15 octubre 2014

Encontrar al príncipe azul

"El problema es que lo encuentres y que no te de bola."

¿Queres que te diga una cosa? El problema no es no encontrar a tu príncipe azul, nena. Porque la que busca encuentra. El problema es que lo encuentres y que no te de un cinco de bola, porque no le gustas o porque ya está con alguien o atrás de alguien, o que por algún motivo de mierda no puedan estar juntos. Ése es el problema de la mitad más uno de las mujeres en edad de merecer. Mirá, en una de ésas, con un poco de suerte, pasas al 3% de las minas que se lo enganchan y viven felices y comen perdices. El 97% restante, los miramos por la ventana.
Aldana meneó su melena castaña y sorbió despacito su café cortado. La conozco hace años, prácticamente desde que soy amiga de su hermano menor Lalo. Siempre me pareció una chica que sabía bien lo que quería de la vida y que no se iba a quedar sentada esperando que sucediera. No. Ella es de las que salen a la jungla urbana con su arco y sus flechas, dispuesta a conseguir las mejores piezas, cueste lo que cueste.
Se recibió de contadora, consiguió un excelente trabajo en un banco, se enamoró y se casó con el gerente del área, tuvo dos nenas hermosas y todo era color de rosa hasta que su marido, de un día para el otro, se fue del país sin decir nada. El motivo se supo un tiempo después: fue centro de una investigación por lavado de dinero. Pero extraña y curiosamente, su secretaria también se va del país. "Tengo que empezar una nueva vida, ¿entendés?" le dijo a su esposa en una conversación telefónica cuando al fin retomó el contacto. "Ok, no hay problema, hacelo. Pero ni se te ocurra volver para reclamarme nada o para sacarme a mis hijas, porque vas preso y por la jodita del banco te van a dar mínimo 10 años de condena. ¡Vos elegís!" 
Y cortó. Nunca más se volvió a saber de él. 
Las nenas, al tener un tío tan amoroso y atento como Lalo, no les faltó figura masculina en sus vidas y con el tiempo dejaron de extrañarlo. Con lo poco que quedó, porque como buen marido que huye le dejó un tendal de deudas, Aldana compró un departamento más grande para ella, sus hijas y su madre, e invirtió en un local muy coqueto en Belgrano, donde instaló junto a su madre y su hermano un salón de belleza súper moderno. Desde entonces, ella nunca más tuvo una pareja oficial. Se enamoró, desde luego, de un par de caballeros pero no se vio correspondida en la medida que ella deseaba. 
Porque para ella, en la vida, los negocios y el amor, era todo o nada.
En eso te doy la razón, Nani. –dije.

Miré por la ventana. Una parejita de adolescentes en uniforme de colegio cruzaba la calle, tomados de la mano.
La mente se me fue volando al encuentro del recuerdo de Alber, el despistado pero simpático amigote de mi ex, con quien yo había empezado un affaire que empezaba a ponerse serio.

:·:


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