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16 enero 2017

Mesa de mujeres III: como Thelma y Louise


–¡Hola, zorras! –saludé a todas con mi sarcasmo de siempre. Pasé entre las sillas a darles un beso a todas la que estaban.
–Qué hacés, sirenita. –dijo Rita. –¿Otra vez de mal humor?
–¡Si les cuento! ¡Me van a cagar a piñas!
–Y ahora qué hiciste... –dijo Nina, alcanzándome un vaso de cerveza.
–Tomé champán. –contesté.
Se miraron todas con los ojos abiertos.
–Vos sí que querés ver el mundo arder, eh. –dijo Vanesa, mientras se llevaba a la boca una papa frita.
–Ya sé, ya sé qué me van a decir. ¿Para qué carajos tomás si te hace mal?
–Bueno eso, justamente. –contestó Nina. –Cuando tomás champán, esa lengua bate todas las verdades, incluso aquellas que no nos contarías ni siquiera a nosotras.
–¿Y qué verdad te batiste esta vez? –preguntó Nina.
–Estaba con Bruno Díaz, ¿se acuerdan que les conté de ese tipo? Un divino. Bueno... nada, fui a cenar a la casa, empezamos a tomar una copita de champán. Dos copitas. Empezamos a los besos en el sofá. Le empecé a decir "Ro, Rodrigo te extrañé tanto, gordo" y... y... nada, me tuve que pedir un taxi a casa.
Carcajada general.
–¡Pero nenaaaaa! –me sacudió Nina. –¡Justo con Bruno Díaz se te ocurre hacer semajante papelón!
–¡La cagaste olímpicamente! –alcanzó a decir Vanesa sin poder parar de reírse.
–¿Todavía seguís pensando el el gordo Rodrigo? –dijo Rita, levantando una ceja acusadora.
–¡Juro que al otro día me levanté con un dolor de cabeza de antología, y ganas de tirarme por el hueco del ascensor! –dije, agarrándome la cara con ambas manos.
–¡Ya está, olvidate de ese quía! –dijo Nina, seriamente. –Y a ver si te vas olvidando de una buena vez del gordo ese bagayo, eh.
–Yo en lugar de Bruno Díaz hubiese hecho lo mismo. –opinó Vanesa. –Es espantoso que te digan el nombre de otra persona justo en ESE momento.
–Sí ya sé, pero bueno, ¡se me escapó! –me puse de pie con una mano en el pecho y dije: –¡Juro solemnemente delante de ustedes que no vuelvo a tomar un puto champán durante una cita!
Hubo más carcajadas y aplausos, incluso de las mesas vecinas. En ese momento llegó Miriam.
–Llegaste justo para el show. –le dije. –Escuchá esto: la cagué con un tipo copado diciéndole el nombre de otro. Soy un animal y no podría estar peor.
–¡Já! ¿Qué no? ¿Querés que te cuente yo? –dijo desafiante, guardando sus lentes oscuros en el bolso.
–¿Qué te pasó? –dijimos todas a coro.
–Hace dos meses que salgo con el mismo tipo que conocí de Tinder. Qué se yo, bien, simpático, un poco tímido. Intimamos un par de veces, no le funcionó el coso. A lo mejor necesita tiempo pensé, así que bueno, mejor no presionar las cosas, dejemos que fluya. El finde cumplió años mi prima y salimos con un par de amigas de ella a un boliche de Recoleta. Bien, a ver queridas mías, ¡adivinen a quién encontramos a los besos con otro flaco! ¡Ni siquiera con otra minita, eh! ¡Con otro flaco!
Esta vez no hubo risas generales sino mandíbulas cayendo al suelo y ojos enormes como disco de arado.
–Así es, amores. El tipo que me gusta resulta que patea para los dos arcos. ¿Y vos decís que estás mal, boluda? Vení, vamos juntas a tirarnos con el auto por un barranco como Thelma y Louise antes que nos atrape la desgracia. –Palmeó con fuerza la mesa tres veces y exclamó: –Bueno chichis, retroceder nunca, rendirse jamás; basta de amarguras. ¡Mejor brindemos por nuestras mejores conquistas! ¡A ver, les cuento que estoy por cerrar una licitación importante para la empresa! ¿Y ustedes?
–Mi hijo mayor se sacó un 10 en matemática. –dijo Rita.
–La perra por fin aprendió a no mearse en el comedor. –dijo Vanesa.
–A mí me pagaron un retroactivo que me estaban debiendo. –dije yo.
–Me estoy comiendo a mi profesor de yoga. –dijo Nina, arqueando las cejas, y con una enorme sonrisa hizo sonar los vasos de las demás, que la quedamos mirando boquiabiertas, con una mezcla de incredulidad, alegría y un ¡qué hija de puta!

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27 diciembre 2016

¡Mozo, la cuenta!


Como ya saben, la realidad supera la ficción. Por eso hoy les presento una pequeña recopilación de partes (chuscas) de conversaciones que me sucedieron en varias primeras citas. La parte del diálogo que me corresponde está en color rojo, así se entiende bien cómo viene la conversación.


–Contame, ¿a que te dedicás?

–Soy diseñadora y desarrolladora web y mobile
...

–¿Qué es mobile?
–Celulares y tablets.

–Ah, ¿programas smartphones?

–Bueno, en realidad, hago aplicaciones para smartphones y…


–¿Y no sabés cómo programar mi Whatsapp para que no muestre que estoy en línea, que no muestre la la hora y el tilde azul?

–Eso es muy fácil: agarrá el teléfono, tiralo a la miércoles y manejate con notitas Post-it.


–...

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–... Y la verdad no me gustaría que mi hija a los veinte termine siendo un desastre en la casa como la madre.

–¿La madre de quién?

–De mi hija.

–Ah, ¿se hablan?

–De hecho, la veo todos los días en el espejo.


–¡Ah qué bueno que se lleven bien!
–¿Vos me estás escuchando?
–¿Qué cosa?
–…
–¡Ah!


·····················: :···························

–Sí, sí, después de tantos años de casado, dije basta. ¡Basta de peleas, basta de celos, basta de controlarme y decirme lo que tengo que hacer! ¡Quiero vivir la vida! 
–Mirá vos, no conozco nadie que no quiera.
–¿A vos no te pasó nunca eso? 
–No. Yo siempre tuve ganas de vivir. Desde que nací.
–…

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–Sabés, me encantó esa foto de perfil del Whatsapp.
–Bueno gracias, jeje.
–¿Y qué significa ese cartelito con el número 44 ?
–Es mi edad actual. Cumplí el mes pasado.
–¿Ah sí? ¿Cuántos años cumpliste?
–...

·····················: :···························

–A ver linda, mirame a los ojos y decime, ¿qué sentís?
–Ehmm, nada.
–¿Cómo que nada?
–No, nada... ¿tenía que emocionarme?
–Bueno, pero...
–¿Pero?
–¿En serio no sentís nada?
–¡A ver! Nos estamos viendo por primera vez y recién pasaron 20 minutos... ¿Tenía que enamorarme?
– Bueno, no, no necesariamente. Pero bueno, algo tenés que sentir, sino no tiene sentido estirarla. Me voy, terminate el café tranquila, pago yo a la salida. Suerte.
– ¿...?

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–Y contame, ¿qué sueños tenés?
–¿Perdón?
–Hablame de tus sueños.
–Mmmm, ésas son cosas muy reservadas...
–Dale, yo quiero saber así te voy conociendo.
–Ok. Mi sueño es conquistar el mundo.
–¡...!
–(sonrisa)
–Bueno... Así que tu sueño es conquistar el mundo.
–¡Sip!
–Como Pinky y Cerebro.
–Ponele.
–Y ¿qué planes tenés para lograrlo?
–Formar un ejército de palomas.
–...
–De hecho ya tengo dos en fase de entrenamiento.
–...
–(sonrisa)
–Y si tuvieras un super poder, ¿cuál sería?
–Me gustaría tener el poder de teletransportar mierda.
–¿Eh? ¿Qué cosa?
–¡Sí!
–Pero, ¿y qué utilidad tendría eso?
–Le podés cagar la vida, literalmente, a cualquiera que no te banques. O zafar de un examen, achicar la cola en el banco, escapar de un piquete, qué se yo... ¡Puf! ¡Hay tantas posibilidades!
–...
–¿Querés ir yendo?
–Dale.

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Si les gustó, voten y dejen su comentario para una segunda y tercera y cuarta parte, porque hay muchas historias chuscas para contar. Porque, si no hay amor, ¡que al menos haya humor!


28 noviembre 2016

¿Es mejor estar solteros?

Vean el video y lo que dice la doctora Bella DePaulo de la Universidad de California:



Ahora podemos decir con orgullo ¡vamos l@s solaris!

12 julio 2015

Cuando los opuestos se atraen

Este divertido corto de animación nos muestra qué pasa cuando los opuestos se atren y empiezan a ver la vida de otra manera.


Jinxy Jenkins and Lucky Lou from Ringling Computer Animation on Vimeo.

¡Sean felices!

 _

08 junio 2015

El amor en los tiempos de Tinder

Si usás o usaste #Tinder alguna vez, sabés que la historia es mas o menos así... :-P


#LunesDeHumor o_O

·

17 octubre 2014

La amada que quiere ver el amanecer (por Pedro Saborido)


Otra genialidad de Pedro Saborido, ¡nunca defrauda! Esta historia romántica (?) se puede seguir en "El otro mapa de las noticias" en la web de Télam.

Buen fin de semana para tod@s

09 octubre 2014

¡Ay, Ricardo!

Y no. No se puede presionar al otro para que te ame... Pero...
(Autor: Emilio Ferrero)

◕ ‿‿ ◕

03 octubre 2014

En el nombre del amor

 Amor es… exactamente lo contrario a lo que verás en este post. Por favor nunca hagas algo así!

Entiendo que cuando se está enamorado/a se hacen cosas locas, pero esto... señoras y señores, esto que ven aquí ya es el extremo del mal gusto. Si esto es el amor, ehmmm mejor déjenme así agnóstica que estoy fenómeno.
Esta y otras imágenes, sin desperdicio, pueden verlas aquí:
"15 Personas que hicieron que cupido se clavara la flecha en la frente"

Por favor, nunca se unan a estas huestes. En el nombre del amor.

Sean felices

···:···

16 septiembre 2014

Consultorio sentimental (I)

"Macbook love" by EternalxxSkies - DeviantArt.com
"Macbook love" by EternalxxSkies · Deviantart.com

Estimados y estimadas, me han llegado en todo este tiempo algunos mensajes por diferentes vías digitales pidiendo consejos sentimentales. No sé si soy una experta en la materia, verán que he fallado y aún así persisto, y para consejos está el Viejo Vizcacha. Pero como me gusta ayudar a la gente en lo que pueda, pues ahí vamos:

1) Anita, 51
Hace mucho que no salía con nadie y la semana pasada fui a cenar con un señor. Muy caballero, pasamos una linda velada, me llevó a casa en el auto y cuando paró en la puerta, hablamos un rato, me dijo que la pasó bien, que ojalá se repita pronto y se despidió con un beso ¿No es medio raro en una primera cita?
Querida Anita: Ese tipo era de otro planeta si se conformaba con unos besos después de una primera cita. La regla general es que vayan directamente al telo o una vueltita por Villa Cariño si es medio rata. No sé cuántos años tiene el quía pero cuando te toca un caballero así, nena, no lo dejés ir.

Siguiente...

2) Lara, 39
Salí con un flaco de 46 pirulos, te digo que parecía normal pero cuando llegamos al momento decisivo, yo saco un preservativo y se lo doy, el quía lo mira y me dice "che... sabés que no lo puedo usar", y le pregunto si era alérgico o qué, y me dice "no, desde que tuve el primer infarto, es como que no puedo usarlo...". Yo pensé que me estaba mandando fruta y me fui, pero después me quedé pensando, ¿che y si tenía razón? ¿Vos que opinás?
Querida Lara: Esto te lo digo con el aval científico de un cardiólogo con el que anduve hace unos meses: te mandó la re-fruta. No existe ninguna limitación de ese tipo después de un infarto o lo que sea, y lo bien que hiciste en irte al carajo y dejarlo con las ganas. Excusas pedorras, acá no. Hay que cuidarse, mi vida, eso ya lo sabés.

Otra...

3) Faby, 31
Hace unos meses que ando con un tipo más grande que yo, divorciado, por ahora todo bien pero me llama la atención que desde el viernes a la noche y hasta el domingo nunca tiene tiempo para mí. Dice que pasa tiempo con los hijos pero éstos ya son todos mayores de 18. Ni siquiera me atiende el teléfono o los mensajitos. Para mí hay gato encerrado, ¿vos qué decís?
Querida Faby: Mas que gato, tiene una manada de michos encanutada. Es la típica excusa del doble vida, porque los pibes grandes de hoy en día tienen su vida, sus amigos, sus actividades, se mueven solos, no esperan que papá los venga a buscar para llevarlos al teatro y a McDonalds. Me juego que anda en otra paralela o no está tan divorciado como él declara, y lo delata el hecho de apagar el celu y no contestar mensajes. Consejo: buscate uno que no te ande escatimando tiempo, y menos los fines de semana.

Y se va la última...

4) Isa, 44
Conocí un flaco de mi edad por Facebook, era super entretenido chateando, no es feo, pero cuando nos encontramos a tomar un café, ay por favor, ¡es un deprimente total! ¡se la pasó hablando de la ex y cada dos oraciones la remataba con un "fui un boludo". Te juro que tuve que inventar una excusa para irme porque no lo aguantaba más. Pero me sigue, me escribe, me manda mensajitos para volver a salir, ¡qué se yo! es buen pibe pero yo así no quiero saber nada. ¿Cómo me lo saco de encima lo más sutilmente posible?
Querida Isa: Me estoy imaginando la cara tuya, jajaja, esa clase de tipos lo mínimo que merecen es un sillazo por la cabeza. En serio. Hay tipos que no superan su pasado y por ende no están debidamente preparados para una nueva relación. Seguramente son buenas personas, ojo, pero andan ahí como almas en pena, lamentándose de su mala suerte, esperando que una los rescate de su situación... Un tipo con complejo de damisela no te sirve más que para tenerle lástima. Y eso de andar siendo Spiderman para rescatarlo todos los días, es lindo al principio, muy romántico, pero después te das cuenta que termina rompiendo las pelotas. Mi consejo: decile sin rodeos ni sutilezas que existen psicólogos y psicólogas que por un arancel semanal lo van a ayudar a superar sus conflictos, que no te use a vos como tacho para tirar su mierda mental. Y que cuando lo supere te vuelva a llamar, eso si es que no estás con otro chabón.

Ahora sí, espero que mis consejos les hayan sido útiles. Acuérdense de que ustedes son todas diosas hermosas y merecen todo lo mejor de la vida. Y que estar solas no es ninguna tragedia, al contrario, es signo de que se quieren lo suficiente como para no regalar su tiempo a cualquier pelagatos. Si se sienten solas, hay una solución infalible: si sos activa, enérgica y deportista adoptá un perro; en cambio si sos casera y tranqui, un gato. Me lo van a agradecer.

:·:

26 febrero 2013

Locura de amor

'Amie'by x-FuzZ | Deviantart.com
En la última salida se me planta y me dice que está re enamorada de mí y quiere venirse a vivir conmigo.

Miércoles, casi las once de la noche, suena el teléfono.
–¡Ale! –dice Jorge del otro lado. –Hola, ¡que suerte que te encuentro!
Hola, querido. ¿Qué te anda pasando? –dije yo, distraída mientras me hacía un café.
Necesito que me ayudes con algo urgente. En serio es urgente.
–¿Pero qué pasa? Me estás asustando, George.
–Se acaba de plantar en la puerta de entrada al edificio una mina con la que anduve hace dos semanas. Quiere entrar a verme a toda costa. El portero no la puede echar. Y yo no puedo salir.
–Boludo, llamá a la policía.
–¿Qué?
–Y sí. Ocupación ilegal de zaguán.
–No puedo hacer eso.
–¿Hace cuánto que está ahí?
–Desde ayer a la tarde, llegué de la oficina y cuando la vi que venía desde la otra esquina para acá, cerré la puerta enseguida. Me dijo que iba a esperar ahí todo el tiempo que fuera necesario. Y se quedó toda la noche. Esta mañana de pedo el portero me dijo que no la vio y aproveché para salir, pero al rato volvió. Cuando llegué otra vez, toda una escena. Un Oscar a la mejor actuación dramática.
–¿Y qué le hiciste para que esté así? Si se puede saber.
Resopló. O suspiró. Y luego dijo:
–A ver, salimos, cogimos un par de veces, y en la última salida se me planta y me dice que está re enamorada de mí y quiere venirse a vivir conmigo. Le dije que ni en pedo, yo no quiero saber nada, ¡si apenas la conozco! Me dijo que el poder del amor era más fuerte, y que por amor era capaz de hacer cualquier locura. Y así estamos.
–Y digo yo, ¿por qué no sos hombre y bajás a decirle que se mande a mudar?
–¿Que pretendés, que la cague a gritos y la mande a cucha como si fuese un perro? Además, me ve y llora, se encapricha, se me arrodilla, se me agarra de la pierna. Ya me mandó como treinta emails y dejó otros tantos mensajitos en el messenger. No, boluda, no sabés lo que es. Está para el chaleco.
–Entonces con más razón, bolastristes, llamá a la policía.
–Escuchame, ¿no podés venir a hablar vos con ella? A lo mejor la hacés razonar...
–¿Qué? –y me reí a carcajadas. –Nah, vos estás mal.
–Si no se va de ahí, me voy a tener que quedar encerrado mañana, y pasado, ¡y quien sabe cuánto más!
–Jodete, te pasa por no tener cojones cuando hacen falta.
–En serio, boluda.
–En serio vos, boludo.
–No es cuestión de cojones. ¿Qué hago, la recontraputeo o le meto una piña? No, no soy esa clase de tipo. No quiero hacerle más daño. Pero tampoco puedo razonar con ella. 
Esta vez resoplé yo. Eché una cucharada de café instantáneo en la taza y luego agua caliente despacio, muy despacio.
–Georgie, somos amigos y yo te quiero mucho, pero no como vidrio. La situación está delicada como para que yo intervenga. ¡Mirá si se me viene encima con un cuchillo o tiene un revólver, o algo así! No, ni hablar. Además, mirá la hora que es, mi nena ya está dormida, no puedo irme así como así...
Otra vez el suspiro o resoplido del otro lado del tubo. Eché dos cucharadas de azúcar y revolví lentamente.
–Haceme caso, llama a la cana, y que sea lo que Dios quiera. Pensá que si la loca logra, de alguna forma, entrar al edificio, o se hace campamento en el palier, o te inunda todo el cuarto piso llorando; o peor, te tira la puerta abajo. Ahí sí que vas a estar bien jodido, eh.
–¿Vos decís?
–Nunca subestimes a una mujer despechada.
–Ok, ok. Bueno. Corto y llamo a la cana. ¿Te quedás despierta un rato más?
–Sí, un poco más puedo...
–Porfa, quedate despierta y esperame. Chau.
Cortamos. Me quedé con el teléfono cerca, pensando que llamaría para contarme como fue el desenlace de la historia. Pero una hora y media después suena el timbre de la calle.
Era Jorge. Lo vi por la ventana, parado frente al portón de entrada con un bolso y la jaula del gato.
Estaba algo pálido. Lo hice entrar, le di un café, me contó que en efecto llamó a la policía, que un patrullero apareció a los pocos minutos y se la terminaron llevando. Quien sabe si por cansancio o resignación, la loca de amor puso una resistencia mínima. Luego de eso, él sintió una mezcla de culpa y miedito, y no quiso quedarse solo. Y así fue que se vino a casa con su gato Mozart y ambos se quedaron con nosotras desde ese miércoles de madrugada hasta el domingo a la tarde. Ese día me quedé yo con él en su departamento para que estuviera tranquilo, convenciéndolo que la loca seguramente ya entrado en razón y no volvería a molestar. Cenamos milanesas con ensalada, miramos una peli y después a hacer noni.
Ya acostados los dos en su cama, se abraza a mí y me da un beso en la frente.
–Gracias, amiguita.
El gato trepó y buscó un lugar cómodo al lado mío. Acaricié el lomo del felino y girando un poco la cabeza hacia mi interlocutor, dije en voz baja:
–De nada, zoquete.


