27 diciembre 2016

¡Mozo, la cuenta!


Como ya saben, la realidad supera la ficción. Por eso hoy les presento una pequeña recopilación de partes (chuscas) de conversaciones que me sucedieron en varias primeras citas. La parte del diálogo que me corresponde está en color rojo, así se entiende bien cómo viene la conversación.


–Contame, ¿a que te dedicás?

–Soy diseñadora y desarrolladora web y mobile
...

–¿Qué es mobile?
–Celulares y tablets.

–Ah, ¿programas smartphones?

–Bueno, en realidad, hago aplicaciones para smartphones y…


–¿Y no sabés cómo programar mi Whatsapp para que no muestre que estoy en línea, que no muestre la la hora y el tilde azul?

–Eso es muy fácil: agarrá el teléfono, tiralo a la miércoles y manejate con notitas Post-it.


–...

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–... Y la verdad no me gustaría que mi hija a los veinte termine siendo un desastre en la casa como la madre.

–¿La madre de quién?

–De mi hija.

–Ah, ¿se hablan?

–De hecho, la veo todos los días en el espejo.


–¡Ah qué bueno que se lleven bien!
–¿Vos me estás escuchando?
–¿Qué cosa?
–…
–¡Ah!


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–Sí, sí, después de tantos años de casado, dije basta. ¡Basta de peleas, basta de celos, basta de controlarme y decirme lo que tengo que hacer! ¡Quiero vivir la vida! 
–Mirá vos, no conozco nadie que no quiera.
–¿A vos no te pasó nunca eso? 
–No. Yo siempre tuve ganas de vivir. Desde que nací.
–…

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–Sabés, me encantó esa foto de perfil del Whatsapp.
–Bueno gracias, jeje.
–¿Y qué significa ese cartelito con el número 44 ?
–Es mi edad actual. Cumplí el mes pasado.
–¿Ah sí? ¿Cuántos años cumpliste?
–...

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–A ver linda, mirame a los ojos y decime, ¿qué sentís?
–Ehmm, nada.
–¿Cómo que nada?
–No, nada... ¿tenía que emocionarme?
–Bueno, pero...
–¿Pero?
–¿En serio no sentís nada?
–¡A ver! Nos estamos viendo por primera vez y recién pasaron 20 minutos... ¿Tenía que enamorarme?
– Bueno, no, no necesariamente. Pero bueno, algo tenés que sentir, sino no tiene sentido estirarla. Me voy, terminate el café tranquila, pago yo a la salida. Suerte.
– ¿...?

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–Y contame, ¿qué sueños tenés?
–¿Perdón?
–Hablame de tus sueños.
–Mmmm, ésas son cosas muy reservadas...
–Dale, yo quiero saber así te voy conociendo.
–Ok. Mi sueño es conquistar el mundo.
–¡...!
–(sonrisa)
–Bueno... Así que tu sueño es conquistar el mundo.
–¡Sip!
–Como Pinky y Cerebro.
–Ponele.
–Y ¿qué planes tenés para lograrlo?
–Formar un ejército de palomas.
–...
–De hecho ya tengo dos en fase de entrenamiento.
–...
–(sonrisa)
–Y si tuvieras un super poder, ¿cuál sería?
–Me gustaría tener el poder de teletransportar mierda.
–¿Eh? ¿Qué cosa?
–¡Sí!
–Pero, ¿y qué utilidad tendría eso?
–Le podés cagar la vida, literalmente, a cualquiera que no te banques. O zafar de un examen, achicar la cola en el banco, escapar de un piquete, qué se yo... ¡Puf! ¡Hay tantas posibilidades!
–...
–¿Querés ir yendo?
–Dale.

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Si les gustó, voten y dejen su comentario para una segunda y tercera y cuarta parte, porque hay muchas historias chuscas para contar. Porque, si no hay amor, ¡que al menos haya humor!


12 diciembre 2016

Hablé con Jesús: bondi fuera de servicio

 Amour d'enfance by D4Ybe >> DeviantArt.com

–No sabés, creo que voy a entrar en crisis en cualquier momento.
Jesús asintió levemente y levantó las cejas, señal que me habilitaba a soltar la catarata de palabras que tenía acumuladas para decir:
–Hace unos meses empecé a salir con un tipo. Amigo de mis amigos. Todo bien mientras la cosa se mantuvo en el Whatsapp. Nos juntamos un par de veces para tomar algo y hubo química explosiva. Con ese antecedente, pensamos que bien valía la pena que lleváramos las cosas al siguiente nivel. Y ahí se cagó todo. ¿Podés creer? No reaccionaba...
–¿No reaccionaba? –dijo, sin comprender.
–No. El... el coso... ehmmm.. el bondi, ponele, estaba fuera de servicio. No levantaba.
Jesús pensó unos minutos y con un gesto comprendió lo que estaba queriendo decir con tanta vuelta: impotencia.
–Bueno, a ver, –dijo acomodándose los lentes. –no es raro, le suele pasar a muchos hombres y me consultan mucho por eso. ¿Qué edad tiene?
–Cumplió cincuenta hace dos meses.
–La edad es otro factor importante. ¿Bebieron algo de alcohol?
–No, solo café con tostadas.
Hizo una pausa y anotó algo en su libreta.
–Soy un desastre, ¿no? –dije, ansiosa.
–No, no. –dijo con toda tranquilidad. –No dejes que esto te afecte. Teniendo en cuenta esto que te comenté antes, sumando la edad, la ansiedad, el estilo de vida, ciertos medicamentos, etc., suelen jugar malas pasadas. Y por otro lado, vos sabés bien cómo es tu personalidad.
–Sí, soy mitad sirena y mitad camionero. 
–Tenés una personalidad muy fuerte, tu rol de alfa está bien definido y se nota, a pesar tuyo. Para aquellos que son un poco más débiles de carácter o con baja autoestima eso les choca. Una mujer que no necesita ser rescatada de su torre e incluso mata ella misma al dragón intimida a cualquier príncipe que ha crecido en una cultura machista; se da cuenta que su rol quedó chico y ahora tiene que ver la forma de ubicarse en la relación, por decirlo de alguna forma. Y vos, ¿le dijiste algo?
–No. Bueno sí, le dije que no se sintiera mal por eso, que conmigo estaba todo bien. Pero creo que fue peor. Al otro día no era el mismo, ya no más mensajes cariñosos por Whatsapp, se volvió agrio, cortante, resentido. Mis amigas dicen que no vale la pena quererlo, que es un bagayo, que debería dar gracias que le di bola, que a lo mejor es así porque se droga...
Sonrió sin levantar la vista de su libreta y preguntó: –¿Y vos qué creés?
–Qué creo... Que cuando estoy con él, siento que encontré una parte de mí que había perdido o me estaba faltando. Es decir, no es que me sienta incompleta. Pero viste, uno puede toda la vida vivir perfectamente sin algo, ¿no?, pero cuando te llega ese algo, sentís que no puede haber nada mejor en el mundo, y que ojalá durara para siempre. Es como el aire fresco un día de calor, como el olor a tierra mojada cuando llueve, como un plato de comida calentita cuando estás muerto de hambre. Como un Popeye que se come las espinacas y siente que puede mover una montaña de un empujón, y con una sola mano. La bella y la bestia juntas en este cuerpito. Así me siento yo con él.
Sonó el reloj y Jesús prometió que seguiríamos trabajando el tema la próxima sesión.
Salí a la calle, caminé y me tomé el subte. Durante el viaje abrí la galería de imágenes de mi celular y encontré una de las fotos que nos habíamos sacado juntos, una semana antes de la "tragedia" nos separara.
Ahí, los dos, mirando de frente a la cámara, pegados uno al otro, sonrientes. Ni siquiera parecemos nosotros, parecemos dos chicos en la víspera de Navidad...