22 junio 2011

Siesta

fell off the world into my bed by bcharles | Deviantart »
Soñé con vos.
Entrabas despacio a la habitación, caminando suavemente. Sin hacer ruido buscaste tu lugar a mi costado. Sentí tu mano acariciar mi espalda, tu beso tibio en mi hombro, tus dedos jugando entre mi pelo, tu respiración acompasada, el calor de tu piel. Fue un instante, o tal vez horas, de placenteras sensaciones, de recuerdos añorados y momentos cuidadosamente archivados. Me susurraste algo que no alcancé a comprender.
Abrí los ojos.
Una luz ambarina se cuela por la ventana. El reloj anunciaba las cuatro de la tarde; di por terminada la breve siesta. Me incorporé.
Estaba sola.


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20 junio 2011

El inmóvil

Dylan at Yorkdale. by ~mitch-meister | Deviantart »
Lo vi parado en el anden. Algo en él me llamó la atención. Subimos al subte y nos sentamos frente a frente. Mientras yo lo observaba detenidamente, él permaneció en su lugar inmóvil las cinco estaciones que viajamos juntos. Parecía preocupado, o hastiado, o ambas cosas. ¿Qué pasaría por su mente?
Me puse de pie, fingí perder el equilibrio y lo empujé por el hombro. Me disculpé, pero él ni siquiera giró la cabeza para aceptarlas. Nada. Siguió quieto, ausente.
Llegamos a la estación. Le toqué el hombro disimuladamente con el dedo índice, a modo de despedida, antes de bajar.


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16 junio 2011

Y así me recuerdes...

"Y así me recuerdes y tengas presente,
que mi corazón está colgando en tus manos."

–¿Creés en el destino?
–Creo que creo.
–¿Y será cierto que uno está predestinado a algo?
–Hay cosas que no suceden por casualidad. Lo que hacemos hoy nos predestina mañana.
–O sea, ¿uno podría cambiar su destino?
–Claro, siempre se puede ser mejor. Bueno no sé si tanto como cambiarlo radicalmente... Pero torcerlo sí. Lleva su tiempo, y uno tiene que estar convencido de poder y querer.
–No es tan sencillo.
–Nadie dijo que vivir era sencillo.
–Sos linda.
–Vos también sos lindo.
Me besó y me dijo buenas noches, nos dormimos enseguida, abrazados.

Fue así el destino. Me lo dio una sola noche para que lo amara y recordara lo maravillosa que era la vida, y al día siguiente, en el momento de separarnos, supe que no iba a verlo nunca más. Me fui a casa con el corazón deshojándose, con las manos en los bolsillos, con el sol mañanero y el frío de junio acariciándome la piel.

Me dio pena y lágrimas, pero también me dio un lindo momento para recordar, una esperanza, y poderosas alas a mi imaginación para que vuele alto, para que no se canse de escribir.

Y quiero que así me recuerdes, para bien o para mal, en los momentos felices y en los tristes, cuando estés solo, cuando no sepas el por qué de muchas cosas, y tengas presente que el destino nos une y separa por alguna razón.

Porque el amor no solo es un malentendido, también es muy puto. Reputo. Sí, perdón, ¡pero tenía que decirlo!

Escribir me hace feliz. Ahora soy feliz. Entré con gloria al último año de una década, y lejos de sentirme una vieja chota, quiero vivir, amar, reír, aprender. Y contar historias de amor.


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14 junio 2011

Entonces, disparé

Me and A Gun by ~Kissing-Concrete | Deviantart »
–Te quiero, pero no así.

Me asusté de mis propias palabras. Nunca había estado tan al borde de cometer una atrocidad como la que estaba por hacer en ese instante. Fue la gota que colmó el vaso; juré que esa sería la última paliza que sufriría a manos de él. Por amor le perdoné trastadas e infamias durante años con la esperanza que algún día cambiaría. Pero no, nunca cambió. Jamás lo haría.
Amartillé el revolver mientras le apuntaba al pecho. Él se sobresaltó. No pidió perdón, se burló de mí con una carcajada brutal.
Entonces, disparé. Libre al fin.