14 febrero 2013

Positivo

'Kiss The Bride' by =Lucanos | Deviantart.com
El fotógrafo alistaba su equipo cuando el novio y los suegros exclamaron: ¿Y la novia? ¿A dónde se fue?

–Alberto Felipe Márquez, ¿aceptas por esposa a Lorea Alejandra Villarreal?
–¡Acepto! –dijo él, sin sacar la vista de los ojos de su futura esposa. Ella sonrió.
–Los declaro marido y mujer.
Ella sintió otra vez esa sensación de vértigo que la venía persiguiendo desde el día anterior. Pero los brazos amorosos de su flamante esposo la sostuvieron.
–Te amo. –susurró él al oído con ternura, y la besó.
Luego, la sesión de fotos con el grupo familiar, los suegros, los amigos, el cortejo infantil, madrinas y padrinos, y parientes varios. Una vez que terminaron, le tocó el turno al vals. Alejandra sentía que con cada vuelta el mundo entero daba vueltas con ella.
–Señora Marquez... –dijo Jorge, tomándola suavemente. Sonrieron para la foto y ella trastablilló.
–Perdonen. Es la emoción, y los tacos, ¡puf! –se disculpó ella.
Jorge cedió su lugar a Toto y de pronto, su esposa lo tironeó del brazo. Se alejaron un poco del lugar y ella le pidió las llaves del auto. "Tengo que ir a buscar una farmacia" dijo ella por toda excusa.
–Qué, ¿vas a comprar algo para la resaca? –dijo éste.
Su esposa no le festejó la broma y antes de irse le dijo seriamente:
–Ocupate de los chicos, por favor.
Y se alejó.
Jorge no entendió nada, pero hizo caso a las órdenes del sargento y se ocupó de sentar a los niños en la mesa preparada exclusivamente para ellos.
Se sirvió el almuerzo y casi media hora después apareció Zara y le devolvió las llaves del auto. Conversó animadamente con los demás comensales, y poco después Nina se acerca y le dice algo al oído. Ella le contesta de la misma forma. En un momento de la sobremesa, ambas se excusan y se retiran de la mesa. La novia apenas había probado la comida, pero devoró doble ración de helado de dulce de leche. La sobremesa siguió hasta que anunciaron la hora del brindis. El fotógrafo alistaba su equipo cuando de pronto el novio y los suegros exclamaron:
–¿Y la novia? ¿A dónde se fue?
Había desaparecido. Notaron que también faltaban Nina y Zara. Jorge y el novio se miraron extrañados, e increparon con la mirada a Lalo.
–¡Les juro que no sé nada! –dijo éste.
–Calma, che. –dijo Miriam, poniéndose de pie. –Ustedes hagan alguna monería para el video. Yo me encargo.
Don Agustín empezó a contar chistes para distraer a todos. Jorge y Alberto siguieron los pasos de Miriam. Ella cruzó el parque y entró al salón. Fue directamente hacia el lugar más obvio donde hallar a una mujer: el baño.
Escucharon un cotorreo de voces nerviosas del otro lado de la puerta. Los dos hombres se miraron, intrigadísimos. ¿Qué pasaba ahí adentro? Jorge apoyó la cabeza en la puerta a ver si escuchaba algo, y de pronto se le pusieron los pelos de punta.
Un grito. Y otros dos más lo siguieron.
Alberto abrió los ojos enormes y sin más, golpeó la puerta.
–¿Alejandra? ¿Qué está pasando? –dijo en voz alta.
Se hizo silencio del otro lado. Alberto insistió:
–¿Me van a contestar? ¡O salen de ahí o tiro la puerta abajo!
–Mi amor... no pasa nada... Dame unos minutos y... –dijo la voz temblorosa de Alejandra.
No terminó de hablar, el sonido de unas arcadas la interrumpió los dejó a todos perplejos. Alberto avanzó para cumplir con su amenaza de tirar la puerta, pero Miriam lo detuvo por el hombro y lo miró seriamente, negando con la cabeza. Jorge entró en acción.
–¿Zara? ¿Está todo bien?
–Sí sí... bueno, ¡mas o menos! –contestó ella desde adentro.
–¿Qué? ¿Cómo que “mas o menos”? –preguntó Alberto, preocupado.
–Cálmense, che. Ya salimos. –sentenció Nina.
Cuando se dieron cuenta, Gabriel, los padres de Alejandra y la mamá de Alberto, Lalo y Deborah estaban detrás de ellos, mirando la escena.
La puerta finalmente se abrió.
Zara salió primero, y caminó hacia su esposo. Alejandra salió, cabizbaja, junto con Nina. Estaba totalmente deslucida, como si se hubiese bajado de una montaña rusa. Además moqueaba y tenía el rimel corrido.
–¿Me vas a decir de una vez por todas qué está pasando? –dijo el novio con los brazos cruzados.
Sin decir absolutamente nada, frente a la mirada ansiosa de todos los que la rodeaban, Alejandra levantó la mano para extenderle algo a su flamante marido.
Era una barrita blanca dentro de una bolsita de celofán. La barrita marcaba dos rayitas de color rojo oscuro. Varios "ooohhh" hicieron eco detrás suyo.
–Tenía dudas... –dijo la pelirroja por toda excusa, con un hilo de voz.
–Pero, ¿qué es esa cosa...? –preguntó él, desorientado y ansioso.
–¡Ay, hombre! –le espetó Miriam, exasperada. –¡Esa cosa es un test de embarazo!
–¡Dio positivo! –dijo Deborah emocionada.
–¡Ay, soy tío otra vez! –exclamó Lalo, con mucho aspaviento.
–¡Felicitaciones, tigre! –dijo Gabriel, dándole una fuerte palmada en la espalda.
Alberto miró atónito a Gabriel y luego a su esposa. Ella asintió con la cabeza, mientras su madre y su suegra la abrazaban y besaban cariñosamente.
De pronto, todos y de común acuerdo se volvieron por donde habían venido y los dejaron solos. Él la tomó de las manos y luego la abrazó con fuerza.
–Ay, mi amor. –dijo ella. –Arruiné nuestra fiesta. Pero no podía esperar. Tenía que saberlo. Perdoname.
–Mi vida. –dijo él, riendo. –¡Qué estás diciendo! No importa la fiesta. Este día no podía ser más feliz para mí. Me casé con la mujer de mis sueños y ahora... Y ahora sé que voy a ser papá. Todo el mismo día. ¡Uf! El que se va a desmayar en cualquier momento soy yo.
Rieron, abrazados y felices. A pesar de las lágrimas, el rímel corrido y los mocos, él la vio más linda que nunca, y la besó.
Escucharon los pasos de Miriam y Lalo con la maquilladora, listos para adecentar a la novia para las fotos. Alberto se alejó y volvió a la fiesta y su suegro le dio una copita de licor para que recuperara la compostura.
Después de ese contratiempo, la fiesta siguió hasta el atardecer, momento en el que tuvieron que ponerle fin por algunos inconvenientes. Toto se dobló un tobillo queriendo hacer un paso de baile a lo "Dirty Dancing" y lo tuvieron que llevar a la guardia de kinesiología inmediatamente. Jorge, al tratar de rescatar un juguete caído en la piscina, lo empujaron al agua sus propios hijos. Lalo se sentó sin querer sobre una porción de torta olvidada en su silla, y anduvo un buen rato con un cacho de crema y merengue en el traste. Nina encontró bajo su copa un papelito con el número de celular del fotógrafo; ni lerda ni perezosa le envió enseguida un mensaje con foto adjunta de su puño con dedo mayor levantado. Alberto había tomado tanto licor que se agarró un pedo fenomenal. Sabrina, la hija de Alejandra, al saber la noticia, se largó a llorar a moco tendido y no se separaba de su madre. La novia volvió a comer doble ración de helado y tres porciones de torta, frenó cuando se dio cuenta que el vestido se le descosió varios centímetros por la cintura.

Fue, sin duda, la mejor fiesta de casamiento que habían tenido en años.


Post relacionado: Caminos diferentes (2012)

07 diciembre 2012

Historia del que volvió con un ramo de fresias rojas

'_303' by Hp1 | Deviantart.com
 El chorro de agua fue lo suficientemente fuerte como para regarlo de arriba a abajo en pocos segundos.

Sonó el portero eléctrico. Corrí a atender.
–Hola, ¿quién es?
–Hola querida, –contesta don Bruno, el encargado del edificio.– alguien acá te busca.
–¿Y quien es? –pregunto.
Luego de una breve pausa, me contesta:
–Dice que quiere darle una sorpresa.
¡Bueh! Me cago en la gente y sus misterios.
–Ok, ahora bajo, gracias.
Salí al balcón para mirar y ver quién era esa persona misteriosa que me quería sorprender. No se podía ver un catzo. "Será posible..." pensaba yo mientras bajaba por las escaleras. ¿Quién podía ser a las ocho y media de la mañana de un sábado?
Salgo al patio de entrada. Don Bruno estaba limpiando la vereda con la maguera. Abro el portón y me asomo. A la izquierda, al lado de la perfumería, lo veo parado con un ramito de fresias.
Era Mike.
¿Pero qué carajos...? Mi cara debió haber sido de antología. Hubiese pagado para que alguien me retratara en ese instante.
Él sonrió, miró con esos ojos de perrito que se acaba de orinar en el sofá nuevo. Avanzó despacio hacia mí, porque yo no me podía ni mover y dijo "¡Hola!" con su típica tonada alemanosa.
–Che, que... ¡Qué sorpresa! ¿Qué te pasó? ¿Te deportaron? –alcancé a decir. Estaba nerviosa.
–No, me tomé unos días de vacaciones y vine...
–¡Vos sí que tenés suerte! Y tu novia, ¿sabe que viniste hasta acá?
–No hablemos de eso. –dijo, y la sonrisa se le cayó un par de milímetros, señal de que había dado un golpe bajo. Genial.
–Que cagada si se entera, eh. ¡Dormís en la calle! –continué, metiendo púa al asunto.
–¿Qué...? Bueno, ya, no seas agresiva. Vine a verte. Te... te traje flores. –y me extendió el ramito que llevaba en la mano.
–El rojo es tu color favorito. Me hubieras traído de mi color favorito al menos.
–Ya, te gusta pelear, eh. Todavía estás enojada...
Ah no... Hice explosión. El Krakatoa, un poroto.
–¡Por supuesto que sigo enojada! ¿Qué te creés, pelmazo? ¿Qué después de haberme mentido tan descaradamente podés venir acá así como si nada? ¿A qué? Decime, ¿a qué viniste?
Miró incómodo hacia los cuatro costados antes de contestar.
–¡Calma! Vine a saludarte. Quería verte, saber que estás bien... –dijo, pero con cierta incomodidad.
–Bueno, ya ves, estoy bárbaro, ¡fenómeno! Y no gracias a vos, cretino.
Miró como si no hubiese entendido la mitad de las palabras. No me extrañaba: siempre le costó horrores comprender el léxico porteño. Se rascó el cuello, como si la camisa le molestara, y siguió hablando.
–Yo, he pensado mucho en tí, lo que pasó y... No fui bueno contigo, sabes. No estuvo bien lo que hice. Te lastimé mucho, no lo merecías, siempre fuiste buena y generosa conmigo. Te quise, todavía te quiero. ¿Me perdonarás? –dijo, bajando la cabeza.
Será posible, todavía hay giles que creen que ese discurso pedorro funciona...
Levanté las cejas. Esto era el colmo de los colmos. Si lo cuento, no me lo cree ni mi madre. Mi ex novio, que me convenció que venía desde Alemania exclusivamente a conocerme a mí y al que más tarde pesqué haciendo el mismo verso a otras candidatas (una suerte de casting), ahora dice que me quiere y me pide perdón...
–Y decime, ¿por qué debería yo perdonarte?
–Porque, porque eres una mujer buena, compasiva, y muy fuerte. Sé que podremos volver a empezar, sin mentiras... Tu eres importante para mí, muy importante.
Me crucé de brazos. Recordé por un instante los momentos que pasamos juntos, todas las cosas hermosas que había sentido por él, todas las palabras que me hicieron sentir la más afortunada del planeta.
Solté un suspiro.
–¡Ah! Mike... mi hermoso... –dije yo. Y sonreí con mi mejor sonrisa.
Caminé hacia él. Él me abrió los brazos contento. Me desvié rápidamente hacia la derecha y agarré la manguera con la que Don Bruno estaba lavando la vereda. El chorro de agua fue lo suficientemente fuerte para regarlo de arriba a abajo en pocos segundos. El quía manoteaba al aire como si se estuviese ahogando, ¡mariconazo! Seguro le mojé hasta los calzones.
Estaba para subir ese gag a YouTube. Que lástima que nadie estaba filmando la escena, lo tiró.
Tiré la manguera a un costado y le dije, con la voz más dulce que me pudo salir en ese momento:
–Sí, mi amor, ¡te perdono! Pero no quiero verte nunca más por acá ni saber nada de vos, porque la próxima te revoleo el macetero, y son cuatro pisos para abajo. ¿Entendiste?
Masculló algo en su idioma, unas cuantas puteadas seguramente, y se fue. Iba dejando una estela mojada en la vereda a medida que se alejaba en dirección a la Av. Independencia. Los pocos transeúntes que había, lo miraban extrañados o jocosos. Bonito espectáculo.
Yo me reía. Me reía como loca. Por fin, la herida estaba cerrada por completo y las puertas del pasado cerradas con doble llave.
–Querida, tu amiguito te dejó las flores en la vereda. –dijo don Bruno y me tendió el ramito de fresias.
Las miré. Eran bonitas. Lo que se regala con amor no se puede despreciar. Las agarré, le agradecí al encargado la gentileza, todavía riéndome a carcajada limpia, y subí al departamento.
A pesar del incidente, Mike continuó escribiéndome cortas y esporádicas misivas electrónicas, posiblemente porque tenía demasiado tiempo libre, o quizá toneladas de culpa encima. Me seguía a través de la red en todo lo que hacía. Un día se cansó y dejó de golpear la puerta. Se convenció de que había perdido toda oportunidad con esta mina jodida.

