cuarto. Se acostó junto a él, rememoraron viejos tiempos y ella, acariciándole el pelo, le dijo:
–Nene… ¿vos decís que todavía soy linda? ¿que todavía estoy buena?
Jorge se quedó perplejo, durante unos segundos, pero contestó con total calma y sinceridad:
–Ay, Miriam… Te voy a decir lo mismo que te dije allá en Pinamar hace más de veinticinco años… Sos linda mina, inteligente, organizada, buena madre, excelente persona. Aunque ahora estás demasiado flaca y… ese corte de pelo no me gusta.
–Já, qué sabés vos de cortes de pelo, boludón.
–le dijo riendo. Se acurrucó junto a él y continuó: –Che, te acordás, cuántas veces nos habremos quedado dormidos así, de chicos, viajando en el asiento de atrás del auto de papá. Te tengo que confesar que a mí eso me gustaba demasiado. –hizo otra pausa, y luego exclamó entre risas: –Que cagada, ¿no? Ahora que otra vez estamos los dos solos, en la misma cama, libres y sin impedimentos, ¡ya estamos demasiado viejos y empastillados para cojer!
–Vida de mierda… –respondió él, y le dio un ataque de risa. Ambos rieron juntos durante un buen rato. Cuando Miriam se calmó, se dio cuenta que Jorge se había quedado profundamente dormido, todavía con una leve sonrisa en los labios.
Lo miró detenidamente. Ya no era ni el niño tímido ni el hombre alegre que ella había conocido años atrás. Era ahora un hombre agobiado por la tristeza, marcado por el dolor de haber perdido a su amada esposa en aquel estúpido accidente. Las arrugas alrededor de los ojos ganaban terreno. Los años los habían cambiado a los dos. Le acarició el mentón y lo besó delicadamente en los labios.
“Te quiero demasiado…” pensó con una mezcla de tristeza y alivio. Lo iba a querer siempre como el amigo-hermano que había sido y sería toda la vida. Suspiró y en pocos minutos se quedó dormida ella también.

A la mañana siguiente, Tincho y Manu, los hijos mayores de Miriam, observaban la escena desde la puerta: su mamá dormida en la cama de su tío, roncando con la boca abierta y la ropa puesta, y su tío, en un extremo hecho un ovillo.
–¿Vos pensás que…? –dijo Tincho mirando a su hermano mayor.
–¿Mami y el tío Jorge? Nah, imposible.
Se acercó un poco más y vió la pastilla dividida en la mesa de luz. Adivinó que ella también había tomado, y suspiró aliviado, pues por un segundo había dudado. Ambos hermanos sacudieron el brazo y la pierna de su mamá para despertarla. Ella gruñó, abrió los ojos pesadamente. Se incorporó despacio y vio a sus hijos. Le dio un ataque de vergüenza y balbuceó nerviosa:
–Chicos… ay, que boluda… No hice nada raro, ¿eh? Me quedé dormida acá, nada más.
–Sí, má, ya nos dimos cuenta.
–contestó Manu, con tono tranquilizador. –Te tomaste una de esas pastillas que toma el tío para dormir y quedaste frita.
–Ay, sí… Esperaba irme para el sillón cuando sintiera el efecto pero no llegué… Nos empezamos a cagar de risa y quedé palmada como si me hubiera caido un piano en la cabeza. Uf, necesito un café tamaño cacerola y una aspirina...

Se levantó, con movimientos de autómata, y mascullando unas cuantas maldiciones se fue directo al baño. Los dos adolescentes salieron de la habitación atrás de ella y se fueron hacia a la cocina para preparar el desayuno. De pronto, ambos se miraron y se empezaron a reír, ahogando las carcajadas para no despertar a los que todavía dormían.
[...]

