07 julio 2016

Mesa de mujeres II: Según pasan los años

Their sweet April 9 by aprelka | Deviantart.com
Es jueves, y como todos los jueves, nos juntamos con las chicas después del trabajo a cenar y chusmearnos todo.
 –¿Y che, cómo te fue en la fiesta del viernes?– me preguntó Vanesa.
–Ah sí, re bien. –dije yo, y luego hablé para todas: –Les cuento: el viernes pasado nos juntamos con el grupo de la secundaria. Lo hacemos dos veces por año, armamos una fiesta en el patio cerrado del colegio, como en los viejos tiempos, y vienen casi todos los de la división, incluyendo compañeros de otros años. Lindo encuentro, buena música, buen ambiente. Aaahhh... Y no sabés quién fue, Vane.
–¿Quién, quién? –dijeron todas en coro.
–Nico, un pibe del colegio. Yo estaba en segundo año y él en quinto. Vos te acordás, Vane, del flaquito...
–¡Nooo! ¿Nico? –exclamó Vanesa.
–Epa epa. –dijo Aldana riendo. –¿Amores de secundaria?
–¿Sabés lo que es encontrarte después de 30 años con el pibe que te hacía calentar la cabeza de pendeja?
 –Naaaah, ¡te moriste de amor! –dijo Rita.
–Morirme sí, –dije, tomando otro sorbo de cerveza,– pero no de amor precisamente. ¡Cómo les explico, che! ¡Está hecho mierda! Pero mierda mal, eh. Vos Vane te acordás bien, que era flaco, alto, de rulos, los ojazos impresionantes, esa voz suave que te hacía caer los calzones...
–Sí que me acuerdo, boluda. –contestó Vanesa, meneando la cabeza. –Me tenía que fumar tus ataques de enamoramiento, me daban ganas de darte un sillazo en la cabeza para que pararas un poco. Menos mal que no íbamos al mismo colegio porque sino le daba otro sillazo a él, pero por creído.
–¡Pero che!, –exclamó Aldana. –¿Tan mal lo encontraste?
–Bueno, a ver, no está particularmente gordo pero tiene buzarda, se peló porque se le volaron todas las chapas del frente, tiene arrugas muy marcadas por todos lados, papada, los ojos embolsados, la voz reventada como si hubiese gritado goles toda la noche. ¡Hasta me juego que se hizo el comedor a nuevo, eh!
 –¿Y hablaron de algo? –preguntó Vanesa. –¿Se acordaba que te morías por él?
–Nos saludamos, sí, pero hablamos poco. Sí, capaz se acordaba. O no, andá a saber. Al principio vino al grupo de las chicas haciéndose el gallito como en los viejos tiempos, hablaba a los gritos con los amigotes, se hacían los cancheros. Pero a medida que avanzaba la noche me parece que se deprimió entre tanta gente cambiada y toda la música que bailábamos en los '80, porque ya no estaba tan chispita como cuando llegó. O se agarró un pedo triste con el whisky, qué se yo.
 –Bueh, flojito el amigo. –dijo Aldana. –Para qué chupa si no aguanta.
–Qué flash... –dijo Rita.
–No te das una idea, no parecía la misma persona. Yo pensaba, si hubiese un aparato que te muestre cómo estás ahora y cómo vas a quedar dentro de 30 años, creo que éste se pegaba un tiro.
–O se hubiese cuidado un poco. –dijo Aldana. –El tiempo nos pasa factura a todos. Pero a algunos como que les cobra retroactivo e intereses.
–Viste, por lo general, a los tipos lindos les pasan los años y se mantienen, incluso hasta mejoran. –comentó Vanesa.
–Sí pero éste, ¡puf!, a éste le pasó por encima un camión con acoplado.
 –Y nosotras, que nos recontra cuidamos meta dieta y gimnasio... –suspiró Rita. –Al final, terminamos entre viejos chotos, panzones y pelados…
–… y con prótesis en los dientes! –agregó Vanesa. Todas nos reímos con ganas.
–¡A no deprimirse, chiquis, que todavía quedan hombres bien plantados! –dije en voz alta y dando palmadas. –¿Pedimos otra cerveza y la pizza?
Todas respondimos afirmativamente y al unísono. La cerveza llegó primero, nos servimos y levantamos los vasos en alto y brindamos por Nico y su decrepitud.

Y el ex flaquito, en algún lugar de Buenos Aires, imagino que habrá sentido un leve ardor en la oreja, que según dice la leyenda, te pasa cuando alguien está hablando mal de vos o te está sacando el cuero.

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