27 enero 2013

La caballerosidad ante todo

'Gentleman Caller' by BurlapZack | Deviantart.com
Para llegar al corazón de una chica en la primera cita no hacen falta flores ni chocolates ni restaurantes caros

Si hay algo que los hombres deberían considerar muy seriamente en una primera cita no es la pilcha ni el perfume ni la billetera: es la caballerosidad. Así es, muchachos. La caballerosidad ante todo. Que te haya aceptado la salida es apenas una mínima parte de tu éxito, sea cual sea tu intención con la señorita. De la misma forma que un tigre no se hace manso con solo tirarle un churrasco, con las mujeres pasa algo parecido; claro, a menos que ella esté visiblemente en liquidación por cierre, así que de ésas no voy a hablar porque es obvio. Hablo de las chicas que valen la pena. La cosa hay que trabajarla a fuego lento y aquí el galanteo, la simpatía y el intercambio son fundamentales.

Me acuerdo de haber salido una vez con alguien que no conocía personalmente. Sí nos habíamos visto en fotos y habíamos chateado muchas horas. Era licenciado en no se qué de literatura y además escribía, por lo tanto amaba los libros, y alguien que ama los libros no puede ser tan malo, ni mucho menos aburrido. Nos citamos en una librería en Recoleta y curiosamente ese día yo fui puntual y lo había esperado casi veinte minutos, merodeando la isla de libros de filosofía y esas yerbas. Él llegó, me vio con un libro de Noam Chomsky en la mano y empezó a hacer una crítica al trabajo del mencionado, hasta que en un momento corté el monólogo en seco y dije:
–¿No me vas a saludar con un "hola", como todo el mundo?
Se quedó sorprendido. Llegó y ni siquiera unas palabras amables tales como "uf me demoré, disculpame / que linda estás / ¿esperaste mucho?". En fin.
Caminamos un par de cuadras por la vereda del cementerio hasta un café tranquilo. Él hablaba de no me acuerdo qué, e iba caminado al menos tres o cuatro pasos delante mío. Largué la segunda estocada:
–¿Te molesta si caminamos juntos? Es sábado, ¿cuál es el apuro?
Otra vez puso cara de circunstancias, como si le hubiese dado un cachetazo, y caminamos en absoluto silencio hasta que llegamos a un lugar que nos pareció lindo. Nos sentamos en las mesas de afuera porque la noche estaba fresca pero agradable. Luego que nos trajeran el pedido, intercambiamos algunas palabras. No preguntó a qué me dedicaba ni de qué signo era, ni nada que lo aproxime a conocer algo de mi persona. No. Empezó a hablar algunas incongruencias al principio y luego contó una historia de la cual sólo cazé un treinta por ciento, debido a que su tono de voz monocorde era difícil de seguir auditivamente, y para colmo en la mesa de al lado había un grupo de personas que hablaban en tono alto y demasiado claro. Y sí, lo que se hablaba en la mesa de al lado era mucho más entretenido.
Miré el reloj. Nos citamos a las 23 hs, él llegó 20 minutos tarde, ya son casi las 2 de la mañana y este tipo no paraba de hablar... Bostecé y dije:
–Sabés, creo que me voy yendo a casa, me duele la cabeza.
Y ni bien termino de decir eso, se me lanza encima como una fiera y pretende darme un beso.
–¿Qué hacés? –le digo.
–¿No te gusta que te besen?
–Me encanta. Pero no así.
–¿No dijiste que yo te gustaba?
–Sí, lo que no me gusta es tu actitud.

Me puse de pie y empezamos a caminar hacia la avenida. Otra vez, el señor iba varios pasos delante mío. En la esquina de Las Heras y Callao se me planta y me dice qué fue lo que me cayó mal de él.
¡Que pregunta!
Y empecé a enumerar:
–Llegaste tarde y te pusiste a dar una clase de semiótica sin siquiera haberme saludado antes. Tenés la camisa arrugada y los puños sucios. Caminás delante mío y no te fijás si estoy o me pisó un bondi. Hablás sin que te importe si la otra persona también estaba hablando o si al menos te está escuchando. No preguntaste por cortesía absolutamente nada sobre mí. Y para rematar, te me tiraste encima sin ninguna delicadeza o galanteo previo.
–¡Ah, bueno! ¿Algo más?
–Sí. Te comés las uñas. ¡Yuhg!

Se sintió ofendidísimo, dijo un par de estupideces inteligibles, dio media vuelta y se fue. Me dejó ahí parada en la esquina, dos y media de la madrugada. La hubiese remontado un poquitito con un "bueno todo bien, te llevo a tu casa en taxi" o al menos el económico "te acompaño hasta la parada del bondi".
Nada.
Me reí, me puse los auriculares y decidí caminar Callao cuesta abajo, para respirar aire fresco y aliviar el dolor de cabeza. Además, era una noche hermosa como para desperdiciarla así. Pasé por una heladería y me compré una barrita cubierta de chocolate que me terminó de alegrar el paseo.
Llegué a casa y le di una última mirada a mi Facebook. El susodicho, ni lerdo ni perezoso, desapareció de mi lista de amigos e incluso me bloqueó. Que bueno, me ahorró el trabajo.

Ahora saben, señores, que para llegar al corazón de una chica en la primera cita no hacen falta flores ni chocolates ni restaurantes caros. Empiecen por usar ropa limpia, ser educados, ubicados y galantes.

Y no se coman las uñas.

:·:

18 enero 2013

Diálogo entre Ella y Él

'it's not your cup of tea' by ~lostinnebula | Deviantart.com
Antes convidame una aspirina así se me pasa el dolor de cabeza... Tenés, ¿no?

Escena: Ella está aburrida y lo llama a Él. Él casualmente está solo y la invita a visitarlo.

El: Que bueno que viniste, ¿tardó mucho el bondi?
Ella: Y sí, un poco. Lástima que no me fuiste a buscar.
Él: Tengo el auto en el taller
Ella: Hace dos meses que está en el taller...
Él: Sí bueno, es algo del motor, medio complicado por el tema de repuestos.
Ella: (sentándose en el sillón) Uf, ¡qué calor! ¿Tomamos una cervecita?
Él: Ehmm, no tengo, se acabó...
Ella: Bueno, ok... Pero preservativos tenés, ¿no?
Él: (desperezándose) Uh no, sabés, no compré, me olvido.
Ella: Bueh, no importa, yo siempre tengo en la cartera.
Él: ¿Siempre?
Ella: Y sí, hay que estar preparada, nunca se sabe lo que puede pasar.
Él: (cara de winner) Vamos a mi pieza.
Ella: No esperá, antes convidame una aspirina así se me pasa el dolor de cabeza.
Él: (cara de sorpresa) Ah...
Ella: Tenés, ¿no?
Él: No.
Ella: Bueno, ¿un cigarrillo?
Él: No, tampoco. Se me terminaron hace una hora.
Ella: (con fastidio) Sabés, mejor me voy a casa.
Él: ¿En serio?
Ella: Sí, en serio. ¿Bajás a abrir?
Él: Fijate si está el portero, me da fiaca bajar.
Ella: ¡Oookk! ¡Chau!
Él: Chau, me... ¿me mandás un mensajito si andás por acá otro día? ¿Así nos vemos?
Ella: (con sarcasmo) ¡Sí, claro!

Pensamiento de ella: ¡Que rata por dió! ¡Nunca más algo con este pelotudo!

Pensamiento de él: Se hace la difícil pero está muerta conmigo, jeje

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... o tal vez no.

:·: