19 marzo 2012

Diez preservativos

colorfull world by ~cannibalubz | Deviantart.com »
Esto me pasó, hace mucho tiempo, en el supermercado que está en la esquina de Rivadavia y Carlos Pellegrini. En ese entonces estaba casada y trabajaba cerca de ahí, por lo que solía pasar después de mi horario de trabajo para hacer las compras en un solo lugar antes de ir a casa. En esa vuelta compré un poco de todo, y de pasada por la góndola de perfumería vi de oferta la caja de diez preservativos. Sí, leíste bien. Preservativos, forros, condones, globitos, etc. Como les decía, estaba casada pero no estaba en nuestros planes encargarle a la cigüeña, aunque sí escribíamos cartitas con frecuencia. Bueno, se entiende, ¿no? Sigamos. Agarré la cajita y seguí mi recorrido. Pasé por caja y pagué mi compras. Paso por la puerta y... Priiin priiin priiin. La alarma antirrobos sonó descontrolada. El guardia me pidió el ticket y se puso a cotejar uno por uno todos los productos de la bolsa. Todo en orden. Pasó la bolsa y la alarma se activó de nuevo. Ahora, empezó a sacar uno por uno los productos y pasarlos por la alarma a ver si sonaba. A todo esto, ya habíamos perdido como quince minutos y el lugar empezó a llenarse de gente. Siguió pasando por el lector yogures, manteca, galletitas, jabones, sin resultados positivos hasta que de pronto, la caja de condones activó la alarma. Bingo. Con toda la paciencia, el guardia cotejó que el producto coincidiera con lo que decía el ticket, y para eso llamó a un supervisor. El supervisor miró al guardia, me miró a mí, y luego le hizo una sonrisa socarrona al guardia. Cotejó, pasó la caja por el sensor varias veces. Desde donde estaba, le gritó a uno de los cajeros si no le averiguaba el código. ¿Para que carajo quería el código, si el problema era que sonaba la alarma? El cajero le dijo pero a los gritos y riéndose a carcajadas, y todo el público presente se enteró de cuál era el código de la caja de diez condones de oferta y quién fue la boluda que los compró. Yo, ya estaba con ganas de ahorcar a alguien.
–Perdón, ¿cuál es la gracia? Estoy hace veinte minutos esperando mientras ustedes se divierten. ¿Qué, ustedes no usan preservativos para coger? ¿O no cogen, directamente?
–Disculpe, señorita...
–¡Soy señora! Mire, hasta tengo anillo.
–Bueno, señora, lo que pasa es que no puede pasar un producto que haga sonar la alarma.
–No, lo que pasa es que ustedes me tomaron de punto porque compré una caja de diez forros. ¡Sí viejo, cojo mucho con mi marido! ¿Y qué? ¡Ahora quiero asentar mi queja con el encargado!

Ni falta hizo que lo llamaran, porque apareció al escuchar mis puteadas, y por suerte era mujer. Se puso al tanto del asunto, los recagó a pedos a los tres graciosos diciendo que bastaba con anotar el producto en una planilla y punto. Y luego me pidió las disculpas del caso, que mi queja iba a quedar asentada como correspondía y que no volvería a suceder. Y acotó, en voz baja y tono comprensivo:
–No hay nada que hacer; si un tipo compra forros es un capo, pero si es la mujer la que los compra, es una puta.
De más está decir que, al volver a casa, mi marido estaba encantado con la ganga, pero también se mató de risa al escuchar mi anécdota. En fin, hay que tener los cojones bien puestos para aprovechar una oferta de ese calibre y aguantarse las bromas.

Igual, al día de hoy nadie me sacó lo bailado. Con y sin forro.


^_^

27 febrero 2012

Hablé con Jesús (III)

Sweet Friendship by ~Sweety-Mausiii | Deviantart.com »


–Jesús, a veces quisiera poder entender el concepto de amistad que tienen los hombres.
–Amistad... ¿en que sentido?
–contesta él, levantando la vista lentamente.
–Amistad entre el hombre y la mujer. Qué se yo, viste cuando uno es chico tiene amistades de ambos sexos y todo es tan sencillo, hasta que llega la adolescencia y se confunde todo; cuando nos hacemos un poquito más grandes se complica tanto la cosa que todo se va al carajo. Mirá que yo no soy la mina más fuerte del mundo, pero todos los que se me acercan con intenciones de amistad, en realidad quieren coger. Digo, ¿a eso se reduce el concepto de amistad entre un hombre y una mujer adultos? O sea, cuando un tipo te dice "dale vamos al cine el finde", en realidad te están diciendo "che nena hace rato que no la pongo, haceme la gauchada, ¿eh?".
Jesús se empezó a reír silenciosamente. Se llevó una mano a la boca mientras yo retomaba el hilo:
–La cuestión es que tengo demasiados amigos. No digo que sea malo, al contrario, son todos buena gente, muy divertidos. Pero qué se yo, a mí me gustaría algo en serio. Porque vivir de amiguitos es relindo, re divertido, no hay celos ni reclamos, es un mundo perfecto. Pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Ya sé lo que estás pensando, "ah, ¿y por qué no lo hablás?". Porque, seamos honestos, una mujer que quiere algo más que una amistad de cama mete miedo. ¡Sí, mete miedo! Entonces huyen, desaparecen, y al tiempo se ponen de novios con alguna oligofrénica que los trata remal. ¿Cómo es la cuestión acá? ¿Por qué abandonan lo que realmente les hace bien? ¿Les gusta sufrir al pedo?
–¿Y al revés no te pasó?
–preguntó Jesús, arqueando una ceja.
–¿Cómo?
–Claro, que encuentres al fin al hombre correcto, el que te gusta, el que te conviene pero no le des bolilla porque según vos justo ese no es el indicado. ¿Me explico?
Lo miré, boquiabierta. Y en ese preciso instante, un nombre y unos ojos azules se me cruzaron por la mente.
Jorge.
–Ah... Yo, creo que sí. ¿Te conté de Jorge? Ese flaco que conocí en el cumpleaños de Lalo... Ese, bueno con ese sucede algo muy curioso. Somos amigos con derecho a roce ¿entendés?, me gusta, es buen tipo, se lleva bien con todos mis amigos y mi hija lo adora. Pero...
–¿Pero?
–Ay, me vas a decir que soy una boluda... Él sería el hombre perfecto si fuera porque quiere convertirme en una esposa-adorno.
–¿Cómo?

–Claro. Él quiere algo serio pero se va al otro extremo. Quiere una esposa dedicada, muchos hijos, en fin, una familia. Y yo... Yo no quiero esa vida. ¿Entendés? Mi destino no es ser un animal doméstico. Ya pasé por esa, y te aseguro que no es la clase de vida que quiero. No, no. Sé lo que quiero, quiero llegar más allá, ser más de lo que soy, no puedo darme el lujo de ponerme un lastre cuando estoy intentando volar.
Jesús anotaba en su cuaderno, con gesto serio. Unos segundos después acoté:
–Qué mina pelotuda, encuentro al príncipe azul y resulta que no es lo que quiero...
No pareció darle importancia. Suspiró y dijo:
–Tus padres, ¿siguen casados, verdad?
–Así es.

–Ellos son tus padres adoptivos.
–Ahá.
–Y de tus padres biológicos, ¿sabés algo en concreto?

Me quedé boquiabierta por segunda vez. No sé cuánto duró mi silencio, segundos o minutos. Escuché el canto de un pájaro a lo lejos, el rugir de un motor en la calle, la puerta del ascensor cerrándose con dos chasquidos.
El ya conocido sonido de tres campanadas dieron por terminada la sesión del día.


:·:

21 febrero 2012

De tu mano



Interesante versión de este clásico de los Beatles. Además de que es imposible ver y escuchar y no emocionarse.


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17 febrero 2012

Ayer

80s
by ~Alephunky | Deviantart.com »


Sucedió allá en agosto del 2002...

–¡Pero si es Alejandra! ¡Mirá qué cambiada que estás, che! –pronunció alguien a viva voz. Todos se dieron vuelta a mirarme. Yo,  en el medio, sonriendo y con cara de piedra, me preguntaba a mi misma quién carajo me mandó a este lugar.
Se trataba de una de esas típicas reuniones de ex alumnos del colegio. Esta vez se celebraban los 16 años de los egresados año 1986. Había asistido a la primera reunión y después a la tercera, y luego por esas cosas de la vida no había podido ir a las siguientes. Pero esta vez fue Kitty, mi compañera de banco durante los últimos 3 años de secundario, la que me había localizado a través de mi mamá y había insistido mucho en contar con mi asistencia al evento. "Va a ser lindo juntarnos todos de nuevo, vas a ver". Yo dudé. Pero finalmente decidí que "tal vez" esta reunión podría ser mejor que las dos anteriores. Las estiradas de mis compañeras y los conchetos de mis compañeros a lo mejor ya habían cambiado y sentado cabeza, las conversaciones girarían en torno a cuestiones más adultas: carreras, trabajos y ocupaciones, cónyuges, hijos, viajes...
Y ahora, en el salón de actos de mi viejo colegio secundario, con música ochentosa de fondo, las caras eran las mismas pero distintas. De las melenas espumosas de antaño no quedaron ni vestigios. No había aros gigantes a lo Madonna, ni pulseritas flúo, cinturitas marcadas y piernas de Barbie. Ahora veía en ellas muchas melenas rubias y lacias, siliconas, ojeras tapadas con capas de maquillaje corrector. En ellos, veía algunas cabezas rapadas a fuerza de ganarle a la calvicie prematura, tatuajes, canas y buzardas. Eso sí, el humo del cigarrillo me hizo acordar de pronto a las fumadas clandestinas en el baño o el taller de química, durante las horas libres.
Es cierto que de todos esos cambios, el cambio más notorio era el mío. Había sido hasta el último año, una  jovencita rellenita, de pelo oscuro muy largo y lacio, que coqueteaba con el estilo dark. Ahora, con varios kilos menos gracias a la crisis, con el pelo más corto y de color rojizo, pero con un vestido negro impecable.
Resumí al máximo mi biografía personal, sentimental y laboral durante esos últimos años, porque contar todo me hubiese llevado dos noches seguidas. No sé por qué les causó gracia mis dos traumáticos divorcios. Si algunas de ellas estaban divorciadas, no veía el sentido de reírse del ahogado...
La mayoría eran contadores y contadoras, abogados y abogadas, comerciantes y vendedoras, un solo ingeniero en sistemas, una veterinaria y una repostera. Nadie, por supuesto, hizo visible su preocupación ante los tiempos difíciles; todo el mundo sabe q lo último que se pierde no es la dignidad o el orgullo sino las apariencias.
Algunas se retiraron temprano, con la excusa de que sus hijos más chicos las reclamaban. El resto de la concurrencia siguió dándole a la charla y vitoreando las canciones de nuestra época que empezaban a sonar más fuerte. En un momento me sentí ahogada de tanto humo y me asomé a la ventana que daba al patio. Tury, el otrora fachero de la división por quien todas las chicas morían de amor, se me acercó a conversar. Me extrañó, porque años atrás no me daba ni la hora, no solo porque los chicos lindos no le hablan a las feas sino porque su novia de ese entonces me odiaba por no haberle soplado en un par de pruebas. Hablamos nimiedades pero estaba más interesado en mi estado civil actual que en otra cosa. Me dijo que me veía muy bien, que el tiempo me había tratado mucho mejor que a las otras chicas. Me dio su tarjeta e insistió que lo llamara para juntarnos un día de éstos, porque quería pautar un aviso para su empresa en la revista del domingo y quería que yo lo asesorara, pese a que le dije que esos asuntos se manejaban en el área comercial.
Ya terminando la reunión, me uní a Kitty y las demás organizadoras de la reunión para ayudar a ordenar un poco el salón de actos. Retiramos guirnaldas, el cartel enorme con nuestra foto del viaje de egresados ampliada, limpiamos mesas, juntamos vasos, botellas, restos de comida y ceniceros. Al terminar, Adry el rockero se llevó el amplificador y equipo de música al auto e insistió en llevarme a casa de mis padres. Fue extraño, porque Adry era otro de la división que tampoco me daba la hora. Él era el simpático, el popular, el más querido por todos, el rockerito rebelde que odiaba a los dark como yo, y decía con vehemencia que los punk y góticos éramos todos una manga de fracasados sin vida. Hablamos animadamente durante el corto viaje, y al bajar me dio la tarjeta de la remisería de la que era dueño, y también me invitó a llamarlo un día para ir a tomar algo y seguir en contacto. "Estás muy linda, en serio" me dijo antes de irse.
Entré a casa lo más silenciosamente posible. Subí a mi antigua habitación, donde mi hijita dormía plácidamente en mi antigua cama. Mamá me había dejado preparada la cama de las visitas para cuando llegara. Me puse el piyama y me acosté, pensando en que, si esto hubiera ocurrido dieciséis años atrás estaría loca de contenta. Pero ahora estaba perpleja. Hice un breve viaje al pasado sin salir del presente, a una etapa a la que no volvería ni por todo el oro del mundo. Y por si fuera poco, de ese extraño viaje me traje la invitación de dos galanes, como un extraño trofeo, como una revancha del ayer...

"Yesterday, 
all my troubles seemed so far away.
Now it looks as though they're here to stay.
Oh, I believe in yesterday."

En fin, mi vida no podía ser más complicada.


:·:

14 febrero 2012

Mi San Valentín


My Valentine - Paul McCartney by PaulMcCartney

Una canción de Paul, mi eterno amor, dedicada a todos mis amores, sin excepciones. Quise hacer una lista de todos ellos pero resultó ser muy larga, además de eso tenía que separarlos por categorías porque no todos los amores son iguales. Finalmente, desistí. Hay amores que mejor dejarlos ahí donde quedaron: en el cielo, en un árbol, en un libro, en una tarde de otoño, en el drenaje o bajo tierra.

Sigo creyendo que el único amor que dura para siempre es el amor a la distancia. Porque el amor es un constante malentendido, pero la ilusión es más fuerte que mil espadas.





♥_♥ 

03 febrero 2012

Difícil de explicar

Yo yo diría difícil de explicar, es difícil que suceda en la realidad.
Si a vos te sucede, ¡alegrate! Hay gente como yo que nunca
le ha sucedido, pero seguimos esperando.


:·:

20 enero 2012

Lo de anoche

Breakfast 7 by ~Condanna | Deviantart »
El sonido recurrente de dedos impactando ligera y rápidamente en el teclado de la notebook lo despertó. Abrió los ojos y vio a Alejandra sentada, desnuda, con el equipo apoyado en sus piernas cruzadas.
Sin sacar la vista de la pantalla y sin dejar de escribir, lo saludó:
–Buendía, muñeco. Hummm, ¿desayunamos en un ratito?
Jorge asintió, todavía adormilado. Giró sobre su hombro derecho y acarició la pierna de su compañera. Ella continuó escribiendo unos minutos y luego, con un bostezo, dio por terminada la tarea. Murmuró algo en voz baja antes de ponerse de pie y desperezarse. Dejó la notebook sobre la cómoda y se puso una musculosa blanca de lunares violetas que hacía juego en composé con una calza corta. Jorge se levantó minutos después, atraído por el olorcito del café recién filtrado. Se puso el pantalón, se lavó la cara y se mojó un poco el pelo. Con paso tranquilo se fue a la cocina, tomó asiento y siguió atento los preparativos del desayuno. Alejandra cortó una manzana verde en cubos. Luego separó dos compoteras, echó cereales, la fruta cortada y yogur bebible. Preparó un platito más chico sin yogur y lo dejó dentro de la jaula de su mascota.
–No le vas a dar eso a la rata... –dijo Jorge, frunciendo la nariz.
–¿Qué no? A Newton lo vuelve loco el müslix. Miralo.
Vio al roedor blanco tomar un copo de cereal y comerlo con leves crujidos. Alejandra sirvió café con leche, los cereales y dos vasos con jugo de naranja.
