24 agosto 2013

Hablé con Jesús (VII)

'magic for me' by ~bruised--vein | Deviantart.com
¿Por qué siempre me enamoro del que no me ama?
–Me gusta Alexis. Mucho. Hace unos meses que lo conozco. Desde la primera cita me dejó alucinada, la voz, la forma de mirar, las cosas que me contaba. Y porque me gustaba tanto hice un par de cagadas, qué raro yo, ¿eh? Es que tuve esa sensación de que estaba todo bien pero... perooooo... ¡siempre hay un pero! 
–Sospechaste de algo. –preguntó Jesús, impasible como siempre.
–Sí. Sospeché que todavía está enganchado con la novia anterior. Me hizo bloquearla del Facebook diciendo que era una loca mentirosa y yo qué sé. Pero después tuve curiosidad y le espié el perfil y ¡fuá! ¡qué minón! ¡hasta yo le daría! 
Jesús rió suavemente y siguió anotando.
–Te digo, que exploté de los celos. Sí che, soy un poco celosa a veces, pero eso no le gustó ni medio, y reaccionó para el carajo. Durante un tiempo no me dio bola, me prohibió subir fotos de él y etiquetarlo. Yo me calenté y dejé de hablarle, en ese momento no tenía tiempo para preocuparme por sus rayes. Pero un día me habló. Y yo le hablé. Volvimos a vernos y bueno, pensé que a lo mejor las cosas se arreglaban. Sabés, me gusta porque tenemos buen sexo, hablamos de todo, nos reímos. Hasta me prepara el café más rico del mundo, tal como a mí me gusta. Pero... ¡pero! ¡pero no me da bola! O mejor dicho, no me da suficiente bola. Dice que no tiene tiempo para dedicarme, que por ahora no está buscando una relación seria porque quedó lastimado de los noviazgos anteriores. Eso, sabés, eso me dolió acá, más que el harponazo de Moby Dick. 
Jesús suspiró. Dejó su lapicera al borde del cuaderno y habló:
–Bueno al menos es franco: te dedica el tiempo libre que tiene para acostarse con vos, escaparle a la soledad, tener con quien hablar cuando él lo disponga, pero que no le rompan las bolas y mucho menos comprometerlo. Típica expresividad masculina cuando está todo bien con la mujer que te acostás pero no la querés para compañera. Una expresión de ésas, así como él te indicó, no tiene medición del "eco" psicológico o emotivo que te puede causar; simplemente no le importa tu opinión porque no le interesa.
–O sea... Entonces, que tengamos buen sexo y todo eso ¿no es ni por asomo una señal de q las cosas, digamos, "avancen" entre nosotros?
–No. Para nada. Un hombre puede pasarla fantásticamente con vos, dentro y fuera de la cama, disfrutarte, y no sentir nada. Los hombres no funcionamos de la misma forma que las mujeres, que comprometen más los sentimientos. Además, si él sigue enganchado con su novia anterior difícilmente la cambie por otra, aunque salga y se acueste con cientos de mujeres.
De repente sentí un relámpago de hielo y fuego al mismo tiempo recorriéndome la espina dorsal. Esa sensación de mierda...
–Yo sería una excelente compañera si me eligiera... –dije, y se me humedecieron los ojos.
–No lo dudo. Pero no podés vivir de ilusiones y mendigando atención, recogiendo las migas que caigan de su mesa. Sabe el poder que tiene sobre vos y lo está usando, consciente o inconscientemente, en su beneficio. Eso no es amor. De ninguna manera.
Me quedé en silencio unos segundos. Me encogí de hombros y dije:
–Tengo que cerrar esa puerta, supongo.
–O continuar viendo a Alexis, si tanto te gusta, pero jugando bajo sus reglas, aguantando su indiferencia y seguir hundiéndote en la desesperación. ¿Y sabés una cosa? Vos valés más que eso. Merecés mucho más que una dádiva de amor. Tenés que quererte más a vos misma como para no permitirte esto. Ya lo dice la frase "el hombre que realmente te merezca nunca te hará llorar".
Sonaron las tres campanadas. Firmé la planilla, me despedí de Jesús y salí a la calle.
Cuando llegué a la oficina, me encontré con que me había olvidado el celular en el escritorio, y Alexis me había dejado un mensaje. 
Me encerré en el baño y me puse a llorar como una tonta.
¿Por qué siempre me enamoro del que no me ama?


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04 agosto 2013

No extraño a ninguno


–Mamá, de todos tus novios anteriores, ¿a quién extrañás más?
Miré a mi hija con una sonrisa mientras terminaba de planchar la ropa del colegio y repasé mentalmente entre todos los hombres que pasaron por mi vida y...
¡Qué pregunta!
Empezando por los novios de la adolescencia, de los veinte, los treinta, y ahora los cuarenta. ¿Hay alguno que recuerde con más cariño que los otros? ¿Hubo alguno de entre todos que realmente me haya querido y me haya hecho sentir querida? Sus caras las recordaba vagamente, pero sus traiciones, sus engaños, sus mentiras, las recordaba bien. A todos los unía una constante: me tuvieron, pero no fui mucho más que un pasatiempo, un entretenimiento hasta que surgiera "algo mejor". Así del primero al último.
¡Qué carajos!
Pero no, a ver, tiene que haber uno de entre todos esos giles que me haya tocado el corazón, che. Aunque sea por un instante. Paso revista rápidamente a todas las historias como las hojas de un libro. Solo encuentro un par de caprichos que nunca pudieron concretarse, pero esos no cuentan, los caprichos no cuentan como amor.
A la mierda...
Vienen a mí todos esos momentos como girando en un vórtice. Los miro a todos y no hay ni uno solo que valga la pena decir wauuu, este chabón sí que me movió el piso.
–A ninguno, hijita.
–O sea, que... ¿no te enamoraste de verdad de ninguno?
–¿Sabés que no sé?
–¿Todos te trataron mal?
–Todos no, pero aún con los que terminé bien, no puedo decir que los extraño.
–Qué loco eso, eh.
Suspiro y sigo planchando. Sigo pensando. Todavía hoy, mientras escribo, sigo pensando.
Lo tiró. ¡No extraño a ninguno! ¿Eso será bueno o malo?


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