:·:

27 diciembre 2011

Hablé con Jesús (II)

'Eat' by poezja | Deviantart.com »
–Ay Jesús, –dije yo, con las manos cruzadas en el regazo. –es terrible el sacrificio que tengo que hacer. La verdad que me agota. A veces pienso, no vale la pena, total a quien le importa. La gente siempre habla mal al fin y al cabo, hagas lo que hagas. Pero a veces digo no, no tengo que abandonar, tengo que seguir, levantarme una y mil veces, no parar... No sé cómo explicarte. Y aunque supiera, no me entenderías. ¡Ah!, los hombres no saben nada de eso.
–A los hombres también les pasa. –me dice, impasible.
–Pero a cuántos...
–Muchos más de los que te imaginás.
–Los que andan en la nueva onda metrosexual, ¿no? Porque un hombre a dieta ya queda medio rarito, ¿viste? En cambio para las mujeres es un estado permanente. La dieta es un apostolado. Las únicas que se pueden dar el lujo de rebelarse contra el sistema son esas hiperflacas que comen todo lo que quieren porque nunca engordan ni un puto gramo. ¡Que envidia!
–Te aterra el juicio del otro.

–¿Qué cosa?
–Le das demasiado valor al juicio de los demás.
–La gente, para criticar es rápida y siempre tiene mucho para decir, ¡es deporte nacional! ¿Por qué me juzgan todo el tiempo?
–¿Debería importarte?
–Si no mantengo el peso no entro en mi ropa, si no entro en mi ropa andaría en bolas por la vida, porque no estoy en condiciones de comprarme un guardarropas entero que se adapte a mis medidas. Esa es la pura verdad. La imagen es una cuestión de peso, y sino decime cuántos tipos se fijarían en una gorda antes que en una flaca. ¡Mentira eso de que prefieren un rollo a un hueso! Es un cuento para quedar bien. Te digo, tarde o temprano te empiezan a laburar la cabeza “hacelo por tu salud mi vida, te vas a sentir mejor con vos misma”, blah blah blah, y cuando te diste cuenta, estás en un gimnasio sudando
como pelotuda, a los saltos, levantando fierros, corriendo en la cinta como el hámster que corre en la ruedita eternamente para alcanzar lo inalcanzable. Y cuando llegás a bajar unos cuantos kilos, ahí llega la verdadera tortura: la de morirte por comer eso que te gusta y no poder hacerlo más de una vez a la semana. Yo digo, carajo, los científicos inventan cada gilada, ¿y no pueden inventar algo rico, nutritivo, que no engorde y no te cueste un fangote de guita?
Jesús sonrió, pero no acotó más nada. Anotó algo en su cuaderno y en eso sonaron tres campanadas a lo lejos.
La sesión con Jesús, mi psicólogo, había terminado por hoy.

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Post relacionado: Hablé con Jesús (I)

18 diciembre 2011

Ni siquiera el amor

'in bed' by ~folkartlullaby | Deviantart.com »


