20 enero 2012

Lo de anoche

Breakfast 7 by ~Condanna | Deviantart »
El sonido recurrente de dedos impactando ligera y rápidamente en el teclado de la notebook lo despertó. Abrió los ojos y vio a Alejandra sentada, desnuda, con el equipo apoyado en sus piernas cruzadas.
Sin sacar la vista de la pantalla y sin dejar de escribir, lo saludó:
–Buendía, muñeco. Hummm, ¿desayunamos en un ratito?
Jorge asintió, todavía adormilado. Giró sobre su hombro derecho y acarició la pierna de su compañera. Ella continuó escribiendo unos minutos y luego, con un bostezo, dio por terminada la tarea. Murmuró algo en voz baja antes de ponerse de pie y desperezarse. Dejó la notebook sobre la cómoda y se puso una musculosa blanca de lunares violetas que hacía juego en composé con una calza corta. Jorge se levantó minutos después, atraído por el olorcito del café recién filtrado. Se puso el pantalón, se lavó la cara y se mojó un poco el pelo. Con paso tranquilo se fue a la cocina, tomó asiento y siguió atento los preparativos del desayuno. Alejandra cortó una manzana verde en cubos. Luego separó dos compoteras, echó cereales, la fruta cortada y yogur bebible. Preparó un platito más chico sin yogur y lo dejó dentro de la jaula de su mascota.
–No le vas a dar eso a la rata... –dijo Jorge, frunciendo la nariz.
–¿Qué no? A Newton lo vuelve loco el müslix. Miralo.
Vio al roedor blanco tomar un copo de cereal y comerlo con leves crujidos. Alejandra sirvió café con leche, los cereales y dos vasos con jugo de naranja.
–¿En esta casa no hay otra cosa que comida naturista? –dijo él riendo, revolviendo el contenido de su plato con la cuchara.
–Comé eso que te va a hacer bien. Necesitás fibras y proteínas. ¡Já! No puedo creer que hace unos años comías ensaladas sin quejarte.
–Porque quería bajar la buzarda. Pero me sentía como una vaca comiendo pasto, te juro.
–Si después de eso te quedás con hambre te hago unas tostadas de pan integral.
–Con queso blanco descremado, ¿no?
–Of course.
–¿Y tu hija también come esto, pobre criatura?
–Sí, le gusta. Así compenso un poco las toneladas de golosinas y comida chatarra que come cuando se queda con el padre. Ah, creo que hay dulce de leche y unas Criollitas en la alacena. ¿querés?
–Dulce de leche... con leche de vaca, ¿no?
–preguntó Jorge, levantando una ceja.
–Y sí, ¿qué otro, sino? –contestó ella riendo.
–Qué se yo. Bueno, dale, traeme. Necesito algo de azúcares y grasas saturadas para empezar mi día.
Se levantó y volvió con las galletitas, un pote chico de dulce de leche y una cuchara.
El desayuno siguió en silencio. Jorge se estaba por engullir la quinta galletita cuando ella dijo con aire serio:
–Che... Lo de anoche... No significa nada, ¿estamos?
Jorge la miró, se encogió de hombros y contestó con la boca llena:
–¿Por qué? ¿no te gustó?
–No digo eso, hombre. Siempre hablando por el falo vos, eh.
–Y vos siempre con el libro de quejas bajo el brazo, ¡détends-toi, petite fille!
–En serio te digo. Somos amigos, y... No sé, anoche bajé la guardia, a lo mejor porque ese vinito se me subió a la cabeza, pero no es que haya algo más, este, ¿cómo te explico? Algo serio entre nosotros, ¿entendés? No es que no te quiera, al contrario, no seríamos amigos si no te quisiera, pero...
–... pero me querés. –dijo él, mirándola a los ojos.
Alejandra, que siempre tenía respuesta para todo, esta vez no supo qué replicar. Bajó la mirada, levantó su taza y la dejó en la pileta.
Jorge, riendo, preparó una galletita con un generoso copete de dulce de leche. Se la dio diciendo: –Tomá. Necesitás comer más azúcar.
Ella, de pie junto a la mesa, miró el tentador ofrecimiento, arrugando ligeramente el labio. La agarró, se la comió lentamente mientras él le rodeaba la cintura con el brazo y la sentaba sobre sus rodillas. Saboreó el aterciopelado manjar recordando lo mucho que le gustaba y cuán feliz la hacía. ¡Y cuánto lo extrañaba a causa de la bendita dieta!
–¿Eh bien? –preguntó él, apoyando el mentón en el menudo hombro.
–¿Me... preparás otra? –contestó ella, chupándose el dedo índice.


:·:

2 comentarios:

  1. La protagonista "Alejandra" tiene el mismo mal (enfermedad, virus contagioso, o no sé qué cosa...) que muchas mujeres: la ambiguedad. Cuando a un tipo le dejás la pelota picando, hará gol, ¡seguro!, ¡aunque le tape la cara con "El Gráfico" a la mina porque la considere un "bagre"!

    El escenario en el relato de la dieta ligth siglo XXI, el dulce de leche de la "Vaca Aurora", y las preguntas "naif" entre ella y el personaje masculino no hacen más que hablar de la ambiguedad que se genera entre enfrentar la soledad, el auto sexo, o descargarse, con y sin culpa, con alguien desconocido o algún ex.

    Yo le diría al personaje femenino que antes de despertar con un desayuno tropical se acueste con auriculares y buena música y el próximo finde salga a conquistar un corazón masculino no tan new age :)

    ;)

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  2. Jaja, en realidad la ambigüedad de ambos se debe a otro mal involuntario: la falta de sincronicidad. Ambos se quieren, pero también quieren cosas diferentes de la vida (él quiere casarse y formar una familia, ella quiere ser escritora) y pasarán casi 30 años desde ese momento hasta que ambos finalmente llegan a estar en la misma "sintonía".
    Por otro lado, y para ponernos en contexto, esta historia sucede a mediados de los '90, la edad de oro de las dietas macrobióticas y las relaciones amorosas sin compromisos.
    Abrazos!
    -La autora-

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