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13 junio 2011

Caperucita y el Lobo en el crucero del amor

Here by ~beholdbebold | Deviantart »
Esta mañana, mientras recogía la correspondencia para mi jefe en la recepción, me encontré con Vanesa, una de las periodistas que escribía para el suplemento de Moda del diario. Volvía de un corto viaje a Punta del Este y como todavía era temprano, le sugerí que nos tomáramos un café en la cocina para chusmear.
–Contame, ¿cómo estuvo el viaje? –le dije una vez que nos acomodamos en la mesita con sendos cafés con leche de la expendedora.
–Todo bien, pero no sabés. No me vas a creer lo que me pasó ayer en el viaje de vuelta.
–¿Qué te pasó?
–Tuvimos un retraso de casi tres horas por un desperfecto en el Buquebús. Todo el mundo a las puteadas, incluso yo, porque íbamos a llegar tardísimo a Buenos Aires. Y en eso, ¡mirá cómo son las cosas! Me encuentro de casualidad en el hall con un ex novio de mis épocas de facultad.
–Uy, ¡que mala pata!
–No para nada, eh. Con ése pibe quedamos bien. Me reconoció, me saludó, protestamos juntos el retraso y nos consolamos tomando unos tragos, recordando viejos tiempos. El muy turro me tiraba flores, y en una de ésas me dice: “¿Vane, te acordás cuando éramos novios y te decía "mi Caperucita"? ¿Te puedo decir así? ¿No te jode?” Y yo le contesto: “Hum, señor Lobo Feroz, mire que en unos meses voy a ser la señora del Leñador”.
Las carcajadas de ambas retumbaron en toda la cocina. Mientras me secaba las lágrimas, le dije:
–¡Sólo vos podés decir algo así!
–Pero te digo, no sabés cómo me costó comportarme como una lady, porque el guacho se puso mucho mejor que cuando salía conmigo: bronceadito, bíceps bien marcados, buena pilcha, pelo corto... –hizo una pausa, me agarró la mano y bajando la voz, continuó hablando: –Mirá Ale, esto a vos te lo puedo decir porque sé que me entendés como nadie. Te juro que me dieron ganas de comérmelo.
–¿Y?
–Ni lo dudé. Con el pedo flojito que tenía después de los tragos, le tiré los perros sin culpa ni vergüenza. No costó mucho alcanzarlo.
–Opa, ¿y qué pasó?
–Cuando por fin abordamos el ferry, nos sentamos juntos y empezamos así a los arrumacos, con una caricia en la mano, masajito en la espalda, un besito y... ¡Terminamos dándole a la matraca en un cuartito de servicio vacío! ¡Te lo juro!
Yo levanté las cejas y la mandíbula inferior se me fue al piso. Nunca se me hubiese ocurrido una locura como esa. Wau, todos los días se aprende algo nuevo.
Ella sonrió, sorbió su café y continuó:
–No sabés. Fue... lindo y raro al mismo tiempo, porque no fue volver el tiempo atrás. Fue totalmente distinto. Como estar con un desconocido pero al mismo tiempo conocido. ¡Reloco! No sé si fue el alcohol o el mareo o el sueño, pero quedé flechada. Me encantó. Nunca me hubiese imaginado que me pasaría algo así con un ex.
–Parece un capítulo del "Crucero del Amor".
–¡Já! Sí, mas o menos.
–¿Quedaron en algo?
–No.
–¿Nada?
–Nada de nada. Cuando terminamos nuestro asuntito, volvimos a sentarnos juntos, yo me quedé recontradormida. Cuando llegamos al puerto me despertó con un piquito. ¡Redulce! Ahí tomé conciencia de las circunstancias y le dije la verdad, le conté que seguramente mi novio me iba a estar esperando en el hall principal, así que mejor que nos despidiéramos ahí. No nos dimos teléfonos, ni mails, ni Facebook. Además, ¿para qué? Tenemos una vida encaminada. Yo me caso a fin de año, y él se estaba por ir a vivir con la novia según me contó, así que... Nah, lo que pasó, pasó. Una transa, una aventurita. Punto.
Di el anteúltimo sorbo a mi café con leche. Luego le dije:
–Che, mirá si te busca y te encuentra. ¿Qué harías?
–¡Naah! –rió nerviosa. –No creo que se atreva. Además, sería buscar una aguja en un pajar.
–Vane, no seas zonza. El mundo de hoy es totalmente abierto y sobre todo digital; si buscás a alguien, tarde o temprano, por algún lado, lo vas a encontrar. Y yo doy fe, ¿te acordás lo que me pasó con el flaco ese de la foto del Bicentenario? Lo busqué y al final lo encontré.
–Bueno sí, es cierto. ¿Y?
–Y, que no es tan difícil que dé con vos si realmente quiere.
–Pero, ¿querrá?
–¿Vos no querrías?
–...
Nos miramos y nos reímos. Pero ahora ella tenía un brillo diferente en la mirada. El brillo de la ilusión. Porque donde hubo fuego, brasas quedan; y porque la carne que se asa en esas brasas es la más jugosa y tierna. Algunas personas con el tiempo sí cambian, la madurez les sienta de maravilla y se vuelven más interesantes de lo que fueron en un principio.
Debo confesar que la historia me entusiasmó, y hasta me dio un poquito de envidia. De camino a mi escritorio, pensaba en lo que pasaría si yo me encontrara con alguno de mis ex (puf, la lista es larga) en una situación similar. ¿Segundo flechazo? ¿Romance? Nada de eso. Lo primero que haría sería patearle ahí, justo en la entrepierna. De una.

Vamos a ver cómo sigue todo esto, porque para mí que la cosa no terminó al llegar a Buenos Aires. Oh no. Estoy segura que esto recién empieza.

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10 junio 2011

Volvió una noche

phone by ~GirlFromDeCrash | Deviantart »
Suena el teléfono. Bajo la música y veo la pantalla de mi viejo celular a ver qué número me llama, aunque por el ringtone adivino que no es un número que está en mi agenda. Contesto.
–Hola linda, ¿cómo estás? –me dice una voz masculina del otro lado.
Aunque con algo de ruido de fondo, reconocí esa voz. Era el morocho. Ese mismo que se había enculado por un comentario tonto que le hice en el Facebook hacía casi seis meses, y lo mandé a freír espárragos.
–Bueh, ¡salió la vizcacha de la cueva!
–Jajaja, sos terrible, no me perdonás una. Con lo que me costó averiguar tu número...
–Si te hubieras molestado en agendarlo te hubieras ahorrado el laburito.
–Es que perdí el celular.
–No jodas, ¿cuántas veces perdiste el celular? Desde que nos conocemos, ésta debe ser la sexta vez.
–No, no. La vez anterior me lo robaron y la otra... ehmm, bueno no me acuerdo. Pero no viene al caso. ¿Cómo andas? ¿Qué es de tu vida?
¡Una mierda mi vida! Estoy sufriendo la indiferencia del hombre de mis sueños, tengo los ojos irritados por la bendita ceniza volcánica, estoy hinchada padeciendo el síndrome premenstrual y no encuentro inspiración para terminar un par de diseños. Por si fuera poco, mi hija no me obedece y en vez de ponerse a estudiar para la prueba de Sociales que tiene mañana, se va a mirar televisión aprovechando que estoy distraída.
–Ah... todo en orden, como siempre.
–Me alegro... Che, ¿y qué hacés este finde?
–No sé todavía.
–Vamos al cine el sábado y después compramos algo para cenar en casa. ¿Qué te parece?
–No tengo niñera.
–Dale, decile al papá que se cope, o la abuela o alguna amiga.
Bueh... ¡Desaparece seis meses y de pronto viene a darme órdenes! ¡Será posible!
–Bueno, veo que hago.
–Ahí está, me gusta esa actitud. Te extrañé linda, en serio. Aunque no se note.
Yo sabía que iba a usar el viejo recurso del "te extraño" con el que la mitad mas uno de las minas caemos redonditas a los pies del ingrato. Así estuve de echarle en cara la desfachatez de aparecerse así de la nada y tomar decisiones por mí.
–Nunca se notó.
–Las personas cambian, aunque vos no lo creas.
–Difícil que el chancho vuele. Y lo de chancho no lo digo por nada en particular, ¿eh?
–Jaja, me encanta cuando te hacés la mala, siempre me hacés reír.
Pero no era para reírse...
–Sabés, tengo que hacer estudiar a mi nena para la prueba que le toca mañana.
–Dale, atendela. Avisame por lo del sábado. ¡Llamame, eh! Te dejo un besote.

Así fue como el morocho volvió una noche. Volvió porque sabía cuánto había significado para mí en el pasado. Volvió porque el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Volvió porque algunas personas son como los animales domésticos, que siempre regresan al hogar por la comida y las caricias.

Volvió. ¿Y ahora qué hago?

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08 junio 2011

Garabatos de amor

City SKYPE by *pablolemper | Deviantart »
–En serio Ale, vos no te ves bien. ¿Qué te anda pasando, nenita? Decime la verdad.
Estaba con mi amigo Toto, caminando por Puerto Madero, luego de compartir un café en el Starbucks frente al Yatch Club, para ponernos al tanto sobre nuestras vidas.
Me detuve, con los brazos apoyados en la baranda, mirando hacia los edificios rojos salpicados de luces. Suspiré y entonces me confesé.
–Cagate de risa, Totito. Mal de amores.
–¡Otra vez!
–Sí. Otra vez.
–¿Un gil que te histeriquea por MSN? ¿O ya lo viste personalmente?
–La cosa vino así: me histeriqueó un tiempo por MSN, pero al final quedamos en encontrarnos personalmente el viernes... Fue apenas verlo y no sé, como si me hubiese caído un piano en la cabeza.
–Epa, ¿tan feo?
–No no, para nada. ¡Todo lo contrario! Es tal como a mi me gusta: pálido, ojos claros, uñas limpitas, educado, correcto, simpático. Me trató toda la noche como a una reina y yo... ¡Por Dior! Yo me porté como una reverenda tarada. ¿Podés creer que me cohibí? ¿Que más de una vez me sentí con ganas de salir corriendo?
–Pero, ¿por qué?
–Porque, lisa y llanamente, me flechó. Fue amor a primera vista. ¡No te estoy jodiendo! Me trató como no me trató ninguno en años. Tanto que rompía las bolas con querer sentir un flechazo, al final me tocó. Encontré al hombre perfecto, el que había soñado toda mi vida. Y eso me dio como miedo en ese momento, y después quedé hecha una estúpida de felicidad. No hice otra cosa que pensar en él todo el finde. ¡Si hasta me puse a escribir poemas, boludo!
–¿Te volvió a llamar?
–Nop. El lunes lo veo conectado... y ni bola. Ya no era el mismo dulce y simpático que fue la semana anterior. Tuve que ir a saludarlo yo y me contestó con cero emoción. Eso me borró la sonrisa idiota, la alegría y casi casi las ganas de vivir. La culpa fue mía. Hace tanto tiempo que no salgo con un tipo normal que cuando por fin me toca, me comporto como una imbécil, y lo arruino todo.
–No creo que sea así. Te estás presionando.
–No te olvides que pasé momentos difíciles, entre la depre y el divorcio, ahora con el tema de la casa, el baile todavía no se termina. ¡No es fácil!
–Já, decímelo a mí. Bueno pero además de eso, laburás todo el santo día...
–Y sí. Mi trabajo es muy importante para mí, me está yendo bien ahora.
–Es también una excelente excusa para no tener una vida, mujer.
–Con tantas roturas de corazón, llega un momento que no querés saber más nada con ninguno. Empiezo a frecuentar la misandría sin quererlo.
–¿Misa qué?
–Misandría, se le dice así a la mujer que evita tener contacto con los varones, pero sin cambiar su orientación sexual. Lo contrario de misoginia.
–Ah, entiendo.
–Lo mío no es normal... Y yo quiero una vida normal. ¡En serio! Pero creo que a esta altura empiezo a creer que ni la merezco.
–De la misandría te fuiste directo al pesimismo, boluda.
–No sé, debo haber sido una minita muy hijadeputa en la vida anterior, por todo lo que me tocó padecer en esta.
Metí la cabeza entre los brazos. Una brisa helada se levantó. La mano de Toto me acarició la espalda haciendo círculos. Tuve que largarme a llorar (¿de rabia? ¿decepción? ¿tristeza?) y liberar esa opresión que me subía desde el pecho y me atenazaba la garganta. Unos segundos después levanté la cabeza y apoyé el mentón en el codo izquierdo. Toto me dio un pañuelito descartable y pasó su brazo por encima de mi hombro. Hice sonar la nariz primero y luego me sequé las lágrimas. Me hacía falta desahogarme. Nos quedamos un largo rato inmóviles, mirando el paisaje nocturno, pleno de luces de toda intensidad y color. Un par de patinadores en rollers pasaron veloces al lado nuestro.
–La vida es un rejunte de ironías, Ale. –sentenció, mirando hacia el Puente de la Mujer, y luego acotó: –"Ningún hombre merece tus lágrimas, y el que de verdad las merezca, jamás te hará llorar". Y casualmente viene al tema.
Me reí. Decidimos que era hora de volver, y de camino encendí un cigarrillo. Caminamos del brazo hasta Alem, y de ahí hasta la parada del 50 frente a la Casa Rosada, que estaba coquetamente iluminada.
–¿Qué vas a hacer cuando llegues a casa, linda? ¿Laburar?
–No. Escribir.
Me miró, incrédulo, y frunció el entrecejo. Yo retruqué:
–Claro, querido. "Alguien le dijo a Alejandra: cuando tengas el corazón roto..."
–"... ¡Escribe!"
–"Y como el corazón se le rompía a cada rato, escribió mucho."
–Ya me estoy imaginando ese post...
Nos reímos con todas las ganas, y en ese momento el colectivo dobló por la esquina. Nos dimos un rápido abrazo y un beso. Me puse al final de la fila de impacientes pasajeros, mientras Toto se dirigía caminando a paso rápido a la estación Catedral, con las manos en los bolsillos de la campera.
Busqué asiento al final de todo. Saqué mi cuaderno y me puse a editar y corregir la última poesía que había escrito hoy. Un puñado de garabatos de amor y desengaño:

Como una tonta me enamoré
creí en el amor y me llené de ilusiones
No sé por qué creí, nunca voy a aprender
que el amor es un malentendido constante.
Aquel que dice que te va a querer como nadie
se olvida hasta de tu nombre el día después.
Y sin embargo, el corazón me late fuerte
cuando lo veo online en el eme-ese-ene

Tonta de mí, tonta, ¿cuando voy a aprender
que el amor es un malentendido constante?


(A Mr. FC, ojalá algún día vuelva a pensar en mí)

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