30 noviembre 2012

El misterio

Sleeping beauty by stimpy39 | Deviantart.com
Lo veo dormido, tan pacífico como un chico. No ronca ni habla en sueños como suelen hacer otros hombres.

¿Qué fué lo que me atrajo de él en cuanto lo conocí? Sus ojos, sin lugar a duda. Había algo en esa mirada que me daba curiosidad por descubrir. Un misterio, un enigma, una puerta que daba a un interior semioscuro. Luego, fue su sonrisa. Por algún motivo veía que reía y no reía al mismo tiempo, estaba alegre y también triste. El tono de su voz, de un color y calidez inigualables. Acepté salir con él porque me moría por conocer el secreto detrás de esa mirada. Esa noche, cerveza mediante, hablamos de muchas cosas, nos reímos, nos conocimos, nos gustamos, nos acercamos un poco más. Me dijo que era hermosa, que tenía magia, que era una mujer entre fatal y racional al mismo tiempo, con mucho más para dar a un hombre que el resto de las féminas.
En ese preciso momento se derribaron todas las murallas a mi alrededor. Era yo, mi yo mujer en cuerpo y alma. Sentí su perfume, una extraña combinación que me recordó el entrañable olor de la tierra seca que se moja con las primeras gotas de lluvia. No lo dudé, quería estar con él toda la noche. Y así fue que lo seguí de la mano sin titubear hasta donde quiso llevarme.
Ahora lo veo dormido, tan pacífico, como un chico. No ronca ni habla en sueños como suelen hacer otros hombres. Le acaricio la espalda con mucha suavidad. Ahora sé que quiero volver a verlo, descubrirlo un poco más todos los días, reírme con él, caminar con él,  sentir el sol, la lluvia y el viento con él, hablar de tantas cosas con él, incluso hasta pelear un poquito para ver hasta dónde le llega la paciencia.
Él abre los ojos y me mira.
Y en ese instante, fugaz como un relámpago, veo en lo profundo de esos ojos oscuros el misterio que me llevó hasta ese lugar: vi el interior de un hombre vacío, asustado, caótico, quebrado, cansado, desesperado, confundido e infinitamente triste. Un hombre que no ve la hora de que me vaya a casa y lo deje solo.
Descubro, con mucho dolor, que metí la pata: nunca más lo voy a volver a ver.

Nunca más lo volví a ver.

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13 noviembre 2012

La camisa de la suerte

Everything you say is fire by *LukasSowada | Deviantart.com
Ni con todas la palabras del mundo podría (y eso que él era escritor) describir el amor que le tenía a esa prenda. 

–Gordi, decime la verdad de una vez, ¿no te gustó la camisa que te regalé?
El Gordi, levantó la mirada de la pantalla de la computadora, y la miró por encima de sus lentes redondos estilo John Lennon. Chasqueó la lengua y dijo, volviendo a su tarea:
–¡Ah! No digas tonteras, negri. 
–No te gustó.
–Sí me gustó.
–Pero no te la ponés nunca.
–¿Cómo que no? Me la puse la semana pasada que fuimos a comer con tus viejos, ¿o no?
–Sí pero...
–¿Pero?
–Ayer vi que te etiquetaron en Facebook, en el estreno de la obra de teatro de tu amigo. Tenés puesta la misma camisa horrible de cuadritos azules.
–Ehmmm... sí. 
–Y en el evento homenaje de la semana pasada también la tenías puesta.
–Sí...
–¡Y el día que te hicieron la entrevista para el canal cultural también la tenías puesta! ¡Da vergüenza ajena! ¡Como si no tuvieras pilchas decentes que ponerte, andás hecho un hippie roñoso, por dió!
El gordi se rascó la cabeza y puso cara de circunstancias. La negri volvió al ataque:
–Pensé que ese color te gustaba, además es de buena marca, no es berreta... ¿Por qué insistís en ponerte esa camisa chota? Tiene mil años y ni ste abrochan los botones.
–Sí me abrochan. –se defendió el Gordi con el ceño fruncido.
–Seh seh, te abrochan, pero te sentás y salen volando como misiles, capaz que dejás tuerto a alguno.
–Bueh, no jodas...
–En serio, te digo, hacé algo con eso porque un día me voy a calentar mal y la voy a meter en una bolsa con toda la ropa para donar.
–¡Ni se te ocurra, eh! –dijo el Gordi, algo preocupado por la amenaza.
La negri se terminó el café, dejó las tazas en la pileta de la cocina, guardó su netbook en el bolso y se fue, no sin antes despedirse cariñosamente del Gordi.

