19 febrero 2013

Ramón de mi corazón

'Taun 6' by ~remydarling | Deviantart.com
Sí te quiero. Pero no de la forma que vos querés que yo te quiera.

–Soy rara...

–No. No sos rara. Solo estás un poco loca.
Miré a Ramón. Sus ojos verdegrises me miraban fijamente. Esbozó una leve sonrisa.
No sé por qué me enamoré él. Así, sin demasiados preámbulos o razonamientos. No lo planeaba cuando lo conocí. Incluso me causó mucha gracia cuando me dijo que se llamaba Ramón. ¡Don Ramón! Chateamos durante mucho tiempo y nos contábamos todo. Un día acordamos vernos para tomar un café una tarde tranquila de invierno. Hablamos y nos reímos durante un par de horas, y luego esperé que simplemente me dejara en casa. Pero no. Dijo que el día era espléndido para pasear y preguntó si quería dar una vuelta por la costanera. Yo acepté. Llegamos, nos bajamos para caminar un poco y ver el río. En un momento, casi al azar o no tanto, me abraza por la cintura y me besa. Y yo lo abracé y lo besé también. Nos quedamos así toda la tarde, entre besos y mimos, abrazados bajo el tibio sol del veranito de San Juan.
–Y eso, ¿es bueno o malo?
–Depende cómo lo veas.
–Pero te jode.
–No. No me jode.
Tenía algo que me gustaba mucho y al mismo tiempo me enloquecía: se tomaba todo con calma. No corría, no se ponía histérico, no puteaba como desaforado. Por ese motivo peleamos varias veces (en realidad yo peleaba, a él las palabras le entraban por una oreja y le salían por la otra) ya no recuerdo cuántas. Lo mandaba al diablo, lloraba un par de días y semanas después, volvía a hablar con él, y él me contestaba amablemente, sin sarcasmos ni reproches.
–Si no te jode, no entiendo por qué no me querés.
–No dije eso. Sí te quiero. Pero no de la forma que vos querés que yo te quiera.
Pero cada vez que lo miraba a los ojos, la forma que él me miraba a mí, me decían que algo en el fondo lo frenaba, como la cadena frena al perro. Nos veíamos una o dos veces por semana y para mí no era suficiente. Deseaba tanto que la mirada de esos ojos me dieran las buenas noches y fueran también lo primero que viera al despertar. Nunca tuve ese placer.
–Estás saliendo con alguien. ¿No?
–Algo así.
–¿Y hace cuanto?
–Seis meses, creo.
–O sea, que ya salías con ella antes de conocerme a mí.
–Algo así.
A pesar de que lo suponía, no me hizo mucha gracia. Porque en el fondo todas, y yo más que ninguna, queremos la exclusividad. Aunque, debía admirar su sinceridad, algo muy raro entre los hombres de hoy. Me pregunté entonces, qué tendría ella que no tuviera yo para que le diera ese lugar privilegiado en su vida. Y qué tenía yo que no tenía ella para que cada tanto volviera a mis brazos. Otro de los misterios-del-corazón-masculino que nunca nos será revelado.
–Ay ay, Ramón. Ramón de mi corazón. ¿Qué voy a hacer con vos?
–Hacé lo que quieras.
–No sé qué quiero. 
–Yo sí sé...
Y entre besos y caricias, volvimos al juego del amor. Nos resistimos a abandonar la posición horizontal hasta que se hizo de noche. Entre un café e idioteces, estiramos el momento de la despedida. Tal vez porque no nos íbamos a ver durante un largo tiempo: al día siguiente se estaba yendo a Montevideo a trabajar por seis meses. Yo ni en pedo me veía yendo hasta allá para visitarlo. Menos sabiendo que había una novia oficial. Ni hablar. Hay romances que nacen y mueren en la sombra, donde nadie los ve y nadie se entera de nada.
–Cuidate, gordo.
–Vos también.
–¿En serio me querés?
–Claro que sí.
–¿Aunque esté un poco loca?
–Jaja, tonta. Sos buena mina.
Y me dio el último beso.

No hubo duelo después de esa tarde, sino un extraño vacío, como cuando falta un mueble o un cuadro que siempre estuvo en el mismo lugar. Mantuvimos el contacto virtual y hablábamos de absolutamente todo, como en nuestras buenas épocas.
Tiempo después conocí a alguien que me hizo sentir otra vez el cosquilleo del amor, y le conté a Ramón todo vía chat, e incluso le mostré una foto que él y yo nos sacamos en el shopping junto al árbol de Navidad. Dijo, sin rencor ni celos (incluso, imagino yo, que hasta con una sonrisa de ternura en los labios):
–Parece buen pibe. Le tengo fe. Cuidalo.


❤  

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