–Decime la verdad, estás casado, ¿no?
Tiré la pregunta en mi tono más suave, sin reproches. Después de todo, tuve la sospecha pero la pasé de largo. Qué se yo, siempre dicen que soy muy desconfiada, que la gente no es tan mala como yo pienso, que tengo que tener la mente más abierta. Tuve una ligera sensación la segunda vez que salimos, porque vino a casa pero estuvimos sólo un par de horas juntos. Vino, fichó y salió corriendo porque tenía que cenar con sus hijos. Ok, me gusta que los hombres sean responsables y estén siempre en contacto con los chicos, me encanta que sean así. Pero después me entró la duda, tres pibes de 18, 21 y 24 años tienen mejores cosas que hacer un sábado a la noche que ir a cenar con papá, ¿no? Digo, tienen amigos, novias, etc. Lo dejé pasar porque a lo mejor los tiempos cambiaron, a lo mejor es lo que los adolescentes acostumbran hacer ahora. En la semana pasó lo mismo, si no estaba ocupado con los hijos estaba cansado porque salió tarde de la oficina. Lo de la oficina lo entiendo porque me pasa lo mismo, pero los pibes ¿no son grandes para cuidarse solos? Además, ¿no se suponía que vivían con la madre? Ok, no iba a discutir eso, lo dejé pasar. La tercera vez, la excusa fue que no quería dejar el auto en la calle. Pero metélo en un estacionamiento le dije, acá a la vuelta hay uno que está abierto las 24 hs. y me dice que no, que por una noche le salía muy caro. La cuarta, o sea hoy, me tuvo todo el día de ayer insistiendo, dale voy para allá, cenamos juntos, quiero verte, te extraño, blah blah. Ahí le tiré la primera pregunta capciosa: ¿por qué no me invitás vos a tu casa? Naah mi casa es un desastre, no te va a gustar. Pero, ¿desastre en que sentido? ¿onda Kosovo? Sí, sí, algo así, y enseguida me cambió de tema. Ahí empezó la lucha interna del bien y el mal: ¿no me estará mintiendo? ¿no será este otro casado aburrido más? ¡Puta madre! ¡Qué puntería que tengo! No, en realidad no tengo nada personal contra los casados, somos todos grandes y sabemos lo que hacemos, cada cual juega el juego que más le conviene. Pero, particularmente a  mí no me gusta ser la hijadeputa que le cague la ilusión a otra mujer. Porque a lo mejor ella sí está enamorada, de verdad lo quiere. Eso me da como lástima con rabia al mismo tiempo, porque una mujer que ama perdona cualquier cosa, y nunca falta un tipo que se aproveche de eso. Lo cual me jode mucho. Los hombres dicen que las minas no tenemos códigos, ¿viste? Y ellos, que sí tienen, cuando se trata de ponerla se olvidaron de todos los códigos, no les importa nada, ni siquiera el amor...
Se quedó en silencio, quieto, durante un rato. Luego se sentó en la cama, quiso sacar los cigarrillos de la camisa y le dije que no quiero que fume en mi habitación.
Recostándose de nuevo, suspiró. Se pasó la mano por la cara y contestó con cierto abatimiento:
–Sí.

:·:

15 diciembre 2011

La fecha en que nos conocimos


O el amor los pone olvidadizos o nunca les importó. Yo apostaría a la segunda opción, al menos para la mayoría de los hombres, porque hay curiosas excepciones.


:·:

30 noviembre 2011

Después de un año

'Butterfly on Laptop' | Stock.xchng »


RoloGo: hola q contás tanto tiempo
DivaSoy: Hola
DivaSoy: quien sos?
RoloGo: no te acordás de mí
DivaSoy: la verdad que no, ni de casualidad
DivaSoy: debería?
RoloGo: bueno te cuento, soy Rolo
RoloGo: nos conocimos por chat
RoloGo: quedamos en vernos varias veces en el centro
RoloGo: pero vivo lejos y se me complica
DivaSoy: lejos? 
DivaSoy: a cuántos kilómetros de Buenos Aires?
RoloGo: Devoto
DivaSoy: ah sí pufff relejos, hay q tomar avión
RoloGo: no me gusta el centro
RoloGo: es un loquero siempre
RoloGo: seguís yendo a la facultad?
DivaSoy: ahora no, tuve que dejar para el año que viene
DivaSoy: xq?
RoloGo: no no soy profesor de filosofía
RoloGo: cuando hablamos la última vez me dijiste q a lo mejor necesitabas ayuda
RoloGo: para rendir un final
DivaSoy: ah
DivaSoy: pero Filosofía la cursé hace un año y medio!
RoloGo: y como te fue
DivaSoy: aprobé ahí, por un pelito
DivaSoy: ya pasó a la historia
RoloGo: ahora que es de tu vida?
DivaSoy: mi vida es muy larga de contar y no sé si tengo tiempo 
DivaSoy: o ganas
RoloGo: dale contame, me gustaría saber de vos
DivaSoy: hummm
DivaSoy: a ver, decime la verdad
DivaSoy: estás al pedo o estás aburrido
DivaSoy: te acordaste de mí DESPUES DE 1 AÑO nada mas q para hacer tiempo
DivaSoy: me equivoco?
RoloGo: :-)
RoloGo: adivinaste
RoloGo: jajaj
RoloGo: y también me acordé de vos porque sos linda
DivaSoy: :-S
DivaSoy: claaaah!
DivaSoy: ahora resulta q soy el payaso de cualquier pelagatos
DivaSoy: xq no te vas bien pero bien a la rep&#%=/@&!*”?????