–... Y esa es la historia de estas fresias, amor. –dije, mirando a mi nieta preadolescente. –Guardé un ramito porque en el fondo seguía siendo una chica romántica y quería conservar el recuerdo de ese momento tan... particular. Y mirá lo bien que se han conservado, ¿eh? después de casi treinta y cinco años.
Ella las miró fascinada y las tocó con la punta de sus dedo índice, como queriendo ver ella también el recuerdo que encerraban. Cerré delicadamente el libro y lo puse en su lugar.
–Esa sí que es la historia de amor más graciosa de todas, abue. ¡Eras tremenda! –me dice, con una sonrisa pícara.
Yo le acomodo un mechón de pelo y le beso la frente. Sí, fui tremenda. Al día de hoy no me arrepiento.

La vida es una sola y está para vivirla; yo la viví tan intensamente que no creo me haga falta otra vida para saldar asuntos pendientes.


:·:

01 octubre 2012

Odiosas repeticiones

Predictions... by bittersweetvenom | DeviantArt.com

–Y vos, ¿por qué te separaste?
Yo sabía. Sabía que el candidato con el que estaba sentada aquella tarde en ese lindo bar notable de Monserrat me iba a preguntar eso.
Odio esa pregunta. Pero es inevitable. Infalible. Como la tormenta de Santa Rosa, que siempre llega en la misma época, días más días menos, pero nunca falla.
Decir la verdad del "por qué me separé" es tarea complicada. Primero, porque no se pueden resumir años de buenos y malos momentos, broncas, sospechas, angustias, venganzas, juicios, en pocas palabras. Siempre te terminás yendo por las ramas, te detenés a contar detalles estúpidos y ventilar intimidades, tales como que dejaba la toalla mojada en vez de colgarla en el tendedero, o que era tan miserable que nunca le dejaba los dos pesos de propina al chico que traía la pizza...
Sea como sea, en mi caso, relatar por qué me separé siempre me resultó incómodo. Más que nada porque en mi caso particular los hechos reales trascienden la verosimilitud. La historia de mi separación fue demasiado novelesca. Mis amigos más cercanos son los únicos que conocen toda la verdad y me han visto de cerca pasar esa odisea, todavía no lo pueden creer. Muchas veces me quedé con la duda, quién carajo estaba escribiendo el libreto de mi vida. Porque era un veloz pase de comedia a drama, de drama a acción, de acción a romance, de romance a espionaje, de espionaje a comedia otra vez. Así todo el tiempo, sin descansos o retoques de maquillaje.
Por otro lado, cuando contás tu biografía nunca podés ser objetiva. ¡Nunca! No podés quedar como una tarada, una cornuda o una flor de bruja delante del candidato. A ver si lo espantás. No, hay que ser piadosa también con una misma, sobre todo si te interesa tener otra cita con ese bombón. Ahora, si el pibe no te gusta ni mirándolo con cariño, y más vale que le vas a echar Raid de una forma elegante así no te da más bola. Hay que ser una dama incluso en las situaciones más difíciles.

–Es largo de contar. –digo yo.
–Dale, contame. –insiste él.
Pienso brevemente y contesto:
–Bueno, nada. Resumiendo, él se aburrió de mí y yo de él. Se desgastó la pareja. Así de simple.
El candidato asiente, comprensivamente. Yo sonrío con alivio.
Entonces, llega esa otra pregunta chota:
–¿Y no saliste con nadie más desde entonces?
Oh, shit. ¿Le cuento la verdad y quedo como una trola, o me hago la boluda y quedo como mojigata? ¡Será posible!

Te digo, ¿sabés que es lo peor de todo esto? Que si no vuelvo a ver a este tipo, voy a tener que repetir esta escena otra vez. Y otra, y otra más. Puf, me joden tanto pero tanto estas odiosas repeticiones. En cada cita debería llevar el MP3 con la respuesta ya grabada. Saludo, me siento, pongo Play y listo.

De esta forma me podría por fin tomar el café calentito y disfrutar de las masitas sin culpa.

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