–¿En esta casa no hay otra cosa que comida naturista? –dijo él riendo, revolviendo el contenido de su plato con la cuchara.
–Comé eso que te va a hacer bien. Necesitás fibras y proteínas. ¡Já! No puedo creer que hace unos años comías ensaladas sin quejarte.
–Porque quería bajar la buzarda. Pero me sentía como una vaca comiendo pasto, te juro.
–Si después de eso te quedás con hambre te hago unas tostadas de pan integral.
–Con queso blanco descremado, ¿no?
–Of course.
–¿Y tu hija también come esto, pobre criatura?
–Sí, le gusta. Así compenso un poco las toneladas de golosinas y comida chatarra que come cuando se queda con el padre. Ah, creo que hay dulce de leche y unas Criollitas en la alacena. ¿querés?
–Dulce de leche... con leche de vaca, ¿no?
–preguntó Jorge, levantando una ceja.
–Y sí, ¿qué otro, sino? –contestó ella riendo.
–Qué se yo. Bueno, dale, traeme. Necesito algo de azúcares y grasas saturadas para empezar mi día.
Se levantó y volvió con las galletitas, un pote chico de dulce de leche y una cuchara.
El desayuno siguió en silencio. Jorge se estaba por engullir la quinta galletita cuando ella dijo con aire serio:
–Che... Lo de anoche... No significa nada, ¿estamos?
Jorge la miró, se encogió de hombros y contestó con la boca llena:
–¿Por qué? ¿no te gustó?
–No digo eso, hombre. Siempre hablando por el falo vos, eh.
–Y vos siempre con el libro de quejas bajo el brazo, ¡détends-toi, petite fille!
–En serio te digo. Somos amigos, y... No sé, anoche bajé la guardia, a lo mejor porque ese vinito se me subió a la cabeza, pero no es que haya algo más, este, ¿cómo te explico? Algo serio entre nosotros, ¿entendés? No es que no te quiera, al contrario, no seríamos amigos si no te quisiera, pero...
–... pero me querés. –dijo él, mirándola a los ojos.
Alejandra, que siempre tenía respuesta para todo, esta vez no supo qué replicar. Bajó la mirada, levantó su taza y la dejó en la pileta.
Jorge, riendo, preparó una galletita con un generoso copete de dulce de leche. Se la dio diciendo: –Tomá. Necesitás comer más azúcar.
Ella, de pie junto a la mesa, miró el tentador ofrecimiento, arrugando ligeramente el labio. La agarró, se la comió lentamente mientras él le rodeaba la cintura con el brazo y la sentaba sobre sus rodillas. Saboreó el aterciopelado manjar recordando lo mucho que le gustaba y cuán feliz la hacía. ¡Y cuánto lo extrañaba a causa de la bendita dieta!
–¿Eh bien? –preguntó él, apoyando el mentón en el menudo hombro.
–¿Me... preparás otra? –contestó ella, chupándose el dedo índice.


