22 noviembre 2016

La noticia

 Guiding Hand by real-simple >> Deviantart.com

–Vas a tener un hermanito.
La voz de papá sonó con cierta solemnidad en la cocina. Me quedé dura, no me esperaba esta noticia. Miré mi taza de café humeante, sin poder pronunciar palabra alguna. Escuché a lo lejos el ruido de los autos en la avenida, un pájaro, una risa y el sordo retumbar del ascensor al arrancar.
Fui hija única toda la vida. Todas mis amigas tenían, mis vecinitos, mis primos y primas también tenían. Yo estaba solita en la familia, y mis tíos y abuelos siempre decían a mis padres, ¿cuándo vuelve la cigüeña? Y la cigüeña no venía, y no venía. Yo pedía y deseaba con todas mis fuerzas, antes de soplar las velas en mis cumpleaños, cuando soplaba los dientes de león, mirando fijo al Lucero en Nochebuena. Incluso llegué a mencionarlo en una carta a Papá Noel. Nada.
La mano de papá aprieta la mía y recordé todos esos momentos que pasamos juntos. Él ayudándome a dar mis primeros pasos, llevándome a la escuela, bailando el vals en mis quince, retándome después de mi primera borrachera, brindando en familia el día que me recibí de ingeniera, caminando del brazo al altar el día que me casé, llevándome de urgencia a la maternidad cuando sorpresivamente rompí bolsa justo en Año Nuevo... él jugando y haciendo upa a mis hijos... nosotros dos, bailando otra vez el vals el día que él se volvió a casar con una mujer que tiene unos años más que yo...
–¿Estás contenta? –me dice, mirándome. Hay un dejo de emoción y ansiedad en su voz.
Asentí con la cabeza, lo abracé llorando a moco tendido.
¡Siempre quise un hermanito!

11 julio 2016

La mirada de esos ojos negros

"Yours truly" by ntscha | Deviantart.com

Adrián desapareció, sin palabras ni excusas, un día después del cumpleaños de Meli. No le dijo "no sos vos, soy yo" ni "tomémonos un tiempo". No respondió tampoco a ninguno de los mensajes de Whatsapp que ella le envió, optó simplemente por "clavar el visto" y ya. Decidió que quería estar libre los fines de semana para jugar al tenis, al golf, tirarse desnudo en la cama a ver el partido o una película con un sánguche de milanesa completo todo para él solo.
Ella, por su parte, no guardó luto. Ni rencor. Le costó entender tal actitud por parte de él, pero como a ella también le sobraba actitud, no perdió el tiempo llorando y volvió al ruedo inmediatamente. Empezó a salir de juerga con sus amigas y amigos otra vez, se compró ropa, se apuntó en Tinder, aceptó todas las invitaciones a fiestas y cocktails, bailó y bebió todo lo que quiso, y conoció muchos candidatos potables. Sin embargo, ya le había tomado el gusto a esa vida de soltera despreocupada hasta que un día, en una fiesta, un amigo de un amigo le presentó a otro amigo y la buena onda fue recíproca y correspondida. Una semana más tarde volvieron a salir, y así, empezaron a verse más seguido, ir al cine, a cenar, conversar, y todas esas cosas que hacen las parejas que se están conociendo.
Así, pasó un año, Meli volvió a cumplir un año más y ese día recibió un mensaje por parte de Adrián, deseándole feliz cumpleaños. Ella casi se atragantó y por consejo de sus amigas no contestó inmediatamente, lo dejó en visto y le respondió un par de días después, a las tres y media de la madrugada y completamente pasada de copas:
–¿Por qué volviste?
–Nunca me fui
–Los hombres vuelven cuando no tienen dónde ponerla
–¿Esa es tu experiencia?
–Entonces, ¿hay una explicación?
–No hay ninguna explicación
Y eso fue todo lo que hablaron.

Pero la casualidad hizo que ambos se cruzaran en el mismo restaurante una noche. Meli estaba acompañada de su candidato y Adrián, acompañado de una dama que no le interesaba mucho pero como estaba solo aburrido y ella había insistido tanto, terminó aceptando. A pesar de que había varias mesas de distancia, se los podía ver perfectamente. Y vió, después de tanto tiempo, esa mirada en ella, la mirada brillante de esos ojos negros.
Esa mirada, la misma que lo vió a él durante tanto tiempo...
Empezó a pensar, qué le habrá visto al tipo ese, flaco, alto, pelo oscuro, bien afeitado pero con cara de nabo, con esos lentes cuadrados de profesor chiflado. Y él, qué habrá visto en ella; tal vez lo mismo que vio él hace algún tiempo: lindas piernas, nariz perfecta, un poco cascarrabias pero con buen gusto para casi todo...
Hasta ahí llegaron sus pensamientos porque de pronto, un golpe seco lo trajo de vuelta de sus pensamientos. Su acompañante estaba de pie, con un puño sobre la mesa, mirándolo con cara de pantera a punto de atacar, y todos los demás comensales incluso los mozos también los estaban mirando. ¿Ella había dicho algo en algún momento? ¿Le pidió explicaciones?
No supo qué decir, y sin pensarlo mucho le salieron las palabras, sin más: –No tengo ninguna explicación.
La pobre mujer no dijo más nada, bufó furiosa y se fue. Él la siguió con la mirada hasta que salió del restaurante. Suspiró, se sirvió más vino y luego de unos minutos ordenó ravioles con salsa de cuatro quesos para cenar. Giró la cabeza para ver donde estaba Meli. Ella y su acompañante seguían ahí, ajenos a todo. Otra vez esa mirada dulce, profunda, brillante, y esas manos, esa sonrisa, esa vocecita que hablaba como en un susurro, alguna vez le dijo "te quiero" al oído. Ahora todo eso le pertenecía a otro.
Fue en ese instante, apenas un segundo, en el que se dio cuenta que la extrañaba y que nunca debió dejarla. No tenía una explicación ni siquiera para sí mismo.

:heart:

07 julio 2016

Mesa de mujeres II: Según pasan los años

Their sweet April 9 by aprelka | Deviantart.com
Es jueves, y como todos los jueves, nos juntamos con las chicas después del trabajo a cenar y chusmearnos todo.
 –¿Y che, cómo te fue en la fiesta del viernes?– me preguntó Vanesa.
–Ah sí, re bien. –dije yo, y luego hablé para todas: –Les cuento: el viernes pasado nos juntamos con el grupo de la secundaria. Lo hacemos dos veces por año, armamos una fiesta en el patio cerrado del colegio, como en los viejos tiempos, y vienen casi todos los de la división, incluyendo compañeros de otros años. Lindo encuentro, buena música, buen ambiente. Aaahhh... Y no sabés quién fue, Vane.
–¿Quién, quién? –dijeron todas en coro.
–Nico, un pibe del colegio. Yo estaba en segundo año y él en quinto. Vos te acordás, Vane, del flaquito...
–¡Nooo! ¿Nico? –exclamó Vanesa.
–Epa epa. –dijo Aldana riendo. –¿Amores de secundaria?
–¿Sabés lo que es encontrarte después de 30 años con el pibe que te hacía calentar la cabeza de pendeja?
 –Naaaah, ¡te moriste de amor! –dijo Rita.
–Morirme sí, –dije, tomando otro sorbo de cerveza,– pero no de amor precisamente. ¡Cómo les explico, che! ¡Está hecho mierda! Pero mierda mal, eh. Vos Vane te acordás bien, que era flaco, alto, de rulos, los ojazos impresionantes, esa voz suave que te hacía caer los calzones...
–Sí que me acuerdo, boluda. –contestó Vanesa, meneando la cabeza. –Me tenía que fumar tus ataques de enamoramiento, me daban ganas de darte un sillazo en la cabeza para que pararas un poco. Menos mal que no íbamos al mismo colegio porque sino le daba otro sillazo a él, pero por creído.
–¡Pero che!, –exclamó Aldana. –¿Tan mal lo encontraste?
–Bueno, a ver, no está particularmente gordo pero tiene buzarda, se peló porque se le volaron todas las chapas del frente, tiene arrugas muy marcadas por todos lados, papada, los ojos embolsados, la voz reventada como si hubiese gritado goles toda la noche. ¡Hasta me juego que se hizo el comedor a nuevo, eh!
 –¿Y hablaron de algo? –preguntó Vanesa. –¿Se acordaba que te morías por él?
–Nos saludamos, sí, pero hablamos poco. Sí, capaz se acordaba. O no, andá a saber. Al principio vino al grupo de las chicas haciéndose el gallito como en los viejos tiempos, hablaba a los gritos con los amigotes, se hacían los cancheros. Pero a medida que avanzaba la noche me parece que se deprimió entre tanta gente cambiada y toda la música que bailábamos en los '80, porque ya no estaba tan chispita como cuando llegó. O se agarró un pedo triste con el whisky, qué se yo.
 –Bueh, flojito el amigo. –dijo Aldana. –Para qué chupa si no aguanta.
–Qué flash... –dijo Rita.
–No te das una idea, no parecía la misma persona. Yo pensaba, si hubiese un aparato que te muestre cómo estás ahora y cómo vas a quedar dentro de 30 años, creo que éste se pegaba un tiro.
–O se hubiese cuidado un poco. –dijo Aldana. –El tiempo nos pasa factura a todos. Pero a algunos como que les cobra retroactivo e intereses.
–Viste, por lo general, a los tipos lindos les pasan los años y se mantienen, incluso hasta mejoran. –comentó Vanesa.
–Sí pero éste, ¡puf!, a éste le pasó por encima un camión con acoplado.
 –Y nosotras, que nos recontra cuidamos meta dieta y gimnasio... –suspiró Rita. –Al final, terminamos entre viejos chotos, panzones y pelados…
–… y con prótesis en los dientes! –agregó Vanesa. Todas nos reímos con ganas.
–¡A no deprimirse, chiquis, que todavía quedan hombres bien plantados! –dije en voz alta y dando palmadas. –¿Pedimos otra cerveza y la pizza?
Todas respondimos afirmativamente y al unísono. La cerveza llegó primero, nos servimos y levantamos los vasos en alto y brindamos por Nico y su decrepitud.

Y el ex flaquito, en algún lugar de Buenos Aires, imagino que habrá sentido un leve ardor en la oreja, que según dice la leyenda, te pasa cuando alguien está hablando mal de vos o te está sacando el cuero.

 :::

03 julio 2016

El felino, la chica y el escritor

Panther by snappyhappy | Deviantart.com

–Ahí está el auto. –dijo Victoria, mirando por la ventana con una sonrisa.
Edgardo, desde su posición, no pudo ver nada. Se sintió nervioso y curioso. Por fin iba a conocer al famoso Mono del que tanto le había hablado ella.
Pocos minutos después lo vio entrar por la puerta. Estaba seguro que era él. Su primera impresión fue inmediata y contundente: era un felino gigante. Tenía el pelo corto oscuro, entrecano, llevaba lentes aviadores y vestía camisa y campera de cuero negras, y jeans gastados. Ella levantó la mano y él caminó hacia ellos.
Victoria se puso de pie, lo abrazó y le dio un beso en la mejilla mientras le decía cariñosamente, "Hola Monito, ¿cómo estás?". La cara de bulldog que el Mono traía desde que entró al lugar, se transformó por unos instantes en la de un cachorro al que solo le faltó mover la cola de alegría.
Edgardo se puso de pie, Victoria los presentó y se dieron la mano. Hablaron un par de tonteras entre ellos mientras llamaban al mozo. De pronto, el ambiente cambió, Edgardo se sintió fuera de contexto en la mesa, como si estuviese mirando un documental de Animal Planet. Flotaba en el aire una cierta tensión sexual. Ella se había transformado de repente en una hábil domadora de animales salvajes, y él, en un enorme felino buscando la manera de que le rasquen la panza. Se preguntaba cómo era posible tal combinación en una sola persona: no solo era un experto en seguridad y guardaespaldas, de ésos que tienen la sangre bien fría, sino que además, según ella le había contado, era un hábil boxeador desde la adolescencia, además guitarrista de blues, sommelier aficionado, buen jugador de ajedrez y bailaba tango nivel experto. Y él, solo era periodista, autor de varios libros sin éxito, no bebía alcohol, jugaba Sudoku y era experto estratega... en Warcraft.
Llegó el mozo, les sirvió y se retiró rápido. Victoria empezó a introducir a su amigo sobre el tema y su idea y la cara del Mono volvió a ser la de un bulldog en guardia.
–O sea, en concreto, –dijo el Mono cuando ella terminó de hablar. –vos querés comprobar y/o refutar la sanata que tu amiguito –y resaltó la palabra "sanata" y "amiguito", cosa que a Edgardo le molestó mucho. –puso en este futuro libro.
–Así es. Vos tenés acceso a información que yo necesito. –dijo ella sin rodeos, mordiéndose el labio.
–¿Y cuál es el objetivo? –preguntó el Mono, luego de una pausa y mirándola fijo.
–Que tengo delante de mí una teoría fascinante sobre la supuesta muerte de uno de los músicos más famosos del siglo XX. Y Edgardo, mi amigo –ella también resaltó la palabra "amigo"– aquí presente me hizo notar algunas ideas interesantes, que pueden sonar un poco voladas pero tienen lógica, son cosas que quiero investigar para estar segura antes de sacar este libro a la calle. Vos sabés que elijo con cuidado qué libros quiero editar. Éste tiene potencial.
–¿Vos estás segura que querés hacer esto?
Se hizo un silencio. Ella jugaba con un sobrecito de azúcar. Contestó rotundamente: –Sí.
Levantó la vista y miró primero a Edgardo, y luego al Mono. Era una mirada directa, sin pestañeos. La mirada de una domadora. Al felino solo le faltó rugir y tirarse al piso ronroneando.
[...]

16 enero 2016

Bajo la buena estella

"Stars by t1na" / DeviantArt.com
"Stars" by t1na / DeviantArt.com

Una noche, estando con él, después de una largo día de paseos y diversión, tirados los dos desnudos en su cama, consultamos las estrellas (de acuerdo a nuestro signo zodiacal y fecha de nacimiento) y el resultado fue que no éramos el uno para el otro, que si alguna vez estábamos juntos, iba a ser por conveniencia o por negocios, pero no por amor.
–Fuck the stars... ("a la mierda con las estrellas")–dije yo, entre enojada y frustrada.
Enojada, porque al fin mi deseo se había cumplido: había encontrado al hombre perfecto para mí. Y estaba ahí, conmigo. Pero pronto nos íbamos a separar, a vivir cada uno su vida en su respectiva ciudad, a muchos miles de kilómetros uno del otro.

Él, con esa sonrisa dulce, me tranquilizó diciendo que las estrellas no siempre tienen todas las respuestas. Eso tampoco me hacía muy feliz, porque no era una respuesta muy jugada (bueno, en realidad no era tan jugada como yo deseaba que fuera). "Estamos juntos, aquí y ahora, es lo que tenemos y nos hace felices". Apagó la luz y nos quedamos dormidos.

Esa simple conversación produjo una grieta que con los días se fue agrandando hasta que se produjo el quiebre. ¿A quién le creo, a las estrellas o a mi corazón? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Dónde estoy y dónde quiero estar?

Ahora todo es un caos. Mi vida, mi trabajo, mi familia, mi casa, mi mochila y hasta mi muro de Facebook. Hay días que me levanto y quisiera poder dar un salto, cruzar el océano y estar allá con él, verlo despertar y darle los buenos días, remolonear, hacerle el desayuno. Pero también amo a mi Buenos Aires querido, aquí tengo todo lo que siempre desee tener, construí una vida, una familia y una carrera profesional, todo con mucho sacrificio y perseverancia. Soy feliz así pero dentro de mí tengo la sensación de que aún me falta algo, como un rompecabezas de cinco mil piezas pero se le ha perdido una. Soy feliz pero a menudo me pregunto, ¿de verdad lo soy? No, no es lo mismo ser que parecer. Con algunas cosas me puedo conformar pero con otras no.

Consulté entonces a las estrellas, las que provocaron todo este desmán. Me dicen que he nacido bajo la buena estrella y que debo seguir adelante pues mi futuro es prometedor, que si trabajo duro tendré éxito en todo lo que me proponga emprender; pero sobre todo me dicen que nunca he perdido la esperanza y si alguna vez la perdí, pronto he de recuperarla.

Ahí voy, entonces, a por mi destino, una vez más.

15 octubre 2015

El abrazo

"Nobody else could ever know" by quadratiges  /  DeviantArt.com

Hay días en que extraño su abrazo, un abrazo que iba de parte mía así como un decreto porque él no me abrazaba nunca ni me daba la mano por voluntad propia. Me tiraba encima con la cabeza en el hombro y le tocaba el pelo blanco, o me acurrucaba sobre el pecho para escuchar ensimismada el tuntún de su corazón, mientras él cambiaba de canal o contestaba los mensajes del celular. Era tan lindo sentir el calorcito de ese cuerpo enorme, y en esa enormidad poder yo sentirme otra vez una criatura protegida, como un pichón en su nidito.
Creo que nunca se dio cuenta de la dimensión de mi devoción por él. Mi admiración por todo lo que representaba como persona, como profesional. Mi fascinación por su fisonomía imponente, casi leonina. Mejor que no se haya enterado, porque con los años una aprende a no dejar escapar los sentimientos, que el otro nunca se entere que sos hiper sensible porque se va a aprovechar de eso para manejarte.
Hay días que lo extraño así, sin explicación, y se me escapan las lágrimas como tonta, no importa el lugar y la hora.
Ya ves, nena, que si te peleás con alguien que querés y es definitivo, lloralo. Hacé tu duelo y cerrá ese capítulo. Mirame, yo no quise hacerlo, me hice la valiente, cambié el status del Whatsapp por "libre para un nuevo amor", me hice la loca, salí a vivir la vida, reír y cantar y laralalá. Me divertí ya con más de una docena de tipos, algunos lindos, otros masomenos y un par de imbéciles también. Pero él ronda en los recuerdos y se resiste a entrar en archivo. Y eso me hace hacer cosas estúpidas, como mostrar la última foto que nos sacamos el día de mi cumpleaños, que fue justo el último día que nos vimos... ¿Por qué carajos guardo esa foto en mi celular todavía?
Ya se me pasará. "Es cuestión de tiempo" como solía decir él. O cuando alguien me abrace, queriendo hacerlo, sin que yo se lo pida. Tal vez ese día se termine de cerrar la historia.

u.u

12 julio 2015

Cuando los opuestos se atraen

Este divertido corto de animación nos muestra qué pasa cuando los opuestos se atren y empiezan a ver la vida de otra manera.


Jinxy Jenkins and Lucky Lou from Ringling Computer Animation on Vimeo.

¡Sean felices!

 _