06 junio 2015

Mesa de mujeres

En la mesa de mujeres se habla de todo, incluyendo hombres, conquistas y amantes.

Como todos los jueves, el bar de Angie tiene una mesa exclusiva para cinco mujeres amigas. Aldana, Rita, Vanesa, Mora y quien escribe.
Aldana, es hermana de mi mejor amigo Lalo, es contadora, de pelo castaño largo y modales refinados, madre soltera y acérrima protectora de su familia, adora la moda y estar siempre divina, por eso es la que siempre marca tendencia entre todas nosotras.
Vanesa, mi amiga de la facultad, ha cultivado su propio estilo entre dark y urbano que la distingue y no ha variado con los años. Años atrás tenía el pelo rubio bronce, se lo tiñó de negro azabache y ahora lo lleva morado oscuro. El aspecto rebelde y desapegado no son más que corazas que ocultan a una chica sensible y generosa.
Rita, compañera de mi actual trabajo, es pura simpatía: se diría que nació para las relaciones públicas y se está por recibir de licenciada en marketing. Lleva una vida despreocupada y sin límites, le encanta salir y divertirse; según ella, la vida se basa en experiencias.
Mora fue mi compañera de los cursos de inglés y de mi primer trabajo. Su verdadero nombre es Lucía pero todos le decían "Demora" (de ahí le quedó Mora) tal vez por su hábito de tomarse su tiempo para todo: es la típica chica zen, de perfil bajo, adepta al SLOW, el yoga, el tai-chi y la ropa cómoda. Pese a esto, adora el buen comer y beber, aunque siempre en su justa medida.
Angie, la dueña del bar, también suele participar en nuestros debates. Como es la más grande de todas, y tal vez la más realista, ejerce un rol casi materno en el grupo, dando su opinión y aconsejando.
Y yo, madre soltera, laburante, cabeza dura y amante de las historias, la ropa linda, las flores, las salidas, el buen vino y con un tremendo magnetismo para atraer a los tipos equivocados.

En nuestras conversaciones hay de todo un poco: trabajo, hijos (las que tenemos), actualidad, moda, belleza, dietas... y sobre todo, ¡hombres! Porque todas nosotras, incluyendo nuestra anfitriona, somos mujeres solas. Todas hemos pasado la experiencia de un matrimonio o una convivencia que nos dejó chamuscadas pero con la lección aprendida. Y como diría Vanesa, todas las experiencias nos enseñan algo, y por eso hay que estar abiertas a lo nuevo. En las mesas de galanes se habla de minitas, de conquistas y de amantes, pero si no mienten la exageran hasta la estratósfera. Porque los hombres son así. Mentira eso que el tamaño o la cantidad es lo de menos, a ellos sí les importa y mucho. En las mesas de mujeres también se habla de eso, de hombres, de conquistas y amantes, pero somos más honestas con las de nuestro círculo. Como una hermandad, una manada, donde nos conocemos bien. Rara vez tapamos o disfrazamos la verdad porque generalmente necesitamos un consejo directo y sincero, un "¡sí, dale para adelante!" o un "¡ni se te ocurra, nena!".

Y experiencias, a todas nos sobran. Buenas y malas. Divertidas y aburridas. La mayoría, dignas de un libro o una serie de TV. Porque, como se dice por ahí, la realidad supera ampliamente a la ficción.


·   ·  · ·  ❤  · ·  ·   ·

No hay comentarios:

Publicar un comentario