[ RoloGo ha sido bloqueado ]
[ RoloGo ha sido eliminado de tu lista de contactos ]


:·:

28 noviembre 2011

Ligera sospecha

Lucifer in cute cat disguise by ~Erkil | Deviantart.com »

El felino trepó al sillón de un salto y se la quedó mirando fijo. Ella temió, por un momento, que la mascota de su novio le hiciera un bufido para ahuyentarla de su territorio. O peor aún, que intentase darle un zarpazo en la mano como en otras ocasiones.
Pero no sucedió nada de eso. Éste caminó hacia ella, la olfateó cuidadosamente, luego fregó el pescuezo en su regazo, ronroneando. Ella lo acarició dulcemente y así hicieron las paces.
Ese pequeño acto confirmó su sospecha y la convenció de ir a la farmacia cuanto antes por un test de embarazo.


:·:

24 noviembre 2011

"Love of my life" by Freddie Mercury (Queen)



Recordando al más grande cantando la canción de amor más bella.

❤♫ ♬ ♪

14 noviembre 2011

Inmortales


"Los amantes de Valdaro", así llamaron los arqueólogos a estos restos óseos hallados en Mantua, Italia. Dedujeron que tenían al menos 6 mil años de antigüedad y que se trata de un hombre y una mujer jóvenes, que murieron abrazados. A él le encontraron una punta de sílex en las cervicales, a ella otra en un costado. El hallazgo emocionó a más de uno, ya que no se encontró un caso parecido hasta el momento.
El hecho de su muerte es, todavía, desconocido. Pero coincidentemente, Mantua se encuentra muy cerca de Verona, ciudad dónde se sitúa la tragedia Romeo y Julieta de Shakespeare.

Un hecho curioso que me hizo pensar que hay amores que la muerte no separa y que, en algunos casos, se hacen inmortales.

:·:

08 noviembre 2011

Fuego oscuro

All Me
by ~OpenEyez | Deviantart.com »