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17 enero 2012

Historia de una apuesta y una serenata

Laundry on a piece of art by ~smola | Deviantart »
–Y tus papás, ¿cómo se conocieron? –preguntó Alejandra a Jorge, mientras tomaban una copa de buen vino en el sofá.
–Te vas a reír. –contestó él. –Fue por una apuesta.
–¿Qué? ¡Una apuesta! ¡No jodas!
–Sí, tal cual. No es joda. Todo surgió en una fiesta de cumpleaños de un compañero de trabajo. En ese entonces ambos trabajaban en la fábrica de Canale, en San Telmo. Ella era taquígrafa y papá operario. Mamá ya estaba de novia con otro flaco, y el día de la fiesta los hombres tuvieron la brillante idea de competir a ver quién hacía fondo blanco con una cerveza. André aceptó el reto, le ganó a varios y desafió al novio de mamá. En el momento de decidir qué iban a poner en juego, el muy caradura de papá le dice al otro flaco: “Si yo gano, llevo a tu novia al cine este sábado”. Mi mamá apenas lo conocía, y puso cara de espanto. Le prohibió a su noviecito que le siguiera el juego, pero estaban todos tan escabiados que ni bola. Y bueh, el chabón perdió como un idiota. Se atragantó a la mitad de la botella, escupió para todos lados...
–Ay, bonito espectáculo... –dijo ella, con una mueca.
–Yo hubiese pagado por ver eso. Pero papá, siempre un caballero, le dijo a mamá que podía negarse a ir con él si de verdad no quería. Ella dudó, pero terminó aceptando la invitación sólo para darle un lección al noviecito choto. Si hay algo que ella siempre recuerda de esa salida, fue que papá se portó como un señorito inglés, la trató como a una princesa y no amago ni siquiera a ponerle una mano en el hombro. Poco después, mamá mandó al diablo al noviecito porque le contaron que lo vieron en un baile muy acaramelado con otra chica. Éste se defendió insistiendo que era una prima, pero nadie le creyó.
–¿Y así se pusieron de novios?
–No, todavía no. Fueron amigos durante un tiempo hasta que una noche, él volvía de una despedida de soltero, con un pedo de antología encima, tuvo la genial ocurrencia de irse hasta la casa de mamá y darle una serenata en medio de la calle para hacerle saber que quería ser algo más que un amigo. En ese entonces mi familia vivía en un segundo piso en San Telmo. Imaginate, noche de viernes, dos de la matina, un tipo cantando a los gritos “Strangers in the night” en medio de la calle, los vecinos se asomaron a decirle de todo, pero principalmente que cantaba como la mierda. Mi abuelo lo amenazaba con llamar a la policía y mi tío, que era chico, cagándose de risa lo silbaba y le pedía que cante otra. Mamá estaba tan avergonzada que no sabía dónde meterse; salió al balcón a decirle que se calle y se mande a mudar, pero nada.
–No sé tu mamá, pero yo en su lugar, me sentiría toda una Julieta.
–Lo más gracioso fue que mi abuelo bajó a la vereda y en eso se acercó el policía de la esquina, que escuchó el barullo.
–Uy, ¿y lo metieron preso?
–Nah, ¿con qué cargos? ¿Por curda o por desafinado? Eran otras épocas, donde todos hablando se podían entender.
–Cierto. ¿Y qué hizo el policía?
–Primero, se mató de risa mal. Después, aplacó los ánimos de los vecinos, lo recagó a pedos a papá y se lo llevó caminando hasta la pensión donde vivía, que eran como ocho cuadras de ahí. Mamá, que vio todo detrás de la cortina del balcón, se quedó con cargo de conciencia. Ella también pensó, ¡mirá si lo meten en cana por esa pavada! Se vieron el domingo en la iglesia después de misa. Papá se acercó a dar las disculpas por la molestia, y mi abuela, muy fresca como siempre, le pidió que los acompañara a desayunar al bar de la esquina. André dudó, pero la abuela insistió tanto que aceptó. El abuelo no estaba para nada contento. Mi tío le preguntaba si de verdad los franceses no se bañan nunca y otras guarradas por el estilo. Mamá tuvo otro ataque de vergüenza y casi no hablaba. Ya en la mesa, la abuela los hizo sentar juntos y le dijo a ella en secreto: «No seas esquiva y dale una oportunidad, qué se yo, tiene cara de buen pibe, es limpito, bien educado...». Mamá lo pensó y lo repensó, y ese lunes lo esperó a la salida del trabajo y le dijo que si de verdad la quería, que nunca más volviera a hacer una locura, so pena de tirarle un macetazo por la cabeza y no hablarle nunca más. André prometió portarse bien a cambio de que le diera bola. Y ahí empezaron a noviar. Te digo más, papá se hizo famoso en esa esquina, donde todos los vecinos lo conocían por el apodo de Frank Sinatra. Bueno, y así, dos años de novios, casorio de blanco y poco después de cumplir el primer aniversario de casados mamá anunció que estaba yo en camino. Colorín colorado.
–Qué ternura… Adoro los finales felices. –dijo Alejandra riendo, y alzando su copa anunció: –¡Brindo por ellos!

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14 enero 2012

Tan poco hombre

Drag Queen Model Face by ~Drag-mikahdowelli | Deviantart »

¿A dónde fuiste, eh? –dijo Jorge ni bien su esposa entró en la casa, con su hijo menor en el cochecito.
Hola, amor. Fuimos a pasear. –contestó ella, distraída.
Te fuiste a encontrar con un tipo. –retrucó él sin rodeos. –Y no digas que no, porque te vi.
Zara levantó la vista y lo miró, ceñuda.
–¿Qué? ¿Me viste? ¿Me estuviste espiando?
–Te seguí. –dijo, cruzándose de brazos. –Ahora quiero saber la verdad.
Zara dejó el bolso en la silla y sacó al pequeño del cochecito.
–Ok, mi amor, ¿querés que te cuente la verdad? Ningún problema. Pero no es lo que te estás imaginando.
Jorge esperó respuesta, impaciente, sin sacarle la vista a su mujer. No la veía nerviosa. Tenía esa misma sonrisa giocondesca que esbozaba cuando reprendía a alguno de sus hijos después de una travesura.
Puso al pequeño en su sillita alta, se sentó junto a él y le dio de comer un yogur que sacó de la heladera. Jorge no aguantaba más tanta parsimonia y explotó:
–¿Quien carajo es ese tipo con el que te encontrás todos los jueves? ¡Algún chongo del pasado, seguro! ¡Alguno que andaba en cosas raras y terminó en esa silla de ruedas! ¿Qué onda?
–Bajá un cambio, te digo que nada de lo que te imagi...
–¡Decime! ¿Acaso soy tan poco hombre para vos que tenés que andar buscándote otro macho? ¿Para qué? ¿Para que te escuche, para que te comprenda? ¿Yo estoy de adorno?
Zara lo miró seriamente. La sonrisa se le había ido de la cara. Resopló y contestó:
–Es muy feo lo que me estás diciendo. Muy feo. –luego, recobrando la serenidad, suspiró y continuó: –Vos te acordás, ¿no? cuando nos conocimos, yo vivía en Avellaneda, en el segundo piso de ese depósito viejo que a vos no te gustaba ni mierda.
–Y en un barrio con gente de dudosa reputación. –acotó él.
–Sí, lamentablemente sí. Pero era lo que yo podía pagar, y tuve la suerte de tener dos amores de vecinas que me querían mucho...
De pronto, Jorge sintió un nudo en la garganta seguido de un súbito ardor en el estómago.
Su mente se trasladó, hace seis años atrás, a aquel barrio pobre en Piñeyro, a aquel edificio cochambroso y descascarado. Y las dos vecinitas que su esposa mencionaba, Sole y Luly, siempre alegres y risueñas, con las uñas prolijamente pintadas, los ojos bien delineados, el pelo largo y cuidado, las que cuando lo veían venir a visitar a su novia lo saludaban efusivamente con dos besos, uno en cada mejilla...
Una milésima de segundo le alcanzó para darse cuenta por qué le parecían tan remotamente familiares las facciones y gestos de aquel hombre en silla de ruedas a quien su esposa visitaba todos los jueves sin decir nada, y a quienes él había espiado sigilosamente, sintiendo una punzada de celos como una espina en el corazón.
–¡¿Sole...?! –alcanzó a decir, estupefacto, temblando de vergüenza.
Su esposa asintió.
–Pero... pero... Sole, era travesti y, ehm... ¿qué le pasó? –balbuceó él, tomando asiento, abatido y avergonzado enormemente por haber juzgado a priori la situación.
–Ay, pobre Sole, ¿te acordás lo linda que estaba en nuestra fiesta de casamiento? El año pasado tuvo un accidente... Un grupito de pendejos nenes de mamá, fachosos y pasados de frula, la levantaron ahí en Palermo, donde ella laburaba. Le hicieron el cuento de que querían debutar pero en cuanto vieron que no había nadie cerca, la entraron a cagar a palos, meta trompadas y patadas en el suelo, hasta un botellazo le metieron y le hiceron varios cortes feos en la cara. Vieron que se les venía al humo un patrullero, se cagaron en los pantalones los muy cobardes, con tanta saña que al rajar la atropellaron. Fue a parar al hospital, pero sus parientes no quisieron hacerse cargo, justamente porque era travesti, "una vergüenza para la familia". ¡Mojigatos de mierda! Luly y otros amigos la cuidaron mientras tanto, porque no tenía a nadie más. Yo me enteré tarde, no me querían decir nada porque estaba en los últimos meses de embarazo, pero después que nació Alito, Luly me contó todo. Mirá lo mal que quedó pobre Sole que se cortó el pelo, dejó de depilarse y arreglarse, volvió a su estado original como quien dice. Volvió a ser Oscar Rimboldi. Por miedo. Pero ahora por suerte está superando bastante bien la fobia, ya ves, sale a pasear a la calle, antes no se asomaba ni al patio del hospital. Entró en rehabilitación por las piernas, tal vez tenga que usar muletas toda la vida, pero está mucho mejor la pobre. El pobre, la pobre... bah, ya no sé cómo decir.
Se quedaron en silencio unos instantes. No se oía otro ruido más que el de la cuchara raspando el fondo del pote. Zara le hizo unas gracias a su hijo, cuyos cachetes empezaban a ponerse colorados, y luego dijo a su esposo:
–Bueno, así están las cosas, ¿estás mejor ahora, que sabés la verdad?
Jorge no levantó la vista. No se animaba. Estaba pálido. Su hijo pequeño lo miraba sonriente mientras mamá le limpiaba la boca con una servilleta de papel.
–Por desconfiado te juro que te mandaría de un voleo en el orto a la casa de tu vieja. Pero como soy tan buena esposa y te amo a pesar de tus planteos de mierda, voy a dejar que vos le cambies el pañal a Alito. Puf, por el olor parece que está bien cargadito... Suerte.
La ironía de su esposa no disminuyó su arrepentimiento, al contrario. Dócil y obediente, se llevó a su hijo a la habitación para proceder.
–Es más, este domingo lo vamos a ir a visitar todos. Para que no te queden dudas. –le dijo Zara yendo hacia la cocina.
–Lo que vos digas, mi amor. –contestó él.
Ella rió triunfante, mientras se disponía a lavar algunos platos y tazas que habían quedado en la mesada. Gracias a la culpa disfrutaría por unos días de un marido sumiso y complaciente. Pero eso no era suficiente para compensar la trastada: algo tenía que pedirle a cambio. ¿Un perfume? ¿Ropa? ¿Una salida al teatro? Ya lo pensaría mejor.

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13 enero 2012