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22 noviembre 2016

La noticia

 Guiding Hand by real-simple >> Deviantart.com

–Vas a tener un hermanito.
La voz de papá sonó con cierta solemnidad en la cocina. Me quedé dura, no me esperaba esta noticia. Miré mi taza de café humeante, sin poder pronunciar palabra alguna. Escuché a lo lejos el ruido de los autos en la avenida, un pájaro, una risa y el sordo retumbar del ascensor al arrancar.
Fui hija única toda la vida. Todas mis amigas tenían, mis vecinitos, mis primos y primas también tenían. Yo estaba solita en la familia, y mis tíos y abuelos siempre decían a mis padres, ¿cuándo vuelve la cigüeña? Y la cigüeña no venía, y no venía. Yo pedía y deseaba con todas mis fuerzas, antes de soplar las velas en mis cumpleaños, cuando soplaba los dientes de león, mirando fijo al Lucero en Nochebuena. Incluso llegué a mencionarlo en una carta a Papá Noel. Nada.
La mano de papá aprieta la mía y recordé todos esos momentos que pasamos juntos. Él ayudándome a dar mis primeros pasos, llevándome a la escuela, bailando el vals en mis quince, retándome después de mi primera borrachera, brindando en familia el día que me recibí de ingeniera, caminando del brazo al altar el día que me casé, llevándome de urgencia a la maternidad cuando sorpresivamente rompí bolsa justo en Año Nuevo... él jugando y haciendo upa a mis hijos... nosotros dos, bailando otra vez el vals el día que él se volvió a casar con una mujer que tiene unos años más que yo...
–¿Estás contenta? –me dice, mirándome. Hay un dejo de emoción y ansiedad en su voz.
Asentí con la cabeza, lo abracé llorando a moco tendido.
¡Siempre quise un hermanito!

16 enero 2016

Bajo la buena estella

"Stars by t1na" / DeviantArt.com
"Stars" by t1na / DeviantArt.com

Una noche, estando con él, después de una largo día de paseos y diversión, tirados los dos desnudos en su cama, consultamos las estrellas (de acuerdo a nuestro signo zodiacal y fecha de nacimiento) y el resultado fue que no éramos el uno para el otro, que si alguna vez estábamos juntos, iba a ser por conveniencia o por negocios, pero no por amor.
–Fuck the stars... ("a la mierda con las estrellas")–dije yo, entre enojada y frustrada.
Enojada, porque al fin mi deseo se había cumplido: había encontrado al hombre perfecto para mí. Y estaba ahí, conmigo. Pero pronto nos íbamos a separar, a vivir cada uno su vida en su respectiva ciudad, a muchos miles de kilómetros uno del otro.

Él, con esa sonrisa dulce, me tranquilizó diciendo que las estrellas no siempre tienen todas las respuestas. Eso tampoco me hacía muy feliz, porque no era una respuesta muy jugada (bueno, en realidad no era tan jugada como yo deseaba que fuera). "Estamos juntos, aquí y ahora, es lo que tenemos y nos hace felices". Apagó la luz y nos quedamos dormidos.

Esa simple conversación produjo una grieta que con los días se fue agrandando hasta que se produjo el quiebre. ¿A quién le creo, a las estrellas o a mi corazón? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Dónde estoy y dónde quiero estar?

Ahora todo es un caos. Mi vida, mi trabajo, mi familia, mi casa, mi mochila y hasta mi muro de Facebook. Hay días que me levanto y quisiera poder dar un salto, cruzar el océano y estar allá con él, verlo despertar y darle los buenos días, remolonear, hacerle el desayuno. Pero también amo a mi Buenos Aires querido, aquí tengo todo lo que siempre desee tener, construí una vida, una familia y una carrera profesional, todo con mucho sacrificio y perseverancia. Soy feliz así pero dentro de mí tengo la sensación de que aún me falta algo, como un rompecabezas de cinco mil piezas pero se le ha perdido una. Soy feliz pero a menudo me pregunto, ¿de verdad lo soy? No, no es lo mismo ser que parecer. Con algunas cosas me puedo conformar pero con otras no.

Consulté entonces a las estrellas, las que provocaron todo este desmán. Me dicen que he nacido bajo la buena estrella y que debo seguir adelante pues mi futuro es prometedor, que si trabajo duro tendré éxito en todo lo que me proponga emprender; pero sobre todo me dicen que nunca he perdido la esperanza y si alguna vez la perdí, pronto he de recuperarla.

Ahí voy, entonces, a por mi destino, una vez más.

15 octubre 2015

El abrazo

"Nobody else could ever know" by quadratiges  /  DeviantArt.com

Hay días en que extraño su abrazo, un abrazo que iba de parte mía así como un decreto porque él no me abrazaba nunca ni me daba la mano por voluntad propia. Me tiraba encima con la cabeza en el hombro y le tocaba el pelo blanco, o me acurrucaba sobre el pecho para escuchar ensimismada el tuntún de su corazón, mientras él cambiaba de canal o contestaba los mensajes del celular. Era tan lindo sentir el calorcito de ese cuerpo enorme, y en esa enormidad poder yo sentirme otra vez una criatura protegida, como un pichón en su nidito.
Creo que nunca se dio cuenta de la dimensión de mi devoción por él. Mi admiración por todo lo que representaba como persona, como profesional. Mi fascinación por su fisonomía imponente, casi leonina. Mejor que no se haya enterado, porque con los años una aprende a no dejar escapar los sentimientos, que el otro nunca se entere que sos hiper sensible porque se va a aprovechar de eso para manejarte.
Hay días que lo extraño así, sin explicación, y se me escapan las lágrimas como tonta, no importa el lugar y la hora.
Ya ves, nena, que si te peleás con alguien que querés y es definitivo, lloralo. Hacé tu duelo y cerrá ese capítulo. Mirame, yo no quise hacerlo, me hice la valiente, cambié el status del Whatsapp por "libre para un nuevo amor", me hice la loca, salí a vivir la vida, reír y cantar y laralalá. Me divertí ya con más de una docena de tipos, algunos lindos, otros masomenos y un par de imbéciles también. Pero él ronda en los recuerdos y se resiste a entrar en archivo. Y eso me hace hacer cosas estúpidas, como mostrar la última foto que nos sacamos el día de mi cumpleaños, que fue justo el último día que nos vimos... ¿Por qué carajos guardo esa foto en mi celular todavía?
Ya se me pasará. "Es cuestión de tiempo" como solía decir él. O cuando alguien me abrace, queriendo hacerlo, sin que yo se lo pida. Tal vez ese día se termine de cerrar la historia.

u.u

06 junio 2015

Mesa de mujeres

En la mesa de mujeres se habla de todo, incluyendo hombres, conquistas y amantes.

Como todos los jueves, el bar de Angie tiene una mesa exclusiva para cinco mujeres amigas. Aldana, Rita, Vanesa, Mora y quien escribe.
Aldana, es hermana de mi mejor amigo Lalo, es contadora, de pelo castaño largo y modales refinados, madre soltera y acérrima protectora de su familia, adora la moda y estar siempre divina, por eso es la que siempre marca tendencia entre todas nosotras.
Vanesa, mi amiga de la facultad, ha cultivado su propio estilo entre dark y urbano que la distingue y no ha variado con los años. Años atrás tenía el pelo rubio bronce, se lo tiñó de negro azabache y ahora lo lleva morado oscuro. El aspecto rebelde y desapegado no son más que corazas que ocultan a una chica sensible y generosa.
Rita, compañera de mi actual trabajo, es pura simpatía: se diría que nació para las relaciones públicas y se está por recibir de licenciada en marketing. Lleva una vida despreocupada y sin límites, le encanta salir y divertirse; según ella, la vida se basa en experiencias.
Mora fue mi compañera de los cursos de inglés y de mi primer trabajo. Su verdadero nombre es Lucía pero todos le decían "Demora" (de ahí le quedó Mora) tal vez por su hábito de tomarse su tiempo para todo: es la típica chica zen, de perfil bajo, adepta al SLOW, el yoga, el tai-chi y la ropa cómoda. Pese a esto, adora el buen comer y beber, aunque siempre en su justa medida.
Angie, la dueña del bar, también suele participar en nuestros debates. Como es la más grande de todas, y tal vez la más realista, ejerce un rol casi materno en el grupo, dando su opinión y aconsejando.
Y yo, madre soltera, laburante, cabeza dura y amante de las historias, la ropa linda, las flores, las salidas, el buen vino y con un tremendo magnetismo para atraer a los tipos equivocados.

En nuestras conversaciones hay de todo un poco: trabajo, hijos (las que tenemos), actualidad, moda, belleza, dietas... y sobre todo, ¡hombres! Porque todas nosotras, incluyendo nuestra anfitriona, somos mujeres solas. Todas hemos pasado la experiencia de un matrimonio o una convivencia que nos dejó chamuscadas pero con la lección aprendida. Y como diría Vanesa, todas las experiencias nos enseñan algo, y por eso hay que estar abiertas a lo nuevo. En las mesas de galanes se habla de minitas, de conquistas y de amantes, pero si no mienten la exageran hasta la estratósfera. Porque los hombres son así. Mentira eso que el tamaño o la cantidad es lo de menos, a ellos sí les importa y mucho. En las mesas de mujeres también se habla de eso, de hombres, de conquistas y amantes, pero somos más honestas con las de nuestro círculo. Como una hermandad, una manada, donde nos conocemos bien. Rara vez tapamos o disfrazamos la verdad porque generalmente necesitamos un consejo directo y sincero, un "¡sí, dale para adelante!" o un "¡ni se te ocurra, nena!".

Y experiencias, a todas nos sobran. Buenas y malas. Divertidas y aburridas. La mayoría, dignas de un libro o una serie de TV. Porque, como se dice por ahí, la realidad supera ampliamente a la ficción.


·   ·  · ·  ❤  · ·  ·   ·

29 septiembre 2014

El amor y el matrimonio según Nietzsche

Nietzsche decía que la idea del “matrimonio moderno” basado en el amor era una locura. 

En esta entrevista a mi estimadísimo y querido profe Daniel Molina (@RayoVirtual) está su visión sobre el amor, el matrimonio y también el derecho al "matrimonio igualitario". Visión de la que ya había hablado el viejo Nietzsche y que, para mi humilde entender, nunca estuvo mejor explicado. Porque todos creemos que indefectiblemente amor y matrimonio van juntos de la mano para toda la vida, saltando en un prado de flores. Pero no. ¿Por qué no? Por esto:
No me interesa la idea de amor, al menos la idea del amor apasionado, que ha sido central en los relatos amorosos de occidente desde el siglo XI o XII hasta mediados o fines del siglo XX. Nietzsche decía que la idea del “matrimonio moderno” basado en el amor era una locura porque el matrimonio es una institución, la constitución de una sociedad, y basar eso en el amor —que es un capricho, que es inestable y que, en el mejor de los casos, desaparece muy pronto si no se transforma en odio— es condenarse a la desdicha. Estoy completamente de acuerdo con Nietzsche. Eso no quiere decir que no haya afecto, ternura, deseo de compartir con el otro.
La entrevista completa se puede leer aquí:
“Los putos no se van a casar porque no son humanos” by @PePuebla 

Sean felices.

···  ···

30 noviembre 2012

El misterio

Sleeping beauty by stimpy39 | Deviantart.com
Lo veo dormido, tan pacífico como un chico. No ronca ni habla en sueños como suelen hacer otros hombres.

¿Qué fué lo que me atrajo de él en cuanto lo conocí? Sus ojos, sin lugar a duda. Había algo en esa mirada que me daba curiosidad por descubrir. Un misterio, un enigma, una puerta que daba a un interior semioscuro. Luego, fue su sonrisa. Por algún motivo veía que reía y no reía al mismo tiempo, estaba alegre y también triste. El tono de su voz, de un color y calidez inigualables. Acepté salir con él porque me moría por conocer el secreto detrás de esa mirada. Esa noche, cerveza mediante, hablamos de muchas cosas, nos reímos, nos conocimos, nos gustamos, nos acercamos un poco más. Me dijo que era hermosa, que tenía magia, que era una mujer entre fatal y racional al mismo tiempo, con mucho más para dar a un hombre que el resto de las féminas.
En ese preciso momento se derribaron todas las murallas a mi alrededor. Era yo, mi yo mujer en cuerpo y alma. Sentí su perfume, una extraña combinación que me recordó el entrañable olor de la tierra seca que se moja con las primeras gotas de lluvia. No lo dudé, quería estar con él toda la noche. Y así fue que lo seguí de la mano sin titubear hasta donde quiso llevarme.
Ahora lo veo dormido, tan pacífico, como un chico. No ronca ni habla en sueños como suelen hacer otros hombres. Le acaricio la espalda con mucha suavidad. Ahora sé que quiero volver a verlo, descubrirlo un poco más todos los días, reírme con él, caminar con él,  sentir el sol, la lluvia y el viento con él, hablar de tantas cosas con él, incluso hasta pelear un poquito para ver hasta dónde le llega la paciencia.
Él abre los ojos y me mira.
Y en ese instante, fugaz como un relámpago, veo en lo profundo de esos ojos oscuros el misterio que me llevó hasta ese lugar: vi el interior de un hombre vacío, asustado, caótico, quebrado, cansado, desesperado, confundido e infinitamente triste. Un hombre que no ve la hora de que me vaya a casa y lo deje solo.
Descubro, con mucho dolor, que metí la pata: nunca más lo voy a volver a ver.

Nunca más lo volví a ver.

:·:

05 noviembre 2012

La espera

01:12am is raining by *Jungshan | Deviantart.com »
"La mujer de negro que siempre se me aparecía en mis sueños, me miraba desde la orilla y me hacía regresar."

–¿Por qué nunca me hablás de mi mamá?

Carmen levantó la cabeza lentamente. Sus ojos pacíficos siempre rebozan amor, aún cuando hago esas preguntas difíciles de contestar.
–Ya te dije por qué, hijita. –me respondió, volviendo a su libro.
–Pero quiero saber, má. Ya no soy una nena. ¡No puedo vivir toda la vida sin saber nada!
–Una promesa es una promesa, mi amor. –contestó sin inmutarse.
–¿Pero quienes fueron mis padres? ¿Qué hacían? ¿Están vivos, están muertos? ¿No me querían? 
Carmen se pasó la mano por la sien, como buscando las palabras justas para no traicionar su secreto.
–Tu mamá te quería, y porque te quería te trajo a nosotros. Ninguno de tus padres es una mala persona.
–Pero...
–El amor, si no se controla, trae consecuencias; eso vos lo sabés bien. La diferencia es que tus padres eran demasiado jóvenes cuando pasó, tiernitos, inexpertos. Habían vivido toda su vida en una burbuja y de pronto se encontraron con la noticia de que iban a ser padres. Y que todo el mundo estaba en contra. Tuvieron que madurar de golpe y decidir: seguir adelante pase lo que pase, o renunciar a ese amor y su fruto, y construir en el futuro una vida mejor. Decidieron que esto último era lo mejor para todos.
–Y... ¿nunca se arrepintieron?
De pronto, la expresión de Carmen, por un segundo, cambió.
–No. –dijo rápidamente. –Pero te puedo asegurar que siempre estuvieron al tanto de tu vida, y están convencidos que hicieron la mejor elección posible por tu felicidad.
Yo no lo podía entender. Porque también me encontré un día con la noticia de que estaba embarazada y sin embargo seguí adelante, aún sin el apoyo incondicional del co-autor del hecho. Y nunca se me hubiese pasado por la cabeza separarme de mi hija, aún cuando las condiciones me fueron desfavorables. Pero claro, yo ya tenía veintitantos años y...
Como si me leyera el pensamiento, Carmen continuó:
–Pero tenés que entender que eran otras épocas, hija. En ese entonces, las mujeres éramos criadas para ser virtuosas y casarnos vírgenes, ser buenas esposas, madres y amas de casa. Hoy en día ese rigor ya no existe. El mundo cambió, para bien o para mal, pero cambió. Nosotros te criamos para que fueras fuerte, independiente, para que nunca tuvieras que tomar una decisión como la que tomaron tus padres.
Bajé la cabeza, con los ojos húmedos. Ella siguió hablando:
–Solo puedo decirte que ambos son excelentes personas. Y que aún te quieren. Sabés, no es fácil para mí tener que guardar este secreto y verte sufrir por ello. Pero una promesa es una promesa, fue la única condición que tu mamá me impuso. ¡Pero calma! Ya llegará el día en que puedan reencontrarse y conocerse, tenés que ser paciente y confiar.
–¡Pero hasta cuándo voy a esperar! –dije, con la voz temblando, y me fui.
Salí al jardín y me senté en la vereda de piedra.
Me sentía enjaulada, desesperada, atrapada por un secreto que tal vez nunca llegaría a conocer. ¿Tendría que salir a buscar respuestas por mí misma?

Esa noche soñé, soñé que me embarcaba en un bote y remaba en aguas calmas, entre la neblina, queriendo adentrarme en ese lago para ver qué había más allá. Y de pronto esa mujer, la mujer de negro que siempre se me aparecía en mis sueños, me miraba desde la orilla y me hacía regresar. Yo estaba enojada y frustrada. Intenté subir al bote otra vez, pero éste misteriosamente regresaba a la orilla como movido por una mano gigante. Salté y me tiré en la arena, haciendo un berrinche fenomenal como no lo hacía desde que era niña.
"Espera y la verdad vendrá" dijo la mujer con tono autoritario.
Y desperté.


:·:

08 octubre 2012

Abrázame hoy > #8Abrazos


"Usamos 13 horas por semana, 650 horas al año viendo emails. Usemos al menos 48 segundos al día para abrazar, 576 segundos al año." 

Y ahí voy yo también, sumándome a la iniciativa de Andy Stalman (@AndyStalman) "8 abrazos cambiarán el mundo", pero con un poco de música que traje de mi memoria. Son esas pequeñas cosas que hacen la gran diferencia, las que pueden mover el mundo entero sin siquiera tocarlo.

¿Un abrazo? Sí, un abrazo. No cuesta nada, nos hace sentir bien, ¡y viene en todos los talles!

The Great HUGE Hug by *oO-Rein-Oo | DevianArt.com

:-)

30 agosto 2012

Ni siquiera tu ausencia

Room without you by aleare | Deviantart.com
"Espero que estés disfrutando de mi ausencia tanto como yo de la tuya..."

Hoy me desperté más temprano que lo usual. El sol salía perezozamente detrás del río. Levanté las persianas para que los primeros rayos iluminaran la sala. Miré a todos esos lugares que te pertenecieron cuando estabas aquí. La silla en la que solías sentarte a trabajar. La mesa, donde desparramabas tu cuaderno y otros papeles de trabajo, tu birome, tu notebook. El sillón donde nos sentábamos a desayunar. La ventana del balcón donde nos quedábamos mirando pasar la tarde. La cama, que teníamos que compartir con el gato porque le daba celos que ocuparas "su" lugar a mi lado. La cocina, donde descorchabas nuestro vino favorito y compartíamos la primera copa mientras yo cocinaba. La bañera, y la canilla que siempre dejabas goteando. El perchero, donde colgabas tu campera y tu sweater, uno arriba del otro y en ese orden siempre. La mesita al lado del sillón donde dejabas tu mochila y tu cámara de fotos.

Pero el lugar en donde más dolió tu ausencia fue en la repisa de las fotos familiares. Allí te habíamos preparado un lugar especial, y un bonito portarretratos con tu foto. Porque eras parte de nuestra pequeña familia, rey de nuestro pequeño reino. Fue esa madrugada de jueves, cuando descubrí que me mentías, que ese portarretratos se estrelló con toda la furia contra el duro marco de metal de la puerta de la cocina. Así roto quedó en un costado, esperando que sólo se tratara de un malentendido y que las cosas volvieran a ser como antes. Pero eso no sucedió.

Anoche, bajo la luna llena, eché al fuego tu fotografía. Mientras el papel ardía y las cenizas volaban hacia el infinito, me bebí una copa de nuestro vino favorito. Pensé, todo sucedió así tan rápido y no hemos tenido ni siquiera una palabra de despedida. Pero es mejor así. Están viniendo mejores tiempos para mí y tenía que liberarme de esa carga negativa para poder vivirlos a pleno. Se sabe, que ir por la vida con mucho peso en la espalda sólo nos hará tambalear a mitad del camino, haciendo que nunca lleguemos a nuestro destino. Vivir es caminar siempre hacia adelante, con la frente en alto y la menor carga posible en las espaldas. Vivir es un desafío constante a la fuerza interior y la imaginación.

En eso sí somos diferentes: dónde vos veías problemas, yo veía desafíos. Olvidarte es ahora un desafío y una oportunidad de demostrar de lo que soy capaz.

Porque a mí nada me detiene. Ni siquiera tu ausencia.

A Michael Prochnow, mi hermoso (Obertshausen, Germany)
:·:

25 agosto 2012

Secretos

To Love, by ~aroonkalandy | Deviantart.com –Quiero saber quién soy, George.
Miré al horizonte, hacia los árboles de reserva. Unos horneros cantaban a lo lejos. Unas palomas y gorriones se acercaron a comer las migas de nuestro ligero almuerzo. Hacía mucho frío para ser primavera, mi vaso de café todavía humeaba.
–¿Tu mamá se niega a contarte algo?¿Una pista, aunque sea? –dijo él.
–Carmen no quiere decirme nada de nada. Aunque es mi mamá, me pone de los pelos cuando se pone en cabezadura. No es que yo reniegue de ellos, ¡son mis papás y los adoro! Pero... yo quiero saber. Tengo que saber. ¿Por qué fui a parar con ellos? ¿Acaso mis verdaderos padres me abandonaron? ¿Se murieron? ¿Me robaron? ¿O era una hija no deseada, un estorbo, una vergüenza?
Jorge me miraba, con un atisbo de preocupación. Estoy segura que sentía tanta curiosidad como yo, pero él era un hombre práctico y a veces simplificaba demasiado.
–Y que pasaría si descubrís la verdad y no te gusta... –murmuró. –Podría afectarte por el resto de tu vida y tendrías que vivir con eso hasta que te mueras. Hay secretos que mejor dejarlos ahí, enterrados en la oscuridad. La ignorancia es, a veces, un gran beneficio.
Yo resoplé y arremetí:
–Si tu abuela no te hubiese contado nunca que tu papá tuvo otra hija con otra mujer, ¿hubieras sido feliz igual?
–¡Por supuesto! Hubiese vivido mi vida ignorante, pero feliz. Esa revelación cambió por completo el concepto que yo tenía de él: fiel, esposo devoto y enamorado de su mujer. Todo un santo. Después de eso ya no fue lo mismo. De semidiós se fue al descenso, cayó a la categoría de simple mortal metepatas. No fue fácil asimilarlo. Todavía hoy me cuesta. Pero mi hermana, está feliz, y su felicidad mitigó mucho de ese odio. Ella había deseado toda su vida saber sobre su papá. Su mamá le ocultó la verdad  durante trece años, y cuando murió, mi abuela se hizo cargo de ella y finalmente le dijo todo. Era todavía una nena en ese entonces, no sé, ahora tal vez hubiese reaccionado de otra forma.
–Sin embargo, los dos están felices. Sin rencores, sin reproches. Ninguno tuvo la culpa de que las cosas sucedieran así. Además, ambos querían tener hermanos.
–Sí, eso sí. No de esa forma pero, ¡es lo que hay! y lo aceptamos así.
Miró el también hacia el horizonte. Sorbió despacio su café y esbozó una sonrisa. Me abrazó por la cintura y dijo:
–¿Qué vas a hacer, entonces?
–Según los pocos datos que pude pescar, mi papá vive. Se llama José Alberto o José Antonio, algo así. No sé qué hace exactamente, pero sé que vive en la provincia de Buenos Aires, en Tandil o Azul, en uno de esos monasterios o retiros espirituales de curas.
De pronto Jorge exclamó riendo: –¡Che! ¿Y si era cura?
Me encogí de hombros y también me reí.
–Cura, estafador, ciruja, millonario o santo varón, me da igual. Tengo que encontrarlo. Y cuando dé con él, daré también con mi mamá.
–¿Estás decidida?
Me quedé en silencio otra vez. Unos zancudos pasaron volando a los gritos sobre nuestras cabezas y se perdieron a lo lejos.
–Totalmente. –dije.
Sonrió y me abrazó, con fuerza. Le acaricié suavemente el rostro pálido con los dedos. Éramos buenos compañeros cuando nos uníamos en alguna causa. Supe entonces que él me seguiría hasta el fin del mundo sin siquiera tener que pedírselo.

Camino a casa, empezamos a planear el viaje que haríamos ese mismo fin de semana.


:·:

22 agosto 2012

Hablé con Jesús (V)

:: LOVE IS GONE :: by ~nukieu | Deviantart

–Jesús, yo ya no entiendo más nada. En cualquier momento me tiro al río y que todo se vaya a la mierda.
No respondió. Tenía la cabeza gacha, sobre su cuaderno de notas. Yo resoplé y continué:
–Esto te lo pregunté mil veces y todavía no encuentro una respuesta. ¿Qué hay de malo en mí? ¿Por qué los tipos siempre eligen a otra? No puede ser que siempre me equivoque. Cuando me enamoro, me desvivo por la otra persona, lo doy todo. Pero no, no es suficiente. Nunca es suficiente. Daría cualquier cosa por saber qué mierda me falta para que un hombre se enamore de mí. No te digo casarme, ¿eh? Pero que me quiera, que me respete, que demuestre lo que siente todos los días… 
–¿Cómo te diste cuenta que este hombre con el que salías te estaba mintiendo? –dijo.
–Por dos cosas. Una, se le notaba en los ojos; la forma que me miraba no era la misma que al principio. Dos... ay, vas a creer que estoy loca.
–No sería ético de mi parte pensar algo así.
–Bueno, vi su traición en un sueño.
–En un sueño...
–En serio, Jesús. Lo vi, así patente como te estoy viendo a vos, que una mujer se le acercaba y él se iba con ella. Y yo me iba a buscarlo, caminando por el pasillo de una casa que era circular, como una dona. Miraba en todas las habitaciones, una y otra vez, daba mil vueltas. Y lo buscaba, y lo buscaba. No aparecía por ningún lado. ¡Qué desesperación! Ahí supe que algo andaba escondiendo. El tiempo me dio la razón. Lo descubrí saliendo con otra. Lo encaré, furiosa, ¡y lo negaba! ¡Es una confusión, no es lo que parece! me decía, con esa sonrisita cínica. Pero cuando se dio cuenta que no soy ninguna tonta y a mí no me puede mentir tan fácil, aflojó. No admitió lo que escondía pero me pidió perdón. "Te hice daño, perdoname, no fue mi intención". ¡Pelotudo! Que te perdone Dios, le dije, ojalá te mueras solo y sin amor. Y lo mandé a la mierda.
Se hizo un incómodo silencio. Yo escuchaba mis propios resoplidos como un toro. Traté de calmarme.
–Estás angustiada y con mucho odio. –dijo Jesús al fin.
–El odio es una forma de amor también, lamentablemente. Ese cretino no se merece ninguna de las dos cosas.
Jesús meneó la cabeza y suspiró. Luego dijo, con voz pausada:
–No te lo digo para que te sirva de consuelo, pero esa patología es más común de lo que crees. En hombres y mujeres. Personas que se sienten tan vacías por dentro, que necesitan desesperadamente el amor de los otros, y tratan de conseguirlo a cualquier precio. Seducen y engañan para obtener el cariño de las personas, pero huyen de las consecuencias. Amar es una responsabilidad, un compromiso. Pero no los desean, porque sienten que no están a la altura de las circunstancias. Tienen miedo, porque no se aman a sí mismos. Quien no se ama a sí mismo, es incapaz de dar amor a otros. 
–Su corazón es como un agujero negro que absorbe, absorbe continuamente, y nunca se llena…
–Algo así.  
–Que triste. Pensé que siendo más grande que yo, pensaba más seriamente en sentar cabeza que andar boludeando por ahí como un picaflor. ¡Cómo me equivoqué! ¡Con razón no se casó nunca!
–¿Cuántos años tiene él?
–Cuarenta y nueve... creo.
Miré a Jesús. De pronto se puso serio mientras volvía a escribir algo en su cuaderno.
–Esos sueños… ya me hablaste varias veces de ellos. Es interesante la forma en que se manifiestan.
–Los tengo desde que era niña. Mi mamá dice que es un don, un regalo de mis ancestros. Que esa es la forma como ellos me cuidan de las cosas malas de este mundo. A veces, cuando no sueño este tipo de cosas, sueño con lugares y personas que no había visto nunca, pero me resultan familiares. Me gustaría saber de dónde vengo, quiénes fueron mis verdaderos padres, por qué soy así. Mamá dice que debo esperar una señal, pero… ¡esperar! ¿hasta cuándo?
Sonaron a lo lejos las tres campanadas. Jesús me recomendó relajarme, salir, divertirme, no pensar más en todo lo sucedido. 
Antes de irme, le pregunté:
–Jesús, ¿será verdad que las cosas buenas le pasan sólo a las personas buenas? 
Levantó la vista y me miró fijamente.
–Porque debo ser una persona muy mala, entonces.
Y me fui, cabizbaja, cerrando la puerta despacio.


:·:

19 agosto 2012

Historia de un amor enredado y un final inesperado

Mike (Michael Prochnow) and me
"En ese preciso instante, todo parecía perfecto. Era el final de un cuento de hadas, la culminación
de un amor que nació en la distancia. Pero no, ese sólo fue el comienzo de una enredada historia...
"


“Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón.” 
Gabriel García Márquez



Después de una larga ausencia, he decidido retomar las riendas de este Blog. Quienes me siguen por Facebook, saben bien el porqué y otro detalles que no vale la pena explayar aquí. Pero al fin y al cabo, se trató de una extraña, enredada, bizarra y entrañable historia de amor. Una historia a la que no le faltó nada: romance, magia, suspenso, drama, acción, espionaje, interrogatorios y un final inesperado. Todo sucedió aquí, en mi Buenos Aires querido.

He pasado de no creer en el amor a creer fervientemente, he pasado de no esperar nada a esperarlo todo, he pasado de la sospecha a la sorpresa, de la sorpresa a la decepción, de la decepción a la furia, de la furia a la melancolía, y de la tristeza a la alegría nuevamente, ¡en apenas dos meses!

Así es que la vida constantemente nos da lecciones. Quien quiera aprender, que aprenda. Quien quiera olvidar, que olvide. Aprendí a los golpes, pero olvidar no puedo, porque viví cosas muy lindas con él. Fue mi compañero, mi amor, mi adicción, Michael, mi Mike hermoso. Durante ese tiempo me hizo feliz, creyendo que alguien del otro lado del planeta (en Alemania, precisamente) pensaba en mí. Casi como un cuento de hadas, él fue mi rey, pero nuestro castillo era de naipes, construido sobre mentiras, palabras falsas e ilusiones traicioneras, y se desmoronó en poco tiempo. Y yo, me quedé sola, derrotada, con la peor de las angustias que una mujer podría tener: el despecho. Pero, para bien o para mal, esta historia ha marcado mi vida. Esta historia me dice quién soy, dónde estoy, quién debo ser y dónde debo estar.

Una reina no llora a su rey, a menos que esté muerto. Y en cierta forma, mi Mike, el hombre que yo conocí (o creí conocer) se murió en mi corazón.

Pero mi corazón, roto una vez más, encontró entre las cenizas la joya más valiosa de todas: la inspiración que me estaba faltando.

El sol ha salido. Un pájaro canta desde mi balcón. He vuelto a escribir.

Este va a ser un día maravilloso.


A Michael Prochnow, mi hermoso (Obertshausen, Germany)
:-:

29 abril 2012

Por amor a Mozart

Baby Siamese by ~gungorayca | Deviantart.com »

–Ya no podemos hacer mucho por él. –dijo el veterinario con voz pausada.
Jorge suspiró, profundamente triste.
El veterinario le explicó que era cuestión de horas, que el calmante que le había inyectado lo ayudaría a sufrir menos pero definitivamente, el viejo gato siamés, tan amado por la familia, se estaba muriendo.
Mozart se estaba muriendo.
El veterinario se fue. Unas horas más tarde llegaron los hijos de la escuela y su esposa. Todos recibieron la triste noticia. Las mellizas y Alito, el benjamín, lloraron en silencio abrazados a sus padres. Solo Walter, por ser el mayor, contuvo las lágrimas. Todos, uno por uno, se despidieron del gato antes de irse a dormir, sabiendo que cuando despertaran su mascota ya no estaría más.
Jorge se quedó en la sala, con una mezcla de angustia y desasosiego. Envolvió cuidadosamente en una frazada el enorme cuerpo del felino y lo tuvo en su regazo. Recordó, hacía veintiún años atrás, haber recibido de la misma forma a ese gatito llorón, una tarde de sábado. "Lo trajo mi cuñado de regalo para los chicos, pero nos dimos cuenta que Tincho es alérgico a los pelos de gato, ¿podés creer?" le dijo Miriam, y le pidió que lo cuidara ese fin de semana hasta que le consiguieran un nuevo hogar. Jorge dijo que sí, más por la salud de su sobrino que por amor a los gatos. Además, nunca había tenido una mascota de chico. Pasó una semana y el gatito seguía sin ser ubicado, y Jorge se empezó a encariñar con ese bulto peludo que reclamaba caricias todo el tiempo y lo miraba fijamente con esos ojitos azules redondos. Fue una noche que el gatito se coló en su habitación, se trepó a la cama y se hizo un lugar junto a él, ronroneando; le lamió la mano y luego se refregó el pezcuezo. Y decidió que se lo quedaría. Le compró al día siguiente una manta de tela polar de color violeta, juguetes, un plato y un collar de cuerina azul. Lo llamó Mozart, en honor a su compositor favorito, porque era vivaz y alegre. El gatito creció, y acompañó fiel a su amo en todos los cambios de su vida: noviazgos, matrimonios, viudez, mudanzas, separaciones y paternidad.
Mientras miraba un poco de televisón para distraerse, escuchó un ronco y leve maullido. Miró al felino y le acarició la cabeza. Una pata se estiró, como queriendo agarrarle la mano. Cerró los ojos y lentamente dejó de respirar.
Jorge se quedó perplejo, impotente, triste. Era la primera vez que veía de cerca la muerte de alguien tan querido. Nunca supo cuánto tiempo había permanecido así, inmóvil, llorando en silencio, sumido en recuerdos. Una alarma de reloj sonó como a lo lejos. Los pasos de su esposa lo trajeron de vuelta a la realidad. Se miraron, y ella entendió todo sin palabras.
Se puso de pie, abrazó a su esposa, luego se bañó y se cambió. Colocó el cuerpo del viejo Mozart en una caja y salió antes de que sonara la segunda alarma, la que indicaba a los chicos que era hora de levantarse para ir al colegio.
La vida siguió con esa ausencia durante un par de días, y nada se dijo sobre Mozart cuando una noche Jorge apareció en la casa con una caja de madera lustrada. Reunió a toda la familia en la sala, y mientras los chicos se preguntaban qué estaría pasando, Jorge habló:
–Sobre Mozart... Bueno, no tuve el valor de enterrarlo. Hubiese sido como abandonarlo en la calle. Esta casa era su hogar y nosotros su familia, así que decidí que permancería junto con nosotros...
Y acto seguido, abrió la caja de madera. Una figura de bronce resplandecía en una especie de almohada de terciopelo rojo.
Una figura de bronce con la forma de un gato.
Jorge tomó la pieza, solemnemente, y la colocó en la repisa de la chimenea, mientras decía:
–Hijos, las cenizas de Mozart están en el interior de esta figura. El día que yo me muera (y espero que sea dentro de mucho tiempo), quiero que él me haga compañía de la misma forma que lo hizo cuando estaba vivo. Ustedes se encargarán de eso, no lo olviden.
Su esposa estaba anonadada ante semejante discurso, pero los cuatro chicos, que no habían pronunciado palabra alguna, asintieron obedientemente.

Y si no fuera porque presencié el momento en que Alito, el hijo menor de Jorge y mi ahijado, colocaba la figura en manos de su padre el día del sepelio, juro que nunca lo hubiera creído.


Dedicado con cariño a todas las mascotas, pequeñas criaturas que nos aman incondicionalmente y nos alegran la vida, hoy 29 de abril, Día del Animal.
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14 enero 2012

Tan poco hombre

Drag Queen Model Face by ~Drag-mikahdowelli | Deviantart »

¿A dónde fuiste, eh? –dijo Jorge ni bien su esposa entró en la casa, con su hijo menor en el cochecito.
Hola, amor. Fuimos a pasear. –contestó ella, distraída.
Te fuiste a encontrar con un tipo. –retrucó él sin rodeos. –Y no digas que no, porque te vi.
Zara levantó la vista y lo miró, ceñuda.
–¿Qué? ¿Me viste? ¿Me estuviste espiando?
–Te seguí. –dijo, cruzándose de brazos. –Ahora quiero saber la verdad.
Zara dejó el bolso en la silla y sacó al pequeño del cochecito.
–Ok, mi amor, ¿querés que te cuente la verdad? Ningún problema. Pero no es lo que te estás imaginando.
Jorge esperó respuesta, impaciente, sin sacarle la vista a su mujer. No la veía nerviosa. Tenía esa misma sonrisa giocondesca que esbozaba cuando reprendía a alguno de sus hijos después de una travesura.
Puso al pequeño en su sillita alta, se sentó junto a él y le dio de comer un yogur que sacó de la heladera. Jorge no aguantaba más tanta parsimonia y explotó:
–¿Quien carajo es ese tipo con el que te encontrás todos los jueves? ¡Algún chongo del pasado, seguro! ¡Alguno que andaba en cosas raras y terminó en esa silla de ruedas! ¿Qué onda?
–Bajá un cambio, te digo que nada de lo que te imagi...
–¡Decime! ¿Acaso soy tan poco hombre para vos que tenés que andar buscándote otro macho? ¿Para qué? ¿Para que te escuche, para que te comprenda? ¿Yo estoy de adorno?
Zara lo miró seriamente. La sonrisa se le había ido de la cara. Resopló y contestó:
–Es muy feo lo que me estás diciendo. Muy feo. –luego, recobrando la serenidad, suspiró y continuó: –Vos te acordás, ¿no? cuando nos conocimos, yo vivía en Avellaneda, en el segundo piso de ese depósito viejo que a vos no te gustaba ni mierda.
–Y en un barrio con gente de dudosa reputación. –acotó él.
–Sí, lamentablemente sí. Pero era lo que yo podía pagar, y tuve la suerte de tener dos amores de vecinas que me querían mucho...
De pronto, Jorge sintió un nudo en la garganta seguido de un súbito ardor en el estómago.
Su mente se trasladó, hace seis años atrás, a aquel barrio pobre en Piñeyro, a aquel edificio cochambroso y descascarado. Y las dos vecinitas que su esposa mencionaba, Sole y Luly, siempre alegres y risueñas, con las uñas prolijamente pintadas, los ojos bien delineados, el pelo largo y cuidado, las que cuando lo veían venir a visitar a su novia lo saludaban efusivamente con dos besos, uno en cada mejilla...
Una milésima de segundo le alcanzó para darse cuenta por qué le parecían tan remotamente familiares las facciones y gestos de aquel hombre en silla de ruedas a quien su esposa visitaba todos los jueves sin decir nada, y a quienes él había espiado sigilosamente, sintiendo una punzada de celos como una espina en el corazón.
–¡¿Sole...?! –alcanzó a decir, estupefacto, temblando de vergüenza.
Su esposa asintió.
–Pero... pero... Sole, era travesti y, ehm... ¿qué le pasó? –balbuceó él, tomando asiento, abatido y avergonzado enormemente por haber juzgado a priori la situación.
–Ay, pobre Sole, ¿te acordás lo linda que estaba en nuestra fiesta de casamiento? El año pasado tuvo un accidente... Un grupito de pendejos nenes de mamá, fachosos y pasados de frula, la levantaron ahí en Palermo, donde ella laburaba. Le hicieron el cuento de que querían debutar pero en cuanto vieron que no había nadie cerca, la entraron a cagar a palos, meta trompadas y patadas en el suelo, hasta un botellazo le metieron y le hiceron varios cortes feos en la cara. Vieron que se les venía al humo un patrullero, se cagaron en los pantalones los muy cobardes, con tanta saña que al rajar la atropellaron. Fue a parar al hospital, pero sus parientes no quisieron hacerse cargo, justamente porque era travesti, "una vergüenza para la familia". ¡Mojigatos de mierda! Luly y otros amigos la cuidaron mientras tanto, porque no tenía a nadie más. Yo me enteré tarde, no me querían decir nada porque estaba en los últimos meses de embarazo, pero después que nació Alito, Luly me contó todo. Mirá lo mal que quedó pobre Sole que se cortó el pelo, dejó de depilarse y arreglarse, volvió a su estado original como quien dice. Volvió a ser Oscar Rimboldi. Por miedo. Pero ahora por suerte está superando bastante bien la fobia, ya ves, sale a pasear a la calle, antes no se asomaba ni al patio del hospital. Entró en rehabilitación por las piernas, tal vez tenga que usar muletas toda la vida, pero está mucho mejor la pobre. El pobre, la pobre... bah, ya no sé cómo decir.
Se quedaron en silencio unos instantes. No se oía otro ruido más que el de la cuchara raspando el fondo del pote. Zara le hizo unas gracias a su hijo, cuyos cachetes empezaban a ponerse colorados, y luego dijo a su esposo:
–Bueno, así están las cosas, ¿estás mejor ahora, que sabés la verdad?
Jorge no levantó la vista. No se animaba. Estaba pálido. Su hijo pequeño lo miraba sonriente mientras mamá le limpiaba la boca con una servilleta de papel.
–Por desconfiado te juro que te mandaría de un voleo en el orto a la casa de tu vieja. Pero como soy tan buena esposa y te amo a pesar de tus planteos de mierda, voy a dejar que vos le cambies el pañal a Alito. Puf, por el olor parece que está bien cargadito... Suerte.
La ironía de su esposa no disminuyó su arrepentimiento, al contrario. Dócil y obediente, se llevó a su hijo a la habitación para proceder.
–Es más, este domingo lo vamos a ir a visitar todos. Para que no te queden dudas. –le dijo Zara yendo hacia la cocina.
–Lo que vos digas, mi amor. –contestó él.
Ella rió triunfante, mientras se disponía a lavar algunos platos y tazas que habían quedado en la mesada. Gracias a la culpa disfrutaría por unos días de un marido sumiso y complaciente. Pero eso no era suficiente para compensar la trastada: algo tenía que pedirle a cambio. ¿Un perfume? ¿Ropa? ¿Una salida al teatro? Ya lo pensaría mejor.

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03 enero 2012

Demasiado viejos, demasiado jóvenes

Lover's Lane by ~jesidangerously | Deviantart.com »

Lover's Lane by ~jesidangerously | Deviantart.com »

[...] Esa noche Miriam llegó a la casa de su amigo más temprano que lo acostumbrado. Entró sigilosamente, se sacó los tacos para no hacer ruido y se asomó a la habitación de huéspedes, donde sus cuatro hijos dormían plácidamente. Los observó durante unos segundos, y luego se asomó a la habitación de Jorge, que estaba acostado y mirando una película.
Se miraron y se saludaron con una sonrisa. Él vio la expresión apagada de Miriam, y la invitó a tomar asiento en la cama junto a él. Hablaron un poco de los chicos, y cuando Jorge le preguntó cómo fue la cita, ella se desahogó:
–… por teléfono parecía un tipo copado, pero al final era uno de esos pajeros que sale con varias minas a ver con cuál se queda. Cero compromiso, la vida es pura joda. ¡Por Dios! ¿Por qué es tan complicado encontrar un tipo decente después de los treinta y cinco? No te digo un Brad Pitt, pero que se yo, uno que mas o menos tenga todo en su lugar y además use la cabeza. Los que quedan están hechos mierda, o tienen mil quilombos en la cabeza, o todavía tienen problemas para dejar los pañales. Los pocos que mas o menos están para tirarles los galgos histeriquean hasta el cansancio y al final se van atrás de las trolas de veinte.
–Gracias por la parte que me toca, eh.
–No lo digo por vos, pavo. ¡Qué se yo! Está bien joder y divertirse mientras se pueda, pero la joda no puede durar toda la vida. Mírame nene, voy a cumplir cuarenta pirulos dentro de poco. ¡Ya no puedo hacerme la pendeja! Quiero volver a estar bien con alguien, tener una pareja y…
–respiró hondo y ahogó suavemente un sollozo.
–¿Extrañás a Toto, no? –susurró Jorge con tristeza.
Miriam se secó las lágrimas y respondió:
–Veintidós años juntos, no es tan fácil de olvidar. No sé cómo hace él pero a mí me está costando mucho.
Lo miró a los ojos, vio que las pastillas para dormir le estaban haciendo efecto. Le rodeó la cintura con el brazo y le dijo entre lágrimas:
–Hasta cuándo te van a tener dopado… Me parte el alma verte así.
–Ya se va a pasar. No hay mal que dure cien años.
–dijo él, con los ojos cerrados, arrastrando levemente las palabras.
Hicieron una larga pausa, mientras miraban la televisión. Miriam seguía sintiendo el pecho oprimido.
–¿Me das un poquito de eso para dormir? –le dijo de pronto.
Jorge señaló una caja en la mesa de luz. Ella la tomó, sacó una tableta, la dividió en cuatro y se tomó un cuarto. Se acostó junto a él, rememoraron viejos tiempos y ella, acariciándole el pelo, le dijo:
–Nene… ¿vos decís que todavía soy linda? ¿que todavía estoy buena?
Jorge se quedó perplejo, durante unos segundos, pero contestó con total calma y sinceridad:
–Ay, Miriam… Te voy a decir lo mismo que te dije allá en Pinamar hace más de veinticinco años… Sos linda mina, inteligente, organizada, buena madre, excelente persona. Aunque ahora estás demasiado flaca y… ese corte de pelo no me gusta.
–Já, qué sabés vos de cortes de pelo, boludón.
–le dijo riendo. Se acurrucó junto a él y continuó: –Che, te acordás, cuántas veces nos habremos quedado dormidos así, de chicos, viajando en el asiento de atrás del auto de papá. Te tengo que confesar que a mí eso me gustaba demasiado. –hizo otra pausa, y luego exclamó entre risas: –Que cagada, ¿no? Ahora que otra vez estamos los dos solos, en la misma cama, libres y sin impedimentos, ¡ya estamos demasiado viejos y empastillados para cojer!
–Vida de mierda… –respondió él, y le dio un ataque de risa. Ambos rieron juntos durante un buen rato. Cuando Miriam se calmó, se dio cuenta que Jorge se había quedado profundamente dormido, todavía con una leve sonrisa en los labios.
Lo miró detenidamente. Ya no era ni el niño tímido ni el hombre alegre que ella había conocido años atrás. Era ahora un hombre agobiado por la tristeza, marcado por el dolor de haber perdido a su amada esposa en aquel estúpido accidente. Las arrugas alrededor de los ojos ganaban terreno. Los años los habían cambiado a los dos. Le acarició el mentón y lo besó delicadamente en los labios.
“Te quiero demasiado…” pensó con una mezcla de tristeza y alivio. Lo iba a querer siempre como el amigo-hermano que había sido y sería toda la vida. Suspiró y en pocos minutos se quedó dormida ella también.

A la mañana siguiente, Tincho y Manu, los hijos mayores de Miriam, observaban la escena desde la puerta: su mamá dormida en la cama de su tío, roncando con la boca abierta y la ropa puesta, y su tío, en un extremo hecho un ovillo.
–¿Vos pensás que…? –dijo Tincho mirando a su hermano mayor.
–¿Mami y el tío Jorge? Nah, imposible.
Se acercó un poco más y vió la pastilla dividida en la mesa de luz. Adivinó que ella también había tomado, y suspiró aliviado, pues por un segundo había dudado. Ambos hermanos sacudieron el brazo y la pierna de su mamá para despertarla. Ella gruñó, abrió los ojos pesadamente. Se incorporó despacio y vio a sus hijos. Le dio un ataque de vergüenza y balbuceó nerviosa:
–Chicos… ay, que boluda… No hice nada raro, ¿eh? Me quedé dormida acá, nada más.
–Sí, má, ya nos dimos cuenta.
–contestó Manu, con tono tranquilizador. –Te tomaste una de esas pastillas que toma el tío para dormir y quedaste frita.
–Ay, sí… Esperaba irme para el sillón cuando sintiera el efecto pero no llegué… Nos empezamos a cagar de risa y quedé palmada como si me hubiera caido un piano en la cabeza. Uf, necesito un café tamaño cacerola y una aspirina...

Se levantó, con movimientos de autómata, y mascullando unas cuantas maldiciones se fue directo al baño. Los dos adolescentes salieron de la habitación atrás de ella y se fueron hacia a la cocina para preparar el desayuno. De pronto, ambos se miraron y se empezaron a reír, ahogando las carcajadas para no despertar a los que todavía dormían.
[...]

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03 octubre 2011

El que yo busco

The Weight Of Us
by ~JadeBeloved

Hoy quiero compartir este breve relato que encontré en Facebook y que vale la pena leerlo y reflexionar, seas hombre o mujer en la búsqueda del amor.

En una breve conversación, un hombre le hace a una mujer la siguiente pregunta:
 –¿Y vos qué tipo de hombre estás buscando?
Ella se queda un momento callada antes de verlo a los ojos y le preguntó:
 –¿De verdad querés saber? 
–Sí. –respondió él.
–Ok. Siendo mujer de esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo no podría hacer sola. Tengo un buen trabajo y pago todas mis facturas. Me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre, porque soy económicamente independiente y responsable de mi administración financiera. Mi rol ya no es el de ser ama de casa que depende de un hombre en ese sentido. Yo estoy en la posición de preguntar a cualquier hombre, ¿qué es lo que vos podes aportar en mi vida?
El hombre se le quedó mirándola. Claramente pensó que ella se estaba refiriendo al dinero. Ella sabiendo lo que él estaba pensando, continuó:
 –No, no me estoy refiriendo al dinero. Necesito algo más. Necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida. 
El se cruzó los brazos, se acomodó sobre la silla y mirándola seriamente le pidió que le explicara eso.
–Busco a alguien que luche por la perfección mental, porque necesito con quién conversar, no necesito a alguien mentalmente simple. Estoy buscando a alguien que luche por la perfección espiritual, porque necesito con quien compartir mi fe. Necesito un hombre que luche por la perfección financiera porque, aunque no necesito ayuda financiera, necesito a alguien con quien coordinar el dinero que entre en nuestras vidas. Necesito un hombre que luche por su individualidad, que tenga la libertad para salir a volar y regresar responsablemente a su nido, porque enriqueciéndose a sí mismo tendrá algo maravilloso que regalarme cada día. Necesito un hombre que cuide su salud y su aspecto físico, que respete y quiera su cuerpo tal como es, pero sin caer en la vanidad obsesiva. Necesito un hombre lo suficientemente sensible para que comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte para darme ánimos y no dejarme caer. Estoy buscando a alguien que yo pueda respetar, partiendo del respeto que él mismo se gane con el trato, el amor y la admiración que me dé. La mujer debe ser la compañera del hombre. No para ser menos o más, sino para que juntos construyan una vida en donde la convivencia los lleve a la felicidad. Si existe un hombre así, ése es justo el que yo busco. 
Cuando ella terminó de hablar, lo miró a los ojos. Él se veía muy confundido, con muchos interrogantes.
–Estás pidiendo mucho. –dijo el hombre, finalmente.
–¡Es que yo valgo mucho! –replicó ella con una sonrisa.


¡Gracias Marce, por compartirlo!
Paquita la del barrio la tiene clara (en Facebook)

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28 agosto 2011

La decisión más difícil

Al leer esta tira me reí al principio, ¡pobre Roberta! Pero unos minutos después me vino a la memoria la imagen de una mujer que hace unos años tuvo que tomar dos veces la decisión de dejar atrás una casa con todas las comodidades. Tuvo que pensar bien qué cosas se iba a llevar ya que el bolso aunque era grande no cabía todo lo que hubiera querido conservar. La primera vez que se fue era casi medianoche, era muy joven y estaba asustada. Pero estaba convencida que merecía una vida nueva junto con el hombre que amaba, y por ello valía la pena dejar todo atrás. Pobre, no le fue muy bien, pero se las arregló lo mejor que pudo y salió a flote. La segunda vez ya era un poco más grande, también tuvo que empacar lo estrictamente necesario, también estaba asustada, pero no estaba sola: junto a los dos bolsos llevaba a su bebé en un cochecito. Era una tarde de domingo, soleada. Nadie las vio salir. Esa vez tampoco le fue muy bien al principio porque eran épocas de crisis y hubo que pasar un largo tiempo de estrecheces, pero como ya estaba acostumbrada a los sacrificios y no era tonta, de nuevo se esforzó mucho y salió adelante.
Me emociono cuando me acuerdo, y a veces pienso, ¿cuánto valor se necesita para dejar atrás una vida confortable, segura, pero sosa, vacía y sin proyectos? ¿Se puede vivir toda la vida auto engañándose, salir al mundo con una máscara de falsa felicidad?

"Las dos veces que me fui, vi que tenía por delante un camino incierto, oscuro; pero después pensé, tengo un par de piernas fuertes y la cabeza bien dura, así que me lancé a caminar... Tropecé varias veces, perdí el rumbo otras tantas, me encontré con algunos peligros, pero hice mi camino como debe ser: andando para adelante, sin reproches. Y así descubrí qué quería de la vida, cosa que a muchos otros les lleva casi toda la existencia saberlo. No me arrepiento."

–Y a esa mujer que decís, ¿la conocés bien?
–Mejor que nadie. De hecho, la veo todos los días en el espejo.


("Roberta" Viñeta humorística de Emilio Ferrero)

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15 julio 2011

Billetera mata galán

Pay Up by Latifalshamsi | Deviantart.com »
Nunca me voy a olvidar de la cara de Jorge aquella vez que salimos a cenar. En un momento pidió la cuenta, y el mozo se la trajo. Conversábamos mientras buscaba en sus bolsillos, primero despreocupadamente y luego con algo de nerviosismo. Frunció un poco el labio, como suele hacerlo cuando se pone nervioso, y empezó a ponerse colorado. Era la cara perfecta de un perfecto desesperado.
–¿Qué pasa, muñeco? –preguntó.
–Yo... eh... –balbuceó mientras seguía revisando nervioso todos los bolsillos habidos y por haber en su camisa, su saco y su pantalón.
El mozo apareció y entonces yo, más veloz que la Mujer Maravilla, saqué mi tarjeta de débito de la cartera y la coloqué en la bandeja junto con la libreta y la cuenta. El mozo se retiró con ella.
Jorge me miró con los ojos muy abiertos, como si acabara de venderle mi alma al diablo.
–¿Qué? –dije, tomando un sorbo de vino de su copa.
–Se... se supone que el caballero siempre paga la cuenta. –me dijo en voz baja, algo molesto.
–No seas anticuado. Además, ¿me parece o no tenés tu billetera?
–No, no sé... la perdí, o me la chorearon... pero no, no puede ser. Yo la tenía...
–Para mí que se te cayó en el auto. Pero tranqui, la buscamos cuando vayamos para allá. Igual ya está resuelto el tema.
–Bueno pero no, no debe ser así. Cuando la encuentre decime cuánto te debo...
–No seas cavernícola, che. Además, ¿somos o no somos amigos?
–Ese no es el punto.
–El punto es que, al poner yo mi tarjeta, se te pinchó el orgullo.
–No, tanto como eso no, pero...
–¡A veces sos tan pero tan anticuado, Jorge!
–Nada que ver. Soy un caballero.
–Y como buen caballero, dejarás entonces que la dama se salga con la suya esta vez.
Lo miré con una sonrisa. El se aflojó y también sonrió. Luego dijo:
–Es la primera vez que una chica me paga la cena. Me siento un miserable.
–Siempre hay una primera vez para todo.
–Sabés, mi abuelo y mi papá siempre decían que un hombre nunca debe permitir que una mujer pague nada, así sean dos monedas. Es exponerse a quedar como un amarrete de cuarta, como un pelotudo, o peor aún, es como cederle a ella el control de la situación.
–Ah, ya entendí: juego de poderes.
–Ehm, sí, algo así.
–El dinero genera poder, y el poder seduce.
–Conceptualmente sí.
–De ahí el famoso "billetera mata galán".
Y nos reímos a carcajadas. Cuando me calmé, lo abracé y le dije al oído.
–Escuchame tres cosas. Una, la pasamos bárbaro, ¿o no? Estoy de buen humor, tengo la panza llena, y estoy con vos. Dos, la plata vuela, sea de quien sea, así que hay que disfrutarla. Y tres, espero que, a pesar de haberte quitado un poquito de poder hoy, me sigas llamando para salir.
–Lo voy a pensar.
Yo ni lo pensé. Lo besé, porque eso era lo que más me gustaba de él: que era chapado a la antigua, más por educación que por convicción; pero una virtud como esa era más que irresistible para una mujer moderna como yo.
El mozo repareció en escena con la tarjeta, el ticket y el voucher, y se retiró. Firmé, dejé la propina y nos levantamos.
Camino al estacionamiento Jorge seguía algo abatido mientras yo me seguía riendo de las ocurrencias. Abrió la puerta, buscamos en el interior y finalmente encontramos la famosa billetera desaparecida en el piso, frente al asiento del conductor.

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08 julio 2011

Amores (im)perfectos

Lonely Fisher by ~Latyrx | Deviantart »
–¿Por qué te casaste con Amalia? –pregunté.
–Porque era perfecta. –contestó él, mirando su café.
–¿Y por qué te querés separar ahora?
–Porque sigue siendo perfecta. Y yo el mismo boludo de siempre.
Vaya respuesta.
Esta conversación sucedió hace varios años, con Gabriel, el jefe de la redacción. Mi jefe. Hacía poco que trabajábamos juntos y aquella tarde volvíamos de una nota. Nos tomamos un descanso y fuimos a tomar un café antes de volver a la oficina. Parecía más cansado que nunca, con ganas de hacer catársis, así que lo dejé hablar. De paso, lo iba conociendo un poco más.
–Es difícil remarla con alguien que hace todo bien. –declaró.
–Peor es remarla con alguien que te quiere hacer creer que hace todo bien...
–¿Y vos por qué te separaste? –preguntó.
–Primero, porque el quía nunca quiso compromiso exclusivo conmigo. Él quería seguir haciendo su vida de soltero y bon vivant. Y como para vender humo siempre fue muy bueno, me vendió una relación que no andaba desde el principio, pero me convenció de que era así por culpa mía. Que si las cosas no funcionaban era porque yo era un ser inferior que no merecía el privilegio de estar con un semidiós de su talla.
–¡No jodas! ¿Te manipulaba psicológicamente?
–¡Puf! Me llevó litros de lágrimas y horas de terapia sacarme esa idea de la cabeza. Así fue que un día tanto me jodió que dije basta, le hice frente y gané la batalla. David contra Goliat. Nadie daba dos mangos por mi causa, pero al final gané el juicio. Creo que le dolió más perder plata que perderme a mí y a la hija. Aún así intentó arreglar las cosas una y mil veces, no porque hubiese madurado sino porque su ego no podía permitirse semejante derrota.
–¡Qué personaje! Bueno... me siento menos solo ahora.
–Sin embargo vos todavía estás a tiempo de poner un parche en el fondo del bote.
–El bote no se va a hundir aunque tenga mil agujeros, porque Amalia también es de las que no aceptan ni una derrota en su vida. Así que hasta donde pueda seguiré remando. Y cuando no pueda más, si no me muero antes, me escaparé nadando una noche sin luna y terminaré mis días náufrago pero feliz en una isla desierta.
Nos reímos y dimos por terminado el descanso. El resto de la jornada (que prometía ser larga) nos esperaba.

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