Arribaron al antiguo hostel de campo al mediodía. La tormenta se cernía amenazante y se desató pocos minutos después de que Alejandra y su hija, Jorge y Nina entraron y se acomodaron en sus habitaciones. Bajaron los cuatro al comedor para comer algo ligero, se acomodaron en los sillones mientras veían la tormenta por las ventanas de la galería.
Alejandra estaba muy interesada en rastrear a una persona en ese lugar. Dispuesta a lograr su cometido como fuera, planeó el viaje una semana antes y se llevó a su hija y a su mejor amiga Nina, que no se encontraba en un buen momento, sentimentalmente hablando. Y Jorge se ofreció a llevarlas a todas en su viejo Valiant, aunque fueran cuatro horas y media de viaje desde Buenos Aires hasta Azul. Estaba dispuesto a no separarse de Alejandra ni siquiera por ese fin de semana largo, en la esperanza de que ella aflojara de una vez por todas y le otorgara el codiciado puesto de "novio oficial".
Nina se retiró con la excusa de darse un baño. Alejandra y Jorge conversaban con el dueño del lugar mientras la nena se iba quedando dormida plácidamente en brazos de su madre.
–Dámela que la llevo a la cama. –dijo Jorge, en voz baja. Tomó a la nena en brazos y caminó despacio hasta la habitación. Golpeó suavemente y esperó.
La puerta se abrió. Jorge se quedó algo sorprendido.
Entró, acostó cuidadosamente a Sabrina en su cama y luego se dio vuelta a mirar de nuevo a Nina.
–¿Qué? –dijo ella.
Por primera vez desde que la conocía, veía a Nina a cara lavada, sin su maquillaje dark: no llevaba los ojos y párpados negros ni los labios rojos, sólo llevaba un poco de rimel y brillo labial rosa. Notó que su piel era sonrosada y no tan pálida como le había parecido siempre. Se había puesto un solero largo de bambula color canela (que seguramente era de su amiga, porque en su guardarropa sólo cabían prendas de tonos oscuros) que dejaba entrever el corpiño negro.
–¿Qué te pasó? –preguntó Jorge, en voz baja.
–Me bañé y me di cuenta que me olvidé el neceser en casa de Ale. Tendré que prescindir del maquillaje por estos tres días.
–Y lo bien que hacés. Ahora sí parecés una mujer de verdad. –respondió Jorge, sarcástico.
Nina lo miró con ganas de que el techo se le cayera encima. Agarró sus cigarrillos y salió rápidamente sin cerrar la puerta.
–Hum, creo que metí la pata. –murmuró Jorge para sí.
Salió, cerrando la puerta cuidadosamente, y se encaminó a donde se había ido Nina. La encontró al final de la galería posterior, sentada en el suelo, fumando, con la mirada perdida en el tranquilo paisaje. La lluvia había cesado y todo en el parque estaba húmedo. Unos pájaros correteaban en el pasto en busca de algún insecto.
–Hola, tonta. –dijo al fin Jorge, en voz baja, con las manos en los bolsillos del jogging y apoyando el hombro en la pared.
Nina giró la cabeza, no dijo nada y volvió a su posición anterior.
 –En serio, estás linda así, al natural, sin esa ropa rara y sin esa pintura negra encima de los ojos. Nunca entendí el objetivo de afearse hasta parecer la hermana de Drácula.
–Vos no entendés nada, jovato. –contestó dando una pitada a su cigarrillo.
–¿Cuál es la onda de vestirse a lo Noche de Brujas todo el año?
Ella no le contestó. Lo miró con una mueca de ironía y lanzó una leve nube de humo. Jorge continuó hablando.
–En mi época, o eras Dark, Punk, Posmoderno o New Romantic. Todavía no se cuál es la diferencia.
Nina giró los ojos y se encogió de hombros.
–Hum, me voy a seguir quedando con la duda, parece.
–¿Y qué esperabas? –dijo ella con sorna. Volvió pitar su cigarrillo y, suavizando el tono de voz, le preguntó: –¿Querés saber por qué soy así? ¿De verdad querés que te cuente?
Jorge se sorprendió y asintió. Se sentó junto a ella, que le habló con tono suavizado.