Él se quedó un par de horas más escribiendo. Cuando lo venció el sueño, apagó todo y se fue al baño a lavarse los dientes y ponerse el piyama. Frente al ropero, se dispuso a preparar la ropa que se pondría al día siguiente para ir a una muestra de arte. Preparó el pantalón, los borcegos, un par de medias y una remera blanca lisa. Y miró el sector donde guardaba sus camisas. Sacó la famosa camisa de cuadritos azules, prolijamente colgada en una percha forrada de gamuza bordó.
La miró unos segundos. Es cierto que ya estaba viejita, algo raída en el cuello y los puños, y estaba pidiendo a los gritos pasar a retiro. Pero el Gordi se resistía. Ni con todas la palabras del mundo podría (y eso que él era escritor) describir el amor que le tenía a esa prenda. Si quería que un proyecto saliera bien, o si quería una entrevista, cerrar un contrato, tenía que usar esa camisa. ¡Si hasta el día que le presentaron a la Negri la tenía puesta!
"Cada vez que me la pongo me pasan cosas buenas. Qué se yo. Suerte, cábala, comodidad. Las minas no entienden nada. Ellas porque tienen doscientos pares de zapatos, trescientas remeras, cuatrocientos pantalones, y quichicientos corpiños de todos los colores inimaginables. ¡Y nunca les alcanza!".
Miró también, la camisa nueva que ella le regaló. La sacó del perchero con la otra mano. Era canchera, de color beige con finas líneas blancas, de tela suave y con olorcito a nuevo.
Levantó las cejas y miró la camisa de cuadritos azules. Luego a la nueva. Y de nuevo la vieja.
La camisa nueva volvió a su lugar en el ropero, y la favorecida camisa de la suerte en la silla junto con el resto de la ropa. Suspiró y se metió en la cama.
"En fin, ninguna mina lo entendería. Y dicen que los hombres no sabemos nada del amor."


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07 noviembre 2012

Lleno de nada

'Años llenos de nada' by Aleare


Eduardo del V: Estás tan lleno de NADA que ahora sólo me das lástima. Le saqué la dedicatoria al relato que te escribí, porque no te lo merecías.

Y deseo que vivas muchos años, y que te traten de la misma forma que vos me trataste a mí.

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05 noviembre 2012

La espera

01:12am is raining by *Jungshan | Deviantart.com »
"La mujer de negro que siempre se me aparecía en mis sueños, me miraba desde la orilla y me hacía regresar."

–¿Por qué nunca me hablás de mi mamá?

Carmen levantó la cabeza lentamente. Sus ojos pacíficos siempre rebozan amor, aún cuando hago esas preguntas difíciles de contestar.
–Ya te dije por qué, hijita. –me respondió, volviendo a su libro.
–Pero quiero saber, má. Ya no soy una nena. ¡No puedo vivir toda la vida sin saber nada!
–Una promesa es una promesa, mi amor. –contestó sin inmutarse.
–¿Pero quienes fueron mis padres? ¿Qué hacían? ¿Están vivos, están muertos? ¿No me querían? 
Carmen se pasó la mano por la sien, como buscando las palabras justas para no traicionar su secreto.
–Tu mamá te quería, y porque te quería te trajo a nosotros. Ninguno de tus padres es una mala persona.
–Pero...
–El amor, si no se controla, trae consecuencias; eso vos lo sabés bien. La diferencia es que tus padres eran demasiado jóvenes cuando pasó, tiernitos, inexpertos. Habían vivido toda su vida en una burbuja y de pronto se encontraron con la noticia de que iban a ser padres. Y que todo el mundo estaba en contra. Tuvieron que madurar de golpe y decidir: seguir adelante pase lo que pase, o renunciar a ese amor y su fruto, y construir en el futuro una vida mejor. Decidieron que esto último era lo mejor para todos.
–Y... ¿nunca se arrepintieron?
De pronto, la expresión de Carmen, por un segundo, cambió.
–No. –dijo rápidamente. –Pero te puedo asegurar que siempre estuvieron al tanto de tu vida, y están convencidos que hicieron la mejor elección posible por tu felicidad.
Yo no lo podía entender. Porque también me encontré un día con la noticia de que estaba embarazada y sin embargo seguí adelante, aún sin el apoyo incondicional del co-autor del hecho. Y nunca se me hubiese pasado por la cabeza separarme de mi hija, aún cuando las condiciones me fueron desfavorables. Pero claro, yo ya tenía veintitantos años y...
Como si me leyera el pensamiento, Carmen continuó:
–Pero tenés que entender que eran otras épocas, hija. En ese entonces, las mujeres éramos criadas para ser virtuosas y casarnos vírgenes, ser buenas esposas, madres y amas de casa. Hoy en día ese rigor ya no existe. El mundo cambió, para bien o para mal, pero cambió. Nosotros te criamos para que fueras fuerte, independiente, para que nunca tuvieras que tomar una decisión como la que tomaron tus padres.
Bajé la cabeza, con los ojos húmedos. Ella siguió hablando:
–Solo puedo decirte que ambos son excelentes personas. Y que aún te quieren. Sabés, no es fácil para mí tener que guardar este secreto y verte sufrir por ello. Pero una promesa es una promesa, fue la única condición que tu mamá me impuso. ¡Pero calma! Ya llegará el día en que puedan reencontrarse y conocerse, tenés que ser paciente y confiar.
–¡Pero hasta cuándo voy a esperar! –dije, con la voz temblando, y me fui.
Salí al jardín y me senté en la vereda de piedra.
Me sentía enjaulada, desesperada, atrapada por un secreto que tal vez nunca llegaría a conocer. ¿Tendría que salir a buscar respuestas por mí misma?

