28 septiembre 2013

Historia de dos mujeres en un bar

'Glass, All In' by ~ShijinModan | Deviantart.com
Brindemos porque ahora estamos solas y disponibles para conocer a alguien interesante.
–Sabés, me enamoré de Luis en cuanto lo escuché hablar. –dijo ella, bajando la mirada, con una sonrisa en los labios de brillo rosado. –Tiene ese tono grave pero suave, de hablar pausado, típico de la gente del interior, ¿viste? Después, me compró esa sonrisa. Y eso que yo soy bastante escéptica con respecto a los tipos que una conoce en las redes sociales, eh.
–Ah sí. –dije yo, asintiendo con la cabeza. –Conozco del tema. Te encontrás con cada loquito...
–¡Sí! Ahí te das cuenta por qué están solos, porque ninguna mujer seria los aguanta.
En eso me llega un mensaje de texto de mi amiga, que todavía estaba en una entrevista con un cliente tratando de venderle y tenía para un rato. Le contesté que no se preocupe. El bar aún no estaba a full de gente y yo ya estaba entretenida hablando con mi eventual compañera de tragos y confesiones. Dijo llamarse Majo, pelo rubio bien cuidado, manos delicadas y su mirada triste me hizo ver que tenía el corazón roto y necesitaba hablar con alguien. Y yo, como soy una experta, me senté a su lado y empecé a conversar. No nos fue difícil congeniar, y al poco tiempo ya me estaba contando su pena de amor.
–¿Y hace mucho que lo conocías a este Luis?
–Humm... dos meses creo. Chateamos mucho desde entonces. Un día me dijo que cuando viniera a hacer trámites al microcentro, que le encantaría tomar un café conmigo. Y bueno, un día se dio. Al principio estaba re nerviosa, pero bueno, como te decía, al escucharle la voz fue como encontrarse con un oasis entre tanta estupidez. Fue un flechazo. Además me encantó que no fuera uno de esos pelotudos ultranarcisistas que se la pasan a ensaladita, agüita mineral, cremita antiarrugas y cinco horas diarias de gimnasio. Bah, digo, cuidarse un poco está bien, pero tampoco la pavada.
–¡Uf! Tuve un marido así de fifí. Vivía pendiente de su aspecto: que la panza, que la arruga, que la ropa, que el perfume. Con tanta preocupación por sí mismo no disfrutaba la vida, su familia. Por eso me divorcié. Bueno, y después de encontrarte con él, ¿que pasó?
–Siguió todo bien, hablamos mucho pero había algo que no me cerraba. Un día quedamos en salir a cenar y le dije, que tal si vamos a tu casa y te preparo algo. Y empezó con excusas de que no, y que no y no. Ahí me saltó la alarma y pensé, éste infeliz debe estar casado o algo por el estilo, y ... Y bueno, nada, me hice la boluda. ¡Mal hecho! Porque quería que él me lo dijera. Así fue que la siguiente vez que nos vimos lo encaré. Me contó que estaba en proceso de separación y que no lo condenara por eso. Me juró que me quería y que seguiríamos juntos cuando todo pasara. Y yo, ¡ay!, yo le creí... –Hizo una pausa y bebió otro sorbo de su Campari con una sonrisa. Pero era una sonrisa triste. –Pero hoy, hoy te juro que exploté. –continuó, ahora enérgica. –Hoy nos vimos otra vez y me trajo un regalo. Una cajita de chocolates en forma de corazón, una delicadeza. ¿Podés creer que nunca nadie se jugó con algo tan romántico? Fueron los cinco minutos más felices del día hasta que el pelotudo abrió la boca y la cagó.
–¿Eh? ¿Qué pasó? –dije yo, arqueando las cejas y dándole otro sorbo a mi daikiri.
–¿Sabés lo que me dijo el forro antes de irse? "Ay, por favor no vayas a subir fotos al Facebook, y ni se te ocurra etiquetarme o nombrarme, por favor". ¿Pero qué carajos? Ahí me saltó la térmica. "Ya entendí, es mentira que te estás divorciando, ¡vos todavía estás casado!" le grité en pleno Florida y Corrientes. Porque si hay algo que me molesta mucho, es que me tomen por boluda. Le dije furiosa ¡tomá!, –e hizo un movimiento enérgico con la mano, mirando al frente, rememorando el fatídico momento. – tomá tu regalo y metételo en el orto, no quiero nada de vos. Se lo estrellé en el pecho con tanta fuerza que al aplastarse la caja saltó crema de chocolate y cereza y no sé que más, que le mancharon la camisa. La gente se paraba o se daba vuelta a mirarnos. Estaba con tantas ganas de agarrarlo a carterazos, pero no pude, le pegué otro par de gritos y me fui corriendo. Me llamó varias veces y no lo atendí. Me escribió varios mensajes por todos lados pidiendo perdón por haberme fallado, por no haber dicho toda la verdad desde un principio, y que seguía queriéndome y bla bla bla. La típica. Lo bloqueé de todos lados. No quiero ni saber de él.
–Increíble, pero real. Vos sabés, que yo corté hace poco con un tipo así, con doble discurso. Me obligó con mentiras a borrar las fotos que yo había subido con él y hasta me prohibió etiquetarlo o mencionarlo. Un día me cansé, subí las fotos con etiqueta, mención y todo. Así fue que se le cayó la fachada: a causa de eso se le arruinó una relación de años con una chica por la que estaba loco de amor. Que se joda bien jodido. Porque a mí de ella me habló pestes, y él a ella le habló pestes de mí, para que nos odiáramos y nunca nos cruzáramos. Además, ¡no entiendo! si estás bien con alguien, no tenés por qué salir a picotear afuera, mintiendo y manipulando tan descaradamente. Eso no es de hombre, es de cobarde.
–¡Viste como son! Que bueno que vos me entendés.
Nos miramos y sonreímos. Yo alcé mi vaso y dije:
–Mujer, brindemos. Porque todos estos forros piratones se encuentren con minas jodidas como nosotras que les saquen la careta y los manden bien a la mierda. Y brindemos porque ahora estamos solas y disponibles para conocer a alguien interesante.
Chocamos los vasos, y entre risas nos bebimos con ganas lo que quedaba en ellos.
–Hola chicas. ¿Podemos sentarnos con ustedes? –dijo una voz masculina a mi costado. Eran dos flacos, mas o menos de nuestra edad, que se nos acercaron. No eran facheros, pero estaban prolijos y presentables. Miré a Majo y ella a su vez me miró a mí, sonriendo y arqueando una ceja. Ambas asentimos y contestamos que sí. Los muchachos tomaron lugar enseguida.
–¿Vienen seguido por acá? –dijo el otro flaco, mostrando una sonrisa cautivadora de dientes bien cuidados.
–No. Es la primera vez que venimos. –contesté yo, riendo y guiñando un ojo a mi compañera.
–Veo que ya pidieron algo, ¿les gustaría tomar otra cosa, así nos acompañan? –dijo el primero.
–Creo que me vendría bien otro Campari. –dijo ella. –¿Vos qué decís, Ale?
–A mí me vendría de maravilla otro daikiri.
Ambas nos reímos. Nos miramos con esa mirada cómplice de mujeres que saben lo amarga que es la derrota en en amor, pero sabiendo que la vida siempre te da consuelo (hasta una revancha, quizá) en el lugar y el momento menos esperado.


:·:

24 agosto 2013

Hablé con Jesús (VII)

'magic for me' by ~bruised--vein | Deviantart.com
¿Por qué siempre me enamoro del que no me ama?
–Me gusta Alexis. Mucho. Hace unos meses que lo conozco. Desde la primera cita me dejó alucinada, la voz, la forma de mirar, las cosas que me contaba. Y porque me gustaba tanto hice un par de cagadas, qué raro yo, ¿eh? Es que tuve esa sensación de que estaba todo bien pero... perooooo... ¡siempre hay un pero! 
–Sospechaste de algo. –preguntó Jesús, impasible como siempre.
–Sí. Sospeché que todavía está enganchado con la novia anterior. Me hizo bloquearla del Facebook diciendo que era una loca mentirosa y yo qué sé. Pero después tuve curiosidad y le espié el perfil y ¡fuá! ¡qué minón! ¡hasta yo le daría! 
Jesús rió suavemente y siguió anotando.
–Te digo, que exploté de los celos. Sí che, soy un poco celosa a veces, pero eso no le gustó ni medio, y reaccionó para el carajo. Durante un tiempo no me dio bola, me prohibió subir fotos de él y etiquetarlo. Yo me calenté y dejé de hablarle, en ese momento no tenía tiempo para preocuparme por sus rayes. Pero un día me habló. Y yo le hablé. Volvimos a vernos y bueno, pensé que a lo mejor las cosas se arreglaban. Sabés, me gusta porque tenemos buen sexo, hablamos de todo, nos reímos. Hasta me prepara el café más rico del mundo, tal como a mí me gusta. Pero... ¡pero! ¡pero no me da bola! O mejor dicho, no me da suficiente bola. Dice que no tiene tiempo para dedicarme, que por ahora no está buscando una relación seria porque quedó lastimado de los noviazgos anteriores. Eso, sabés, eso me dolió acá, más que el harponazo de Moby Dick. 
Jesús suspiró. Dejó su lapicera al borde del cuaderno y habló:
–Bueno al menos es franco: te dedica el tiempo libre que tiene para acostarse con vos, escaparle a la soledad, tener con quien hablar cuando él lo disponga, pero que no le rompan las bolas y mucho menos comprometerlo. Típica expresividad masculina cuando está todo bien con la mujer que te acostás pero no la querés para compañera. Una expresión de ésas, así como él te indicó, no tiene medición del "eco" psicológico o emotivo que te puede causar; simplemente no le importa tu opinión porque no le interesa.
–O sea... Entonces, que tengamos buen sexo y todo eso ¿no es ni por asomo una señal de q las cosas, digamos, "avancen" entre nosotros?
–No. Para nada. Un hombre puede pasarla fantásticamente con vos, dentro y fuera de la cama, disfrutarte, y no sentir nada. Los hombres no funcionamos de la misma forma que las mujeres, que comprometen más los sentimientos. Además, si él sigue enganchado con su novia anterior difícilmente la cambie por otra, aunque salga y se acueste con cientos de mujeres.
De repente sentí un relámpago de hielo y fuego al mismo tiempo recorriéndome la espina dorsal. Esa sensación de mierda...
–Yo sería una excelente compañera si me eligiera... –dije, y se me humedecieron los ojos.
–No lo dudo. Pero no podés vivir de ilusiones y mendigando atención, recogiendo las migas que caigan de su mesa. Sabe el poder que tiene sobre vos y lo está usando, consciente o inconscientemente, en su beneficio. Eso no es amor. De ninguna manera.
Me quedé en silencio unos segundos. Me encogí de hombros y dije:
–Tengo que cerrar esa puerta, supongo.
–O continuar viendo a Alexis, si tanto te gusta, pero jugando bajo sus reglas, aguantando su indiferencia y seguir hundiéndote en la desesperación. ¿Y sabés una cosa? Vos valés más que eso. Merecés mucho más que una dádiva de amor. Tenés que quererte más a vos misma como para no permitirte esto. Ya lo dice la frase "el hombre que realmente te merezca nunca te hará llorar".
Sonaron las tres campanadas. Firmé la planilla, me despedí de Jesús y salí a la calle.
Cuando llegué a la oficina, me encontré con que me había olvidado el celular en el escritorio, y Alexis me había dejado un mensaje. 
Me encerré en el baño y me puse a llorar como una tonta.
¿Por qué siempre me enamoro del que no me ama?


:·:

04 agosto 2013

No extraño a ninguno


–Mamá, de todos tus novios anteriores, ¿a quién extrañás más?
Miré a mi hija con una sonrisa mientras terminaba de planchar la ropa del colegio y repasé mentalmente entre todos los hombres que pasaron por mi vida y...
¡Qué pregunta!
Empezando por los novios de la adolescencia, de los veinte, los treinta, y ahora los cuarenta. ¿Hay alguno que recuerde con más cariño que los otros? ¿Hubo alguno de entre todos que realmente me haya querido y me haya hecho sentir querida? Sus caras las recordaba vagamente, pero sus traiciones, sus engaños, sus mentiras, las recordaba bien. A todos los unía una constante: me tuvieron, pero no fui mucho más que un pasatiempo, un entretenimiento hasta que surgiera "algo mejor". Así del primero al último.
¡Qué carajos!
Pero no, a ver, tiene que haber uno de entre todos esos giles que me haya tocado el corazón, che. Aunque sea por un instante. Paso revista rápidamente a todas las historias como las hojas de un libro. Solo encuentro un par de caprichos que nunca pudieron concretarse, pero esos no cuentan, los caprichos no cuentan como amor.
A la mierda...
Vienen a mí todos esos momentos como girando en un vórtice. Los miro a todos y no hay ni uno solo que valga la pena decir wauuu, este chabón sí que me movió el piso.
–A ninguno, hijita.
–O sea, que... ¿no te enamoraste de verdad de ninguno?
–¿Sabés que no sé?
–¿Todos te trataron mal?
–Todos no, pero aún con los que terminé bien, no puedo decir que los extraño.
–Qué loco eso, eh.
Suspiro y sigo planchando. Sigo pensando. Todavía hoy, mientras escribo, sigo pensando.
Lo tiró. ¡No extraño a ninguno! ¿Eso será bueno o malo?


:·:

12 junio 2013

Un refugio a dónde ir

'93 million miles from the Sun' by iNeedChemicalX » Deviantart.com
Nunca supe si alguna vez hubo amor entre nosotros. Simplemente, estábamos juntos. 

–Somos almas en pena, Ale...

–¿Te parece, Chucho?
Suspiró y echó la cabeza hacia atrás. Yo simplemente apoyé la cabeza sobre su hombro. Nos quedamos en silencio dentro del auto, mirando el atardecer en el río. Era una tarde tranquila, tanto que solo se escuchaba el sonido de nuestra respiración, casi al unísono.
¡Tanto pero tanto teníamos en común el Chucho y yo! Los dos éramos un poco raros, inmaduros, alocados, atorrantes... Y teníamos el corazón roto. Los dos nos enamorábamos siempre de las personas que no nos amaban. Los dos quedábamos siempre a la deriva, heridos, sangrando ilusiones.
Extendió su mano lentamente para agarrar la mía, entrelazando los dedos.
–Es como decías vos. El amor es un puto malentendido.
–Putísimo.
–No aprendemos más. Siempre reincidimos. Reincidimos, putamadre, reincidimos...
No dije nada. Pensaba en todo y no pensaba en nada. Él bajó el vidrio y se encendió un cigarrillo. Yo miraba algún punto perdido en el horizonte. Chucho estaba de mal humor, deprimido, repodrido de enamorarse de las minas que no lo aman. La presión por no decir algún disparate que lo ponga peor me estaba ahogando.
–Me gustó el video del perrito que subiste al Facebook... –dije, tratando de cambiar de tema.
Levantó una ceja pero no dijo nada. Dio una pitada al cigarrillo y se rascó la oreja. Hablé algunas nimiedades cuando de pronto (no sé si fue una impresión mía) lo vi hacer un ligerísimo puchero; como un chico que quiere demostrar que es valiente y no va a llorar, y se la aguanta todo lo que puede pero se le escapa una mueca cuando nadie lo ve. Dio la última pitada y tiró lejos el cigarrillo.
–Ay Chucho... –dije, acariciándole el pelo.
Cerró los ojos. Le abrí los brazos y me abrazó, hundiendo la cabeza en mi cuello. Suspiró un par de veces y finalmente, en silencio, empezó a llorar. Lo acuné suavemente mientras le rascaba despacito la espalda, como solía hacer con mi sobrinito para que se durmiera la siesta. Le canté en voz muy baja su canción favorita "puedes para toda la vida olvidar que tambien hubo alegrías..." y él me siguió en el estribillo, casi en un susurro. El sol se ocultó y se encendieron las primeras luces de la calle.

Nunca supe si alguna vez hubo amor entre nosotros. Simplemente, estábamos juntos. Porque juntos nos sentíamos fuertes, juntos construíamos un refugio a donde ir cada vez que se desataba con furia esa tormenta de sentimientos no correspondidos que sacude desde el alma y hasta los huesos. Y también sabíamos que, una vez que todo pasara y saliera el arco iris, cada cual seguiría su propio camino.


10 mayo 2013

Historia del que no creía y la que quería creer

'Couple' by ad7u » Deviantart.com
Algún día, alguien me va a querer así como soy, me va a elegir y se va a quedar conmigo.
–A veces, no sé cómo tratarte Ale, cómo tocarte, cómo hablarte...
Pude ver, aún en la penumbra, su cara de desconcierto mirando al ventilador de techo. Tenía la mano izquierda detrás de la nuca, y con la derecha me abrazaba. Yo me hice un ovillo sobre su pecho. Me acarició y murmuró:
–Me prometí que esto no iba a pasar más, que no me iba a volver a acostar con vos. No sé que hacemos acá.
Yo tenía los ojos cerrados y suspiré antes de contestar.
–Yo tampoco sé. Vine a usar el Wifi porque en casa no anda, y me dijiste que te hiciera compañía porque estabas dormido y... Y bueh, acá estamos.
–Ay Ale, no podemos seguir así.
–¿Por qué? ¿Cuál es tu problema?
–No, no tengo ningún problema. Pero no sé, no quiero que te confundas y pienses que yo quiero algo en serio, porque yo...
–Ay callate, querés.
Dijo un par de incoherencias cuando le sonó el celular y atendió. Era un cliente. Estuvo varios minutos tratando de solucionar el reclamo. Yo me volví de espaldas.
Por fin cortó y se quedó en silencio. Me abrazó por atrás.
–Bonita, siempre tenés la piel tan tibia y suave...
–Chucho, vos siempre tenés los pies fríos.
Nos reímos y entre caricias y mimos nos quedamos semidormidos en esa posición hasta que sonó mi teléfono. No atendí. Pocos minutos después llegó un mensaje de un cliente que me reclamaba unos originales urgente y decidimos poner fin al remoloneo. Nos levantamos y nos vestimos. Puso la radio, tomamos unos mates mientras cada uno se dedicaba a bajar o enviar mensajes en su respectiva notebook. Cerca del mediodía y casi al mismo tiempo, dimos por terminada nuestras tareas. Salimos un rato al balcón y él, encendiendo un cigarrillo, habló:
–Vos sabés que yo no creo más en el amor. Ya no puedo. Tarde o temprano todo termina mal y yo, yo ya estoy viejo para seguir saliendo lastimado. No quiero más eso. Basta.
Yo reí. Le saqué el cigarrillo y le di una pitada antes de contestar.
–¿Y por qué me lo decís a mí, boludo? Soy la única de tu manada de hembras que no se quiere casar con vos. Decime una cosa, Chucho: ¿a qué le tenés miedo?
–No quiero pelear.
–No estoy peleando, pero decime.

No, miedo no. Pero vos...
–¿Yo, qué? De lo que siento o dejo de sentir, me hago cargo. No necesito que nadie piense por mí, ¿ok?
–No entendés. Yo no soy para vos y creo que no te das cuenta de eso.
–Chucho, ¿vos me querés?
Se quedó callado. Dio la última pitada al cigarrillo y lo apagó, luego puso las manos sobre la baranda de hierro, bajando la cabeza, con la mirada perdida en algún punto de la baldosa.
–Bueno, yo sí te quiero. Pero no te confundas. Porque querer y amar son dos cosas diferentes. Te quiero porque desde la primera vez que nos vimos tuve la sensación de estar con alguien que conocía de toda la vida. Siempre que estamos juntos es así, y no estamos juntos muy seguido. Que nos enredemos de vez en cuando en tu cama o la mía tal vez sea un error, ¡qué se yo!   
–Ale, no creo más en el amor. 
–Ya lo sé, no te estoy queriendo convencer de nada, no te quiero cambiar. Te quiero así como sos. Pero dejame que yo quiera creer, porque yo sí quiero creer.
–¿Por qué?
–Porque así soy yo, está en mi naturaleza. Caer y levantarme. Intentar una y otra vez, aunque falle. Porque de tanto intentar alguna vez saldrá bien. Eso de no creer porque no querés que te lastimen es como suicidarse por miedo a morirte atropellado por un auto. Eso es de cobarde. Yo, no seré ni la más linda ni la más inteligente, pero no soy cobarde. Voy a seguir adelante, siempre. Algún día, alguien me va a querer así como soy, me va a elegir y se va a quedar conmigo. No sé si será con vos, no sé si será con otro tipo...
El siguió en silencio, mirando hacia la autopista. El sol brillaba y hacía un poco de calor. Yo seguí hablando más despacio, casi como para mi misma.
–Mamá murió sin haber intentado muchas cosas. Al final, la vida se nos va en pelotudeces y cuando nos damos cuenta, se nos vino la noche y ya no tenemos más oportunidad de nada. 
Me fui para el comedor. Guardé mi notebook en la mochila y me senté con las piernas cruzadas en el sillón. Él entró, se fue al baño y se afeitó. Se puso una camisa de rayas grises y su perfume me recordaba el olor de la tierra mojada. En ese instante (íntimo, cotidiano) desde la radio alguien decía: "Si en este momento pudieras tomarte el tren, hacer algo que te cambie radicalmente la vida, hacer eso que nunca intentaste por miedo, ¿hacia dónde irías? ¿qué harías? ¿te atreverías a patear el tablero?"
Entonces, él me miró.
Yo lo miré y sonreí.


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