–Hace muchos años, yo era pendeja, me enamoré como loca de un compañero de colegio de mi hermano mayor. Era, como decías vos, un dark. Siempre vestido de negro impecable. Dibujaba muy bien y escribía poesías. Yo estaba encandilada con su aura intelectual, su aspecto sufriente, casi teatral. Me pareció hermoso. Fue vernos, y flechazo total. Un día… –suspiró, pitó otra vez el cigarrillo y soltó el humo lentamente. –Un día me entero que el idiota fue a parar al hospital por una sobredosis de heroína. Yo fui la primera que cayó en el interrogatorio, y yo te juro que no tenía ni la más puta idea de que se daba con algo tan pesado. Un porro sí, no es nada del otro mundo. Pero esa clase de ácidos, al menos a mí nunca me había mostrado nada. Mis viejos cuando se enteraron se recalentaron y me prohibieron volver a verlo. Me prohibieron incluso que me lookeara como él, ¿podés creer? Cuando se recuperó, nos veíamos a escondidas, y empezamos a frecuentar lugares under. Yo estaba maravillada de toda esa movida... Cómo hacer del sufrimiento una filosofía, y aún así encontrar sentido a esta vida. Volvimos a enamorarnos y fuimos felices. Incluso fantaseábamos con escaparnos e irnos a vivir juntos. –hizo una pausa, dio una pitada más larga y soltó el humo con los ojos cerrados. –Y lo hubiéramos hecho, pero la felicidad nos duró poco. Estuvo en tratamiento para dejar las drogas pero siempre volvía a caer, pasaba de la euforia a la desesperación, a veces me gritaba que no quería verme nunca más y otras veces venía llorando a pedirme perdón y que no lo dejara. Y al final, cagó fuego... Sobredosis. Sufrió un par de días y murió de un paro cardíaco...
Tiró la colilla al piso y la aplastó suavemente. Miró a Jorge con los ojos húmedos.
–Ése fue mi primer amor, el más grande, y juré que iba a ser el último. Me quedé con sus dibujos y sus poemas, como un tesoro. Decidí yo también, en su memoria, abrazar ese credo oscuro, vestir de negro y no permitir que nadie me quiera o me abrace… Bah, nadie no. Mi hermana, Lalo, Alejandra y la nena me abrazan, y yo los dejo porque son los únicos que de verdad me entienden y me quieren tal cual soy. El resto, patada en el orto. Incluso vos.
–Ahora lo entiendo todo… –dijo Jorge luego de una breve pausa. Por primera vez la vio como una mujer, humana en cuerpo y alma, y sintió algo de pena, tal vez porque se vio reflejado en su pena por la pérdida de un gran amor.
–Ya ves, como dice Ale, todo tiene una explicación. –dijo ella.
–¿Y por eso siempre jugás al “toco y me voy”?
–Ajá.
–¿Y pensás seguir así toda la vida?
–¡Mirá quién habla…!
–Qué desperdicio. Es una pena, la verdad.
–Confío en que esto se queda acá y vas a tener la boca cerrada.
–No sé… –dijo Jorge, mirándola desafiante. Ella levantó la vista ceñuda y él continuó: –A lo mejor te gustaría cerrármela con un beso.
El pedido no se hizo esperar. Ella se le acercó y le dio un apretado beso en los labios… seguido de un sonoro cachetazo.
Nina se levantó y se alejó a paso rápido. Jorge se quedó quieto, un poco aturdido, acomodándose los lentes mientras pensaba si eso formaría parte de algún ritual o, peor aún, una maldición de alguna de esas extrañas tribus urbanas. Le dolía la punta de la lengua: seguramente se la había mordido por accidente con el golpe.
Sintió escalofríos y un hormigueo justo ahí donde termina la espalda. Se arrepintió enormemente de haber querido acercarse tanto a ese fuego oscuro.
–¿Qué te pasa? –preguntó Alejandra a Nina al verla cruzar.
–Nada. –dijo ella. Pero no pudo disimular que aún tenía los ojos húmedos.
–¿Nada…? ¿Seguro? –volvió a preguntar su amiga, viendo la silueta de Jorge acercándose por el pasillo.
Nina suspiró, confesó rápidamente y en voz baja:
–Me sentía triste, el tarado éste me quiso abrazar y le metí un sopapo. No entiende que no me gusta que me toquen. Perdoname Ale, no pude evitarlo.
–Ay, tontis, conmigo está todo bien. –dijo, agarrándole las dos manos con dulzura.
Jorge pasó delante de ellas, mirándolas de reojo y tocándose la mejilla colorada.
–Nah, no está enojado. –dijo Alejandra una vez que Jorge entró en su habitación. Guiñó un ojo a su amiga y añadió: –Le hace falta una sacudida amorosa. Yo me encargo de eso más tarde.
Esa fue la primera y última vez que estuvieron tan cerca el uno del otro. A pesar del incidente, Jorge no le tuvo rencor y siguieron siendo amigos durante muchos años, tal vez porque no les quedaba otra opción: ambos estaban fuertemente conectados con Alejandra (ella como amiga y él como amante) y forzosamente tenían que compartirla.
Ninguno olvidó lo ocurrido esa tarde, ni hablaron al respecto hasta que fueron lo suficientemente viejos para confesarlo y reírse del asunto.

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