Esa noche soñé, soñé que me embarcaba en un bote y remaba en aguas calmas, entre la neblina, queriendo adentrarme en ese lago para ver qué había más allá. Y de pronto esa mujer, la mujer de negro que siempre se me aparecía en mis sueños, me miraba desde la orilla y me hacía regresar. Yo estaba enojada y frustrada. Intenté subir al bote otra vez, pero éste misteriosamente regresaba a la orilla como movido por una mano gigante. Salté y me tiré en la arena, haciendo un berrinche fenomenal como no lo hacía desde que era niña.
"Espera y la verdad vendrá" dijo la mujer con tono autoritario.
Y desperté.


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26 octubre 2012

Cuando la vida nos sorprende

Daffodilly by ~noku-tsuki | Deviantart.com

–Hola. ¿Te molesta si me siento acá?
Tan ensimismada estaba yo en mis pensamientos que sólo atiné a mover la cabeza sin pronunciar palabra. El Starbucks estaba hasta las manos en esa mañana fría de agosto y yo intentaba sin éxito escribir algo en mi libreta. Me dí a la tarea de hacer dibujos sin sentido hasta que se me ocurriera alguna buena idea. Hice algo parecido a un narciso y lo pinté con resaltador amarillo.
–Me gusta esa flor que dibujaste. Es un narciso, ¿no? –escucho decir a mi eventual acompañante en el sillón.
Levanté la mirada para verlo mejor porque cuando me preguntó ni siquiera me tomé ese trabajo.
"Ay ay ay, me morí y estoy en el cielo" pensé. No había visto una fisonomía más delicada ni un par de ojos celestegrises más bonitos en toda mi vida. Hasta las arruguillas alrededor de sus ojos eran increíblemente perfectas. Un ángel masculino, sí señor.
Él sorbió su café y me miró con una leve sonrisa. Le devolví el gesto y bajé la mirada. Me preguntó si esperaba a alguien y le dije que no, que me habían cancelado una reunión y no quería volver a la oficina temprano. Él me contó que tenía que encontrarse con alguien pero nunca apareció y decidió tomarse un café para no sentirse tan idiota.
¡Por favor! ¿Qué estúpida dejaría plantado a semejante bombón? Como para agarrarla a trompadas.
Conversamos de cosas nimias y una hora después, con más confianza, hablamos de nuestras vidas. Estado civil, soltero igual que yo (eso lo hizo mucho más fascinante). Su profesión, electricista. Y su lugar de residencia, una pequeña ciudad en la provincia de Buenos Aires llamada General Pinto.
Decidimos salir a caminar un rato. El sol estaba delicioso y dimos un paseo por Plaza San Martín. Por alguna involuntaria razón (o tal vez no) me tomó de la mano al subir las escaleras. De pronto, me quedé parada en un escalón a la misma altura que él, y él se acercó suavemente para darme un beso. No sé cuánto tiempo pasó desde ese instante, pero cuando nos dimos cuenta estábamos fuertemente amarrados uno al otro con nuestros brazos por debajo de los abrigos.
–¿Sabés? Encontrarte a vos hoy fue una sorpresa más linda que tuve en mucho tiempo. –murmuró.
–La vida siempre nos sorprende. –le susurré al oído.
Una melodía sonó. Él metió rápidamente la mano en el bolsillo y atendió el celular. Una voz de mujer se escuchó del otro lado. Él le habló, un poco nervioso. Ella le pedía su ubicación para pasar a buscarlo y él le indicaba que pasara del otro extremo de la plaza, sobre Santa Fe. Cortó y me dijo que era la persona que lo había dejado plantado esa mañana.
–Es mi jefa. –dijo, como disculpándose.
–La patrona... –repliqué arqueando las cejas.
–No no, de verdad es mi jefa. Y es un sargento. –contestó guardando el teléfono.
Me miró y me dio un fuerte abrazo, aspiró con fuerza el perfume de mi cuello y me confesó que luego de cierto trámite que tenía que hacer con la mencionada se estaba volviendo a su ciudad. Que venía a Buenos Aires una o dos veces al mes por trámites de trabajo, y luego tenía que volver. "Quisiera poder quedarme más tiempo" confesó. Yo no me inmuté, porque ya estaba acostumbrada que en mi mundo, luego del vals, cuando dan las doce campanadas, es el príncipe el que huye mientras la princesa se queda mirando desde lo alto de la escalinata, con el zapatito en la mano, deseando tener la puntería necesaria para darle un perfecto taconazo en medio de la cabeza.
Caminamos de la mano hasta la esquina. Rápidamente saqué mi cuaderno, corté como pude la hoja donde había dibujado la flor. En ese momento un auto celeste toca bocina.
–Para vos. –le dije, poniendo la hoja doblada en la mano de él.
Me sonrió, a modo de despedida. Cruzó la calle y subió rápidamente al auto.
Yo giré para bajar por la Av. Alem hasta la redacción del diario. Me asomé al despacho de mi jefe y lo encontré hablando por teléfono, histérico. Me miró por encima de los lentes y levantó la mano por todo saludo.
–Cuando vos no estás, ni él se aguanta. –me dice uno de los editores que rondaba por la puerta, esperando hablar con él.
Suspiré y llamé al restaurante para pedir su plato favorito para el almuerzo: ñoquis con bolognesa; siempre lo dejan de buen humor.

El tiempo pasó y ya casi me había olvidado de mi casual encuentro con ese ángel, hasta que una mañana bien temprano me encuentro en mi escritorio un ramito de narcisos amarillos y un sobrecito con mi nombre. Lo abro. Encontré una tarjeta blanca que decía: "Hoy 12:30 en las escaleras de la plaza". El corazón me latía alocado. Narcisos, las escaleras de Plaza San Martín... ¿Es posible que fuera él? ¿Que no me haya olvidado?
Corrí a la recepción del edificio y pregunté quién me había dejado el presente y cómo era. El guardia me dio una descripción que coincidía mucho con la de mi recuerdo de él. Yo estaba anonadada y me llovían estrellitas.
En efecto, él estaba esperándome ahí, en el lugar y la hora señalados. Con la misma mirada, la misma sonrisa, el mismo abrazo apretado y la misma forma de besar. No hubo preguntas ni cuestionamientos ni explicaciones de nada.
Cuando la vida te sorprende así, simplemente, hay que dejarse llevar.


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18 octubre 2012

Ojos de caleidoscopio

Spirit Guide by ~RedBlizzard | Deviantart.com
"Esa mirada melancólica, que parece haber atravesado el Mar del Tiempo desde lo más profundo"
"Un día, una fría mañana, el hombre que de verdad me ama vendrá por mí, con su sobretodo negro y su larga bufanda blanca. Y yo, sin saber si estoy despierta o soñando, voy a escapar por la ventana para irme con él. Voy a dejar atrás la vida que había vivido hasta ese momento para volver con él a donde pertenecemos. Él me ha buscado y me ha encontrado. Yo lo he esperado y a partir de ahora seremos inseparables, como siempre debió haber sido. 
¿Cómo es él? ¡Es hermoso! Podría estar un día entero describiéndolo. Pero lo más bello y misterioso de él son sus ojos. A veces son azules, otras veces son verdes, grises, o ámbar. Ojos de caleidoscopio, como los de Lucy. Pero en esa mirada melancólica, que parece haber atravesado el Mar del Tiempo desde lo más profundo y hacia lo infinito, se esconde el secreto para llegar a Pepperland." 

"El camino a Pepperland" es un raro relato onírico escrito por mí en 2001... Me gustó esta parte, y por eso la transcribo aquí, un poco editada. No me trae buenos recuerdos porque fue escrito en una época oscura de mi vida. Oh sí, mi vida está llena de épocas oscuras. Pero está bien escrito a pesar de todo. La parte original (o tal vez no tanto) está en que la historia está ambientada en la mística Beatle del "Yellow Submarine" y habla, oh casualidad, del amor entre un hombre vestido de negro y una mujer vestida de blanco. Como John y Yoko. Siempre admiré ese amor, esa unión, esa simbiosis entre ellos dos. Y yo decía, wauuu quiero un amor así en mi vida.

Supongo que con una buena edición y arreglos se puede sacar algo interesante de esto. Las cosas que se encuentran revolviendo backups